El año comenzaba con una expectativas que han ido evolucionando hasta darse la vuelta por completo. Los inversores estaban entusiasmados con la renta variable americana, a la espera de que Trump pusiera en marcha algunas de sus promesas empresariales, como la reforma de impuestos y la inversión en infraestructuras, mientras que miraban a Europa con recelo ante la inestabilidad política y las citas electorales. “En estos primeros meses ha pasado lo opuesto”, señala Wei Li, responsable de Estrategias de Inversión de iShares para la región EMEA de BlackRock.
Según la visión de BlackRock de este primer trimestre, se ha producido un fuerte movimiento de flujos de inversión que han pasado de la renta variable americana a la europea. “El motivo ha sido la desilusión ante las políticas de Trump, que tiene dificultades para pasar el trámite del Congreso, y los buenos resultados empresariales en Europa, donde continúa la recuperación de forma lenta pero constante”, matiza Li.
Para Li, después de las elecciones francesas y la victoria de Macron, el sentimiento sobre Europa cambió radicalmente, lo que ha sido fundamental para la inversión en el viejo continente. “Ya no se ve tanto peligro en la política europea y se interpreta que los populismos pierden fuerza. Este optimismo se refuerza con los indicadores macro de los países, que muestran como la recuperación es general y no es uno o dos países los que tiran de ella en solitario”, argumenta.
BlackRock apunta que estamos en un punto de inflexión dentro del crecimiento económico global, sobre el que Li matiza que “estamos en uno ciclo extraordinariamente largo y lento”. Es decir, no hay una aceleración rápida de la recuperación económica, sino que es algo constante, algo que se ve, según indica Li, en el comportamiento tan paralelo que han llevado monedas como el dólar y el euro.
Por ejemplo, considera que el comercio es clave en este entorno y que hay mucho margen de maniobra, sobre todo en Estados Unidos. La firma considera que los rendimientos mundiales aumentan más pero encuentran ciertos límites, como por ejemplo el efecto de las políticas monetarias. “Por eso la creemos que los inversores necesitan ir más allá de las exposiciones tradicionales en renta variable y en bonos para diversificar carteras en este entorno, e incluyen asignaciones basadas en factores y alternativas”.
Otro de los aspectos relevantes de estos tres primeros meses ha sido el positivo comportamiento de los mercados emergentes. “Vemos que, en general, se han estabilizado y están creando oportunidades de inversión. Incluido China, donde ha sido muy positivo los estímulos fiscales anunciados el año pasado”, resume Li.
En su opinión, en general, dos han sido las principales tendencias en estos primeros meses. Por un lado, la “extraordinaria baja volatilidad”, afirma, en parte por el papel que ha estado desempeñando los bancos centrales; y, por otro, la reflación. “La reflación va a ser global. Vemos signos que así nos lo indican como un repunte en las expectativas de inflación, una caída de los salarios y una sincronización de los indicadores de actividad económica y de las estimaciones empresariales”, señala. Justamente, la inflación que menciona Li es otra de las dinámicas que ya es una realidad y que continuará durante los próximos meses.
Según explica, “este repunte vendrá sobre todo por la energía y se reflejará en los costes, por ejemplo, de transporte”. En este contexto, Li defiende que la mejor opción es utilizar la diversificación como estrategia, así como centrarse en los fundamentales de las empresas “en particular en aquellas regiones que pueden beneficiarse más del comercio, como son Japón, Europa y los países emergentes”, añade. También ve lógica una vuelta a las estrategias value ante la previsible subida de tipos de interés por parte de los bancos centrales. “Esperamos que comience a haber más value y que pese más en las estrategias el factor momentum”, afirma.