A comienzos de 2018, eran muchas las expectativas en relación con el crecimiento en Europa. Unas condiciones financieras favorables y la caída del desempleo parecían por fin dotar de impulso a la recuperación del viejo continente. Sin embargo, los datos económicos de la región se han deteriorado de forma significativa desde entonces.
Tilmann Galler, estratega global de mercados y Ambrose Crofton, analista de mercados de JP Morgan AM .creen que, ante la persistencia de esta debilidad en los datos, los inversores parecen cansados de las aparentes continuas excusas sobre el signo desfavorable de los datos, lo que ha suscitado una pérdida de confianza en los activos europeos. «Dada la escasez de catalizadores domésticos capaces de propiciar un despegue, podría ser necesario un repunte de la demanda en los mercados emergentes para que las perspectivas de la región mejoren», explican ambos expertos.
¿Qué ha ido mal en la recuperación de Europa?
Galler y Crofton explican que gran parte de la debilidad puede atribuirse a las exportaciones netas, que, si bien sumaron un 1,4% a la tasa de crecimiento del PIB real anual en el cuarto trimestre de 2017, registraron una aportación negativa en el tercer trimestre de 2018. «Los dos lados de la ecuación –es decir, las importaciones y las exportaciones– contribuyeron al deterioro, ya que el incremento en el precio del petróleo en los primeros tres trimestres de 2018 generó un pronunciado aumento en las importaciones mientras que, simultáneamente, el crecimiento de las exportaciones se estancaba», explican.
Puesto que las exportaciones representan aproximadamente la mitad del PIB en la zona euro, una ralentización en el crecimiento mundial constituye siempre un importante obstáculo.
Pero no toda la culpa fue de los factores externos, ya que los internos también tuvieron su impacto. En Italia, la disputa del nuevo gobierno de coalición con la Comisión Europea en relación con su propuesta presupuestaria disparó los costes de financiación hasta máximos en varios años y suscitó ajustes en las condiciones de crédito. De hecho, el largo periodo de incertidumbre política ya ha pasado factura a la economía italiana, hasta el punto de que el país ha entrado técnicamente en recesión.
En Francia, la importante perturbación generada por las protestas de los «chalecos amarillos» (un movimiento centrado en la desigualdad social) ha provocado contracciones en el PMI compuesto del país de finales de 2018. Ahora, el impulso de las protestas parece desvanecerse, y los datos de crecimiento correspondientes al cuarto trimestre de 2018 han resistido sorprendentemente bien.
Sin embargo, el riesgo del populismo continúa acechando en toda Europa, y es probable que las elecciones al Parlamento Europeo de mayo pongan de manifiesto que los partidos euroescépticos siguen contando con importantes apoyos.
En Alemania, el sector de la automoción ha tenido dificultades para amoldarse a las nuevas normativas sobre pruebas de emisiones, obstaculizando con ello la producción industrial y lastrando de manera significativa el crecimiento.Tras un difícil cuarto trimestre de 2018, la producción de automóviles parece volver a recuperarse en Alemania en una tendencia que podría imprimir impulso a corto plazo para el crecimiento.