Mañana se cumplen diez años de la caída de Lehman Brothers. Aquel 15 de septiembre de 2008 la imagen más significativa eran los altos ejecutivos, banqueros y personal abandonando la sede del banco con una caja de cartón bajo el brazo. Hoy diez años después, algunos gestores consideran que aún nos queda mucho que aprender de aquella experiencia.
De hecho, la flexibilización cuantitativa es la principal herencia que dejó la crisis. En aquel momento fue una herramienta de política desesperadamente importante que se implementó, primero para aliviar las restricciones de liquidez del mercado financiero y luego para dar forma a la confianza y anclar las expectativas en torno al curso futuro de la política monetaria. Al infundir confianza en el futuro, impulsó la actividad económica, la rentabilidad de la empresa y los precios de los activos.
“No hemos aprendido nada y la adicción simplemente se ha intensificado. La deuda mundial, ya sea gubernamental, financiera, de los hogares o de las empresas, tanto del mundo desarrollado como en desarrollo, ha aumentado de forma considerable desde el estallido de la crisis financiera”, afirma Nick Clay, gestor principal del Newton Global Income, fondo de BNY Mellon IM.
En opinión de Clay, en vez de afrontar las graves deficiencias en la asignación de capital que acabaron provocando la crisis, “la expansión cuantitativa mundial solo ha servido para perpetuar esta adicción al dinero fácil gracias a unos bajos tipos de interés y a un exceso de liquidez. Además, la deuda continúa viéndose respaldada en gran medida por el valor de los activos en vez de por la solvencia de los prestatarios, lo que inevitablemente nos recuerda a la burbuja inmobiliaria previa a la crisis. Esta idea de que el valor de ciertos activos siempre sube está a punto de verse cuestionada, una vez más, con el paso de la expansión cuantitativa a una gradual restricción cuantitativa”.
Ejemplo de que parece que no hayamos aprendido después de aquello es que hoy los mercados se enfrentan una vez más con la perspectiva de liquidez desactivada. “En 2008, los bancos invirtieron fuertemente en activos ilíquidos a largo plazo. Ahora, con el horizonte de subida de tipos, las condiciones financieras se han ajustado, alentando aún más las salidas. Por lo tanto, durante los eventos de riesgo de mercado, no solo se pone a prueba la liquidez, sino también a los fondos que están fuertemente invertidos en activos ilíquidos”, afirma Mark Nash, gerente del Old Mutual Strategic Absolute Return Bond Fund, Old Mutual Global Investors.
Retos actuales
No ser capaces de lidiar con la retirada de liquidez y la subida de tipos que los bancos centrales pretenden hacer es uno de los retos que ahora deja lo que fue la gran solución a la crisis financiera. No se puede negar que desde que comenzó la intervención de los bancos centrales en el mercado, los retornos de casi todas las clases de activos han sido fuertes. De hecho, los precios globales de las acciones son tres veces más altos hoy de lo que estaban en su punto más bajo, y un 60% más que en el momento en que los balances de los bancos centrales comenzaron a dispararse en septiembre de 2008. Los bonos globales durante el mismo período han arrojado rendimientos acumulados de alrededor del 50%, mientras que la deuda de alto rendimiento ha duplicado el dinero de los inversores.
En opinión de Toby Nangle gestor del fondo Threadneedle Dynamic Real Return Fund y jefe global de asignación de activos en Columbia Threadneedle Investments, el aumento en los precios de los activos ha sido una característica de la implementación del diseño del QE, no un error o una consecuencia imprevista.
“Es probable que los activos de renta fija tengan un viento en contra con el fin del QE, así como el aumento de las tasas, siempre y cuando la economía mundial no caiga en otra recesión en el corto plazo. Lo que pueda ocurrir con los rendimientos de acciones es un poco más misteriosos, pero podemos adoptar un enfoque bastante rudimentario para estimar la proporción de rendimientos de capital asociados con un aumento en las ganancias de la compañía y la proporción del rendimiento asociado con simplemente pagar precios más altos por un nivel dado de ganancias esperadas”, advierte Nangle.
Lo que sí aprendimos
Pese a los retos que plantea la retirada de los programas de expansión monetario, desde Fidelity consideran que los inversores y las autoridades han aprendido de la anterior crisis. En su opinión, no parece probable que se pueda producir otro colapso financiero como el desencadenado por la quiebra de Lehman.
“En primer lugar, las causas últimas parece que se han atajado: los bancos mantienen unos niveles de capital mucho más altos para cubrir sus carteras de créditos, las normas de concesión de préstamos se han endurecido y los precios de los activos se han recuperado. A pesar de la fuerte revalorización de los activos durante los últimos años, los inversores han mantenido la cautela y han huido del optimismo inherente que llevó a tantas personas a apalancarse para exponerse a las alzas de los precios de los activos. Además, el sistema financiero se encuentra mucho menos interrelacionado que cuando se desató la crisis, lo que significa que el riesgo de contagio es menor, si bien siguen existiendo (y existirán) focos de agitación macroeconómica y geopolítica”, señalan desde Fidelity.
En opinión de Jupiter Edward Bonham Carter, vicepresidente de Jupiter AM, los mercados financieros han tenido una recuperación notable desde la caída de Lehman Brothers, pero ha sido un asunto sin mucha alegría. “Los aniversarios infelices del tipo Lehman hacen poco para calmar los nervios, y es probable que los medios se centren tanto en lo que queda por arreglar que en el progreso real realizado desde los días febriles de 2007-08. Sin embargo, es solo entendiendo dónde se encuentran las vulnerabilidades en el sistema económico actual que podemos esperar protegernos de la próxima recesión; Lehman 10 años después nos brinda tal oportunidad”, apunta Bonham.