Los bonos son títulos acreditativos de deuda, normalmente emitidos por un gobierno o una empresa. Cuando los emite una empresa, nos referimos a ellos como bonos corporativos. Al comprar un bono le está prestando dinero al emisor y se establecen dos parámetros: el tipo de interés acordado que el emisor le debe pagar con una determinada frecuencia (el cupón), y la fecha en que el emisor deberá devolverle el importe inicialmente prestado (el principal).
Para explicar su funcionamiento, pensemos en un bono ficticio emitido por Enterprise Inc. Pongamos que usted invierte 100 euros en la compra de bonos con cupón del 5% a cinco años de Enterprise Inc. Esto significa que usted ha prestado a la empresa 100 euros y, a cambio, Enterprise Inc. se compromete a pagarle un cupón anual del 5% (es decir, 5 euros), así como devolver el principal al cabo de cinco años.
¿Qué afecta al precio de los bonos?
Los bonos pueden comprarse y venderse en el mercado. Sus precios experimentan cambios constantes porque los participantes del mercado evalúan de forma distinta dos factores principales: la probabilidad de que el emisor liquide sus deudas (riesgo de crédito) y el efecto de los tipos de interés (riesgo de tipos de interés)
Si el número de inversores que quieren comprar un bono es mayor que el de aquellos que quieren venderlo, su precio normalmente sube. Análogamente, si hay más vendedores que compradores, su precio normalmente baja. Los aumentos o caídas del precio afectan a la rentabilidad del bono. La rentabilidad es un modo de medir el atractivo de un determinado bono. Sin embargo, los bonos no siempre se mantienen hasta la fecha de devolución del principal, sino que pueden comprarse y venderse en cualquier momento hasta dicha devolución, de modo que hay muchas formas de calcular la rentabilidad.
La más habitual es la rentabilidad al vencimiento, donde se descuenta el valor de los cupones recibidos con el tiempo. Asimismo, se realizan ajustes por la diferencia en el precio pagado por el bono y el principal devuelto al vencimiento.No obstante, una de las medidas más sencillas es la rentabilidad corriente. Tomando el ejemplo anterior, imagine que, al cabo de tres años, el bono con cupón del 5% a cinco años de Enterprise Inc. alcanza un valor de 95€ en el mercado y que otro inversor se lo compra a usted. El cupón sigue siendo 5€; esto nunca cambia, ya que fue pactado desde el principio. La rentabilidad corriente asciende, por tanto, al 5,26% (5 ÷ 95). Por consiguiente, si el precio del bono baja, su rentabilidad sube, y a la inversa; si el precio del bono sube, su rentabilidad baja.
¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de los bonos?
-Los bonos resultan atractivos a los inversores porque pagan unos rendimientos periódicos y sus precios por lo general son estables.
-Los bonos emitidos por empresas de prestigio o por gobiernos generalmente se consideran más seguros que los títulos de renta variable (acciones de una empresa).
-Si una empresa que ha emitido bonos atraviesa apuros financieros los titulares de los bonos tienen prelación (prioridad) sobre los accionistas para recuperar su inversión.
-El precio de un bono puede sufrir oscilaciones al alza o a la baja. No hay garantía de que el emisor no incurrirá en impago de sus deudas.
-Los efectos de los tipos de interés y la inflación pueden erosionar el valor futuro de los rendimientos.
¿Qué es el riesgo de crédito?
Se define como el riesgo de que el emisor se enfrente a problemas financieros y se vea incapaz de devolver sus deudas (los cupones o el principal). El riesgo de crédito depende de factores específicos de un emisor, así como de las condiciones económicas y empresariales de mayor alcance. Por ejemplo, el gobierno de EE.UU. emite bonos. Por lo general se acepta que el gobierno estadounidense tiene una escasa probabilidad de incurrir en impago, y, por lo tanto, sus bonos entrañan un riesgo de crédito ínfimo. Gracias a este bajo riesgo, los bonos estadounidenses se consideran relativamente seguros y pueden ofrecer una baja rentabilidad y, no obstante, seguir resultando atractivos para los inversores.
Sin embargo, una pequeña empresa, por ejemplo, un productor de petróleo que opera en un país menos desarrollado, se enfrenta a una incertidumbre mucho mayor, por ejemplo, cuando el precio del petróleo sufre oscilaciones bruscas, lo cual podría llevarle a una situación financiera delicada. Por consiguiente, comporta un riesgo de crédito más alto, lo cual normalmente instaría a los inversores a exigir una rentabilidad mayor.
¿Cómo elegir los bonos adecuados?
Los inversores solicitan una prima por el riesgo extra que asumen cuando prestan dinero a una empresa menos consolidada o a un gobierno menos solvente. Por lo tanto, los bonos de estos emisores tienden a ofrecer una rentabilidad más alta. Los emisores bien financiados, en términos comparativos, se conocen como “investment grade” (categoría de inversión), mientras que aquellos que entrañan una seguridad inferior se conocen como “high yield” o de categoría inferior a “investment grade”.
Cada tipo de emisor se ve afectado de distinto modo. Por ejemplo, los bonos del Estado tienden a verse más afectados por variaciones de los tipos de interés, mientras que los bonos corporativos se ven más afectados por la rentabilidad operativa que genera la empresa.
Pueden emitirse varios tipos de bonos. Uno de ellos son los bonos indexados a la inflación, donde los pagos están asociados a variaciones de la inflación; también existen los bonos convertibles, que son bonos corporativos que pueden convertirse en acciones subyacentes de la entidad emisora. Algunos tipos de bonos puede que se adapten mejor a determinadas condiciones económicas, o satisfacer determinados objetivos de inversión.
Se puede otorgar una calificación crediticia a un emisor, ya sea en relación con la solvencia de un bono concreto o con su solvencia general. La calificación (rating) suele proceder de agencias de calificación crediticia, tales como Standard & Poor’s o Fitch, que emplean puntuaciones estándar, desde ‘AAA’ (que representa una alta calificación) hasta ‘B-’ (que representa una baja calificación).
Debido a las ineficiencias existentes en el mercado de renta fija, las rentabilidades que pueden obtenerse de un bono o sector se compensan entre sí en distintos periodos. Mediante un análisis minucioso de los emisores que operan en el mercado, así como de los factores económicos y técnicos predominantes, los gestores de fondos de renta fija se proponen gestionar carteras de bonos que se adapten a las condiciones de inversión actuales.
La rentabilidad que obtienen los gestores de fondos de renta fija suele medirse respecto a un índice de bonos cotizado en la región o el tipo de emisor en que invierten. Esto se conoce como “índice de referencia”. El gestor del fondo se fijará como objetivo lograr una rentabilidad superior al índice de referencia, así como proteger el capital de los inversores cuando el conjunto del mercado experimenta caídas.