Los activos digitales, en concreto las criptomonedas, no paran de ganar popularidad y protagonismo en los mercados y las carteras de los inversores. Sin embargo, no por ello sus riesgos disminuyen, algo de lo que ha querido alertar Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, en su intervención en el II Observatorio de Finanzas organizado por El Español.
Pero para conocer sus riesgos, primero hay que conocer el universo de los criptoactivos. En primer lugar, según ha explicado Hernández de Cos, hay que saber que su negociación, transmisión y almacenamiento pivota a través de la tecnología de libro mayor distribuido (DLT) y se distinguen por no contar con el respaldo de una autoridad monetaria.
Además, los criptoactivos comparten tres elementos comunes: la naturaleza descentralizada de su registro contable, el uso de métodos de cifrado que proveen de seguridad en redes telemáticas, más o menos abiertas, y la aplicación de protocolos que permiten la ejecución automática de distintos tipos de transacciones. Pero, aunque se encuentren puntos comunes, Hernández de Cos también advierte de su carácter heterogéneo tan amplio.
Una clasificación que considera útil tiene que ver con el objetivo de su creación, distinguiendo así tres grupos. En primer lugar, encontramos aquellos que quieren servir como medio de pago o intercambio. Seguidos de los que quieren facilitar la captación de fondos de inversión. Por último, los utility token, que «actúan a modo de cupones electrónicos, canjeables por futuros servicios, bienes o beneficios, y la adquisición anticipada procura los medios económicos que permiten el desarrollo de dichos servicios”, explica Hernández de Cos.
Asimismo, el experto destaca que es importante distinguir entre criptoactivos tradicionales y las stable coins, que tratan de controlar la volatilidad usando activos de respaldo. También encontramos los NFTs, únicos e indivisibles, muy atractivos para representar obras de arte.
Por último, el experto también ha sacado un hueco para mencionar a las finanzas descentralizadas (DeFi por sus siglas en inglés), cuyo principal objetivo es eliminar intermediarios.
Evolución del mercado de criptoactivos
El ascenso de su capitalización ha sido muy significativo, pero el gobernador del Banco de España insiste en que aún solo representan el 1% del sistema financiero global. Los valores más representativos han registrado un volumen de negociación equiparable al de la bolsa de Nueva York. Sin embargo, el experto advierte de que destacan por su volatilidad: en los últimos meses se han acumulado pérdidas de valor cercanas al 40%.
“Es importante enfatizar el crecimiento de las interconexiones con el resto del sector financiero. El número de inversores en criptoactivos ha aumentado de forma importante y la gama de productos sofisticados también se ha expandido. Además, las finanzas descentralizadas han aumentado por cuatro su tamaño en tan solo un año”, añade Hernández de Cos.
Los riesgos de los criptoactivos
Dada estas características y evolución, Hernández de Cos insiste en que es comprensible que las autoridades financieras estén preocupadas por este fenómeno. “El Consejo de Estabilidad Financiera ha advertido en un informe que estos mercados podrían alcanzar un punto donde representen una amenaza para la estabilidad financiera a nivel global si no se supervisan y se regulan adecuadamente”, ha señalado. Concretamente, el experto localiza cuatro riesgos:
Limitada comprensión de sus características. Un porcentaje importante de inversores en criptoactivos no conoce los riesgos que asumen, además, algunos incluso dan por hecho contar con las mismas protecciones que con otros activos tradicionales.
Repercusiones potenciales en el funcionamiento de los mercados financieros. Según explica Hernández de Cos, la existencia de esas grandes oscilaciones en su valor puede alterar el sentimiento de los inversores con una sobrerreacción que se extienda a otros entornos de negociación. Además, la necesidad de responder a esa volatilidad podría acentuar las ventas de otras clases de activos. De hecho, el FMI (Fondo Monetario Internacional) ha alertado sobre el de un incremento en la correlación positiva entre los mercados de capitales y de criptoactivos, que se ha multiplicado por 35.
“Estos efectos podrían ser relevantes en propuestas como las stable coins, en concreto, la acumulación de solicitudes de reembolso resultantes de un pánico generalizado podría tensionar los mercados monetarios y contagiar a las entidades que actúen como custodios”, advierte el experto.
También se podría generar tensión en los sistemas de pago, al tener que gestionar un incremento de las transacciones muy considerables, que podría ocasionar retrasos o incluso la interrupción del servicios.
Impacto potencial sobre el sector bancario. Los criptoactivos constituyen un nuevo factor de competencia para el sector, además, un aumento de la exposición directa e indirecta al sector incrementaría sus riesgos patrimoniales y reputacionales. Hoy son limitadas, pero según alerta Hernández de Cos, están aumentando.
Consolidación de los criptoactivos como un medio de pago alternativo que amenace con crear circuitos paralelos de transferencia de valor. “Alejados del control de los bancos centrales, verían limitada su capacidad de contener la materialización de posibles riesgos sistémicos. En determinadas circunstancias, muy importante en emergentes, podrían surgir riesgos de criptoización (sustitución de la divisa nacional por una alternativa cripto), que comprometerían la autonomía monetaria y erosionarían la capacidad de ejercer un control efectivo sobre los movimientos internacionales de capital, entre otros aspectos”, advierte el experto.
Además, añade dos riesgos más de carácter social. En primer lugar, el riesgo que pueden suponer para la transición energética, ya que algunos de los mecanismos que utilizan contaminan tanto como 15,5 millones de vehículos de gasolina al año. El segundo riesgo es la posibilidad de que los criptoactivos se usen para actividades ilícitas, debido a su mayor grado de anonimato y puntos de pago no habituales.