Cuando uno invierte en renta fija, los cambios en los tipos de interés pueden plantear uno de los mayores riesgos: la posibilidad de perder dinero. Si los tipos suben, los pagos fijos (o «cupones») que realizan los bonos existentes suelen perder atractivo frente a los de nueva emisión, que en principio ofrecerán cupones mayores. Por este motivo, los precios de los bonos tienden a caer cuando sube el precio del dinero, y viceversa.
Básicamente, la duración es una medida de lo sensible que es el precio de un bono a los movimientos de los tipos de interés
La duración de un bono se mide en años, como su vencimiento. No obstante, existe una diferencia importante entre estos dos conceptos. El vencimiento simplemente mide la vida del bono: el número de años que faltan hasta que el emisor del bono deba devolver al inversor su inversión inicial (o «capital principal»). La duración, en cambio, tiene en cuenta todos los pagos que un inversor recibirá de un bono, incluidos los cupones periódicos a pagar por el emisor durante la vida restante del bono además de dicha amortización final.
Cuanto mayor sea el periodo en que los inversores deban recibir cupones y cuanto más tiempo falte hasta que se les devuelva el capital principal, mayor será la duración del bono en cuestión
Obviamente, existe una relación entre vencimiento y duración. Cuanto mayor es el vencimiento de un bono, más largo es el plazo de tiempo durante el cual se distribuye su renta (en forma de cupones), y por consiguiente, mayor es la probabilidad de que el valor de dicha renta se vea afectado por cambios en los tipos de interés. Por este motivo, dicho bono tendrá más duración que otro con un vencimiento más corto.
¿Cómo afecta la duración a los bonos?
Cuanto mayor es la duración de un bono, mayor es el impacto potencial de los cambios en los tipos de interés sobre el resultado de los inversores. Dado que los precios de los bonos tienden a caer cuando suben los tipos, cuanto mayor sea su duración, más caerá su cotización ante un movimiento determinado del precio del dinero, frente a un bono con una duración más baja.
Por supuesto, el mecanismo de este «riesgo de tipos de interés» también es válido en sentido contrario: si los tipos de interés caen, el valor de un bono con una duración más alta subirá en mayor medida que el de otro con menor duración.
La duración afecta en distinta medida a los distintos sectores del mercado de deuda. Un aspecto importante es que, en general, un bono con cupones elevados tendrá menor duración que uno con cupones más bajos, ya que cada cupón representa una proporción más elevada de la renta total del bono.
Si aplicamos esto al mercado de renta fija, los bonos «high yield» suelen tener una duración más baja que la deuda soberana de países core o los bonos con grado de inversión (los bonos high yield suelen pagar un mayor cupón, al considerarse que las compañías que los emiten tienen mayor probabilidad de incumplir sus obligaciones de pago a los inversores).
Por otra parte, cabe esperar que los bonos con una duración larga experimenten mayores fluctuaciones de precios que los bonos con una duración corta cuando se produce un cambio en las TIR de la deuda (la rentabilidad anual de las inversiones en deuda como porcentaje de la cantidad pagada inicialmente). Al caer las TIR (por ejemplo si se anticipa una futura caída de los tipos de interés), un bono con una duración elevada tenderá a experimentar una mayor apreciación del capital que un bono con una duración más baja. Dicha subida obedece al hecho de que los cupones del bono suelen ganar atractivo respecto a los de bonos de nueva emisión, que ofrecen cupones más bajos en un entorno de tipos de interés decrecientes.
¿Cómo gestiona la duración el gestor de un fondo?
En función de la fase del ciclo económico en que nos encontremos y del probable rumbo futuro de los tipos de interés, un gestor optará por asumir más o menos riesgo de duración. En general, los gestores que anticipan una caída de las TIR de la deuda se inclinarán por elevar la duración para intentar maximizar las ganancias potenciales. Al mismo tiempo, los que prevén una subida de dichas TIR desearán adoptar una posición más defensiva reduciendo la duración de su cartera. La duración de un fondo que invierte en renta fija es la media ponderada de la duración de los bonos individuales en cartera.
Los gestores pueden acortar o reducir su duración manteniendo liquidez en cartera o invirtiendo en «bonos flotantes» (FRN, por sus siglas inglesas). En este tipo de bonos, el cupón no es fijo sino que se reajusta periódicamente –típicamente cada tres meses– en base a los tipos de interés vigentes. Esto protege el valor de la renta que genera el FRN, con lo que su precio se ve relativamente inafectado por cambios en los tipos de interés y su duración es cercana a cero.
Los gestores también pueden reducir la duración mediante «instrumentos derivados», una gama de contratos financieros que tratan de transferir riesgo de una contraparte a otra, y cuyo valor y precio se derivan de uno o más activos subyacentes.