Han pasado ya dos años desde que comenzara la pandemia de COVID-19, pero la invasión rusa de Ucrania constituye una nueva e importante crisis geopolítica cuya magnitud no se podía haber previsto, ni siquiera en las semanas previas al suceso.
El conflicto está desarrollándose de forma cruenta, con un alto número de fallecidos y una crisis humanitaria abierta. Entretanto, el statu quo político y económico que se ha mantenido durante las tres últimas décadas está en tela de juicio. Los mercados muestran una marcada intolerancia al riesgo, caracterizada por caídas de las bolsas, ampliaciones de los diferenciales de la deuda corporativa, revalorizaciones de la deuda pública y el oro y precios desbocados en las materias primas.
Salman Ahmed, responsable global de Macroeconomía y Asignación Estratégica de Activos en Fidelity International, y Andrew McCaffery, CIO global del área de Gestión de Activos, han dado su valoración acerca de los desafíos a los que nos enfrentamos.
Valoraciones macroeconómicas (Salman Ahmed)
En primer lugar, me gustaría expresar mi profunda preocupación por la crisis humanitaria que estamos viviendo. Económicamente, nos encontramos en un momento de gran incertidumbre y podríamos estar enfrentándonos a una conmoción en los precios de las materias primas similar a la crisis del petróleo de la década de 1970. El crecimiento mundial ya estaba desacelerándose en los momentos previos al conflicto, pero en el primer trimestre de este año habíamos visto señales de que empezaba a estabilizarse, aunque con importantes divergencias entre las situaciones de EE. UU., Europa y China.
Ahora estamos identificando los principales canales a través de los cuales el conflicto de Ucrania podría afectar a la economía y al sistema financiero mundial. Las materias primas es el primero de estos canales, que tiene varias dimensiones. El segundo es el canal financiero, a causa de las graves sanciones que están sacando a Rusia de forma efectiva del sistema financiero internacional.
Estamos poniendo el foco en el canal de las materias primas, que es donde se encuentran los principales riesgos. El peso de Rusia en el mercado mundial de materias primas es elevado (representa alrededor del 10% de la producción mundial de petróleo y es un actor destacado en productos agrícolas como los cereales).
Los problemas vinculados al canal financiero parecen ser más o menos gestionables; conllevan riesgos derivados de unos deterioros de activos enormes, por valor de más de 500.000 millones de dólares desde que se instauraron las sanciones, pero Rusia no es realmente un actor destacado del sistema financiero mundial.
Se han aplicado sanciones severas con rapidez, siendo las restricciones al banco central ruso las que tal vez resultan más perjudiciales en términos económicos. Sin embargo, ahora también estamos viendo unas potentes sanciones voluntarias por parte de las empresas, con efectos que se han manifestado en los mercados durante la pasada semana. Las más visibles han sido las sanciones en relación con el petróleo y las inquietudes en torno al mercado de la energía están dominando el ánimo del mercado. Entretanto, las exportaciones de Ucrania se han visto reducidas prácticamente a cero y probablemente se mantengan así al menos durante el próximo año. El cierre del espacio aéreo sobre la zona en conflicto también tendrá importantes repercusiones.
Europa será la principal afectada por las perturbaciones transmitidas a través de estos canales. El suministro de gas es el principal problema, ya que alrededor del 40% del consumo procede de Rusia (además del 25% de su petróleo). El sector industrial es el que más depende del gas ruso y los hogares también dependen de él en invierno, mientras que el transporte no es tan dependiente. En términos generales, cuanto más cerca están los países de Rusia, más dependientes son del suministro ruso; Alemania recibe alrededor del 50% de su suministro de gas de Rusia, mientras que países como Hungría, Polonia y la República Checa dependen en un porcentaje aún mayor.
Nuestras proyecciones indican que una subida del 100% en los precios del petróleo podría dar lugar a una subida de 200 puntos básicos en la inflación interanual en todo el mundo, pero este efecto podría ser mayor por la vía de las expectativas de inflación. Observamos que las expectativas de inflación están empezando a aumentar y que ésta ya era elevada antes de que se desatara la crisis. Los efectos de segundo y tercer orden de este choque para el crecimiento mundial podrían rondar los 300 puntos básicos. En Europa, podríamos ver incluso un golpe al crecimiento del 4% este año debido a la subida de los precios del petróleo y el gas. El efecto de lo que ya hemos visto probablemente sea una reducción del 1% del PIB europeo en 2022, pero la incertidumbre es muy alta ya que desconocemos qué gravedad tendría una perturbación o cuánto duraría.
Las condiciones financieras están endureciéndose en todo el mundo. En lo que respecta a las funciones de reacción de los bancos centrales, el BCE probablemente ponga más énfasis en el inminente frenazo al crecimiento que en la crisis de inflación. Sin embargo, en EE. UU. es más probable que la Reserva Federal se centre en la inflación a la vista del impacto económico relativamente pequeño del conflicto, lo que está en consonancia con las declaraciones efectuadas recientemente por su presidente, Jerome Powell. Ahora esperamos que la inflación toque techo en el segundo trimestre en lugar del primero, posiblemente en torno al 9%. A más largo plazo, las tasas de inflación dependerán del nivel al que se asiente el petróleo.
Habíamos previsto un periodo de 6 a 12 meses de estanflación a comienzos de año debido a las perturbaciones en la oferta y la demanda relacionadas con los estímulos presupuestarios y monetarios motivados por el COVID. Sin embargo, ahora la intensidad de esta estanflación se agravará.
¿Cómo afectará esta crisis a los avances de los países hacia los objetivos en materia de cambio climático?
McCaffery responde a esta pregunta señalando que una energía más cara tiene dos consecuencias. La primera de ellas es que las personas se lo pensarán dos veces antes de hacer viajes largos. La segunda es que los precios de las energías renovables son mucho más atractivos. También es importante tener en cuenta que no todos los países van a verse perjudicados por el conflicto; algunas economías emergentes que exportan materias primas están empezando a mejorar su crecimiento. China también está mejorando y el elevado objetivo de crecimiento para 2022 que se ha fijado tal vez arroje algo de luz al final de este largo túnel.