No hace falta ser un experto y seguir de continuo la evolución de las cotizaciones y los acontecimientos del mercado para identificar los momentos oportunos para invertir y desinvertir. Por desgracia, en la bolsa nadie toca la campana para avisarnos de cuándo entrar o salir de una inversión. Lo bueno es que el que quiere hacer crecer su capital a largo plazo no especula, sino que invierte. Con especular nos referimos a apostar a corto plazo por movimientos de las cotizaciones y, con invertir, a poner nuestro dinero a trabajar de medio a largo plazo.
En el siguiente gráfico se explica la diferencia con diferentes segmentos del mercado de renta variable. Tomemos el ejemplo de la renta variable europea: los que en los últimos 25 años invirtieron en una cesta bien diversificada de acciones europeas consiguieron, por término medio, una rentabilidad de casi el 8%.
Si se hubieran perdido las mejores 20 jornadas de la bolsa, por ejemplo, a la espera de cotizaciones más ventajosas para entrar, solo habrían obtenido una rentabilidad de menos del 2%. Y si se hubieran perdido las mejores 40 jornadas, habrían sufrido una pérdida del 2,3% anual por término medio.
La mayoría de las veces el mejor método es dejar que el dinero siga trabajando. El riesgo de perderse las mejores jornadas de los mercados de capitales es muy elevado. Entre los motivos más frecuentes están la incertidumbre (“No sé qué va a pasar”) y el temor a que las cotizaciones caigan; sin embargo, la estrategia es más importante que la táctica.