Un estudio encargado por AXA Investment Managers pone de relieve que los inversores internacionales han elevado considerablemente su interés por los valores de pequeña capitalización durante el último año, si bien siguen preocupados por la volatilidad y la liquidez del mercado a corto plazo a la hora de invertir en esta clase de activos. En 2016, el 33% de los inversores entrevistados en el marco de una encuesta internacional a compradores de fondos señaló que pretendían invertir en valores de pequeña capitalización, pero en 2017 esta cifra casi se ha duplicado hasta el 60%.
Con motivo de la publicación de este estudio, Matthew Lovatt, director de desarrollo de negocio de AXA IM, indicó: «Estamos ante un cambio importante en la actitud de los inversores hacia los pequeños valores y creemos que el entorno de subidas de los tipos de interés este año probablemente dará un impulso positivo a la renta variable mundial de pequeña capitalización. Estas empresas suelen beneficiarse de la actividad de fusiones y adquisiciones y en el primer trimestre del año hemos visto que estas operaciones corporativas se incrementaban un 12% con respecto al trimestre anterior. Creemos que el interés de los inversores en el segmento de pequeña capitalización debería seguir creciendo durante los próximos doce meses».
Este estudio revela que aunque el interés en los valores de pequeña capitalización ha aumentado, los inversores siguen siendo reticentes a invertir en este sector a causa de la volatilidad, la liquidez y su capacidad para encontrar la gestora de activos adecuada. Más de la mitad de los encuestados (52%) señaló la importancia de contar con la gestora de activos adecuada (frente al 39% el año pasado). El 51% considera que la liquidez es el principal obstáculo a la hora de entrar en este segmento del mercado (frente al 45% en 2016) y al 43% le preocupa la volatilidad de estos valores (frente al 46% anterior).
El estudio también revela que, a pesar del creciente interés en esta clase de activos, la mayoría de los inversores únicamente destina entre el 6% y el 10% de sus carteras a valores de pequeña capitalización, lo que está en consonancia con los resultados de 2016. «Por segundo año consecutivo, el interés de los inversores por los valores de pequeña capitalización es superior a la exposición efectiva, lo que sugiere que los inversores podrían estar desaprovechando las oportunidades que ofrece esta clase de activos. Los valores de pequeña capitalización suelen estar escasamente analizados y sus precios son inherentemente menos eficientes, de ahí que se requieran conocimientos especializados para materializar el potencial de este segmento del mercado. Sin embargo, creemos que existen oportunidades atractivas dentro de los valores de pequeña capitalización y que elevar la exposición a esta clase de activos podría ser beneficioso, especialmente en el entorno macroeconómico actual», añade Lovatt.
Además, el 60% de los encuestados considera que los sucesos del mercado son el factor más influyente a la hora de considerar la inversión en valores de pequeña capitalización (frente al 49% de 2016). Del 17% de los inversores que no tenían en cartera valores de pequeña capitalización, el 69% afirmó que invertiría en esta clase de activos en 2017 mientras que, del 83% de los inversores con posiciones en valores de pequeña capitalización, el 58% declaró que invertirá más en este segmento en 2017.
Cuando se preguntó qué influía en la decisión de invertir en valores de pequeña capitalización, en la mayor parte de las respuestas se observaba una sintonía entre los que tenían un pequeño porcentaje de inversiones en valores de pequeña capitalización y los que no. Sin embargo, surgía una brecha importante en sus opiniones cuando se les pedía que identificaran una gestora especializada en valores de pequeña capitalización: el 38% de los no inversores, frente al 12% de los inversores actuales en valores de pequeña capitalización, lo veía como un factor con una influencia considerable.
Entre los inversores que pretendían modificar su asignación de activos, el 47% reduciría su exposición a activos monetarios, el 31% a renta variable estadounidense y el 26% a renta fija europea.