Hace unas semanas, en plena crisis reputacional, Facebook anunció un cambio de nombre: a partir de ahora se conocerá al imperio de Mark Zuckerberg como Meta. Sin embargo, detrás de esto no solo hay un simple cambio, la entidad también nos presentó el metaverso, el universo virtual que cambiará nuestra forma de comunicarnos e interactuar. Quién sabe, quizás en unos años esté leyendo Futuro a Fondo en una cafetería virtual.
“La idea de un metaverso no es nueva. Lo nuevo es el punto en el cual las líneas entre los mundos físico y virtual se han desdibujado”, explica Benjamin Dean, director de activos digitales en WisdomTree. No pasa desapercibido que este cambio en la forma en que las personas viven sus vidas ofrece inmensas oportunidades y, tal y como advierte, Dean, los activos digitales son una gran parte de estas oportunidades.
Una idea que se ha estado gestando durante décadas
Según explica el experto de WisdomTree, el término “metaverso” fue acuñado por Neal Stephenson en su libro de 1992 Snowcrash. “Como un elemento básico de la biblioteca de cualquier geek, el libro gira en torno a un futuro pos-apocalíptico en el que la hiperinflación ha minado el valor del dólar estadounidense hasta el punto en que la gente utiliza monedas alternativas como el yen o los “Kongbucks”. Para escapar de esta pesadilla distópica, las personas se retiran a un mundo de realidad virtual, el metaverso, e interactúan entre sí utilizando avatares. Si esto le suena familiar, es porque también se han explorado ideas similares en las películas de The Matrix y más recientemente, en Ready Player One”, recuerda el experto.
Ya existen muchos metaversos. Los videojuegos entienden esto. Según ejemplica Dean, Second Life fue uno de los intentos más exitosos de crear lo que ahora se llama un metaverso. Tenía su propia moneda flotante, los Linden Dollars, que eran convertibles a dólares estadounidenses a una cotización promedio de alrededor de 250 a 1. Estos mundos virtuales tienen sus propios productos internos brutos, ya que las personas producen y hacen cosas en el juego a las que se les puede asignar un valor monetario. En 2015, el PIB de la economía de Second Life se estimó en aproximadamente 500 millones de dólares.
“El advenimiento de los activos digitales y las monedas, como bitcoin, marcó el comienzo de una nueva fase en este proceso de cambio tecnológico. Un ejemplo es Sandbox (piense en Runescape se encuentra con Minecraft) donde el token criptográfico nativo (SAND) tiene una capitalización de mercado actual de un equivalente de alrededor de 2.000 millones de dólares. Otro mundo virtual, Decentraland, tiene un token (MANA) valorado 4.400 millones de dólares en términos de capitalización de mercado”, explica Dean.
En el pasado, según recuerda el experto de WisdomTree, la gente tendía a pensar, a nivel conceptual, como si existiera una realidad física (“espacio de carne”) y una realidad virtual. “La gente solía referirse a Internet como la “superautopista de la información” y las interacciones que las personas tenían a través de Internet como el “ciberespacio”. Todos estos términos son indicativos de los diferentes intentos de las personas de lidiar con las nuevas tecnologías y la forma en que cambian su modo de vivir las vidas”. Según resalta, el uso de términos como estos se desvanece a medida que las nuevas tecnologías, en este caso Internet, se convierte en parte de “los muebles de la habitación” y la gente hace cada vez más cosas a través de Internet. “Por ejemplo, la gente ya no llama “comercio electrónico” a comprar cosas en Amazon … es simplemente comprar”, analiza Dean.
Las líneas entre el espacio de la “carne” y los espacios virtuales se han difuminado desde hace algún tiempo. “Has estado en el (los) metaverso (s) durante mucho tiempo, incluso si no te diste cuenta. A este proceso lo llamé ‘la virtualización del mundo’ una década atrás”, dice Dean. Pero advierte de que es importante señalar algo clave que ha cambiado en la década intermedia. Solamente en los últimos años, en los países industrializados, la mayoría de las personas no recuerda cómo era la vida antes de Internet. Además, este cambio demográfico seguirá ocurriendo, especialmente en países donde los teléfonos inteligentes son omnipresentes y la población es más joven.
El metaverso no es de Facebook
El metaverso que imagina Facebook está en contraste con el concepto de fondo del mundo crypto, que está construido alrededor del concepto de descentralización, advierte Emanuele Giusto Kantfish, autor del libro Crypto Jungla: El Low Cost Llega a la Finanzas. Mientras el metaverso del mundo crypto es propiedad de sus usuarios, como en el caso de Decentraland, por ejemplo, (el mundo virtual más famoso poblado ya por 60 millones de crypto-ciudadanos), el metaverso que propone Mark Zuckerberg apunta a replicar en 3 dimensiones su visión voraz del capitalismo verticista y piramidal, totalmente centralizado, donde quien gana es una especie de Leviatán central, mientras los usuarios se convierten en algo más similar a un producto», explica el experto.
“No olvidemos que uno de los conceptos fundamentales del fenómeno crypto es la generación y redistribución del valor. Lo que a veces se llama la democratización de las finanzas. La de Facebook es una manifestación completamente contraria a la estrategia de cambio colectivo del pueblo crypto”, alerta.
El aspecto positivo que encuentra Giusto es que en el mundo crypto lo que haga Facebook poco importa, y en los días siguientes al anuncio del MetaFacebook, Mana, la moneda de Decentraland, ha tenido un crecimiento récord de más del 300%. Igualmente, Starl token, del metaverso StarLink, ha doblado su valor en pocos días. “Hay que tener en cuenta que el mundo crypto ha nacido y se ha desarrollado sin pedir permiso, y los principios de este colectivo mundial de más de 200 millones de personas resultan todavía oscuros a la multitud, que lo único que capta del mundo crypto es la especulación”, advierte.
Cuál será la moneda en el metaverso de Zuckerberg
Una pregunta obvia es: ¿cuál será la moneda en el metaverso de Mark Zuckerberg? Durante años, Facebook ha intentado desarrollar y lanzar su propia moneda digital, la entonces llamada Libra y ahora llamada Diem. “Una forma de estimular la adopción de esta moneda digital podría ser convertirla en una moneda de reserva. Si las realidades físicas y de virtualidad se están difuminando, esto significa que la Diem podría introducirse más rápidamente al uso diario y volverse accesible y utilizable como resultado junto con otras monedas existentes (por ejemplo, el USD, JPY, EUR, etc.)”, destaca Dean.
Si esta visión de un metaverso monolítico de Mark Zuckerberg lo hace sentir incómodo, Dean destaca «la buena noticia» de que es poco probable que una sola corporación pueda construir, mantener y subsumir o excluir todos los demás mundos virtuales. “El resultado más probable es un conjunto de metaversos diferentes que hacen uso de protocolos interoperables y software de código abierto. El Twitter de Jack Dorsey se ha dado cuenta de esto y está integrando billeteras de bitcoins de código abierto en los perfiles de los usuarios”, explica.
Por otro lado, Amazon está buscando un director en los niveles senior para ayudar a los clientes, transformar la forma en que realizan transacciones de activos digitales, desde la fijación de precios hasta la ejecución, liquidación y custodia. Este rol indica que más empresas del Fortune 500 seguirán esta tendencia, prevé Dean.
La ciencia ficción es más que una distopía
“Las líneas entre las realidades físicas y virtuales se han difuminado y continuarán haciéndolo durante la próxima década. Eliminar el contexto distópico de ciencia ficción en el que la cultura popular tiende a tratar este cambio ayuda a identificar dónde se encuentran las oportunidades en el futuro. Aunque Meta ha hecho una gran apuesta con su cambio de marca, las oportunidades van mucho más allá de lo que Meta hará en este espacio. Los metaversos no son nuevos; lo que es nuevo es la cantidad de inversión que se destina al espacio y la creciente aceptación de los activos digitales entre una cohorte creciente de personas nativas digitales”, concluye Dean.