Hay dos tipos de interés: el interés simple, que es el beneficio que obtiene un capital inicial anualmente sin reinvertir la rentabilidad que obtiene sobre ese capital. Por su parte, el interés compuesto que, según Albert Einstein, «era la fuerza más poderosa de la galaxia», consiste en reinvertir los beneficios que vamos obteniendo año a año de ese capital inicial.
En este vídeo, Beltrán Parages, director de relación con inversores de azValor, pone como ejemplo una inversión inicial de 1.000 euros y la diferente rentabilidad que obtendríamos en un período de 10 años.
Para una rentabilidad media del 10% anual, el interés simple de ese capital inicial sería al cabo de 10 años de otros 1.000 euros, por lo que habríamos duplicado nuestra inversión.
Sin embargo, en el caso de no disponer de ese 10% de rentabilidad anual y reinvertirla aumentando la base de capital, el retorno obtenido al cabo de 10 años sería de 2.600 euros, que es un 60% más de rentabilidad.