Poco a poco nuestra vida se ha visto invadida por las pantallas y a medida que los dispositivos digitales se hacen omnipresentes en el mundo, también se han ido generando preocupaciones sobre los efectos nocivos de los comportamientos relacionados con la pantalla. ¿El tiempo frente a la pantalla afecta a la concentración, provoca ansiedad o depresión, dificulta el comportamiento social o limita nuestra capacidad para distinguir las noticias falsas de las reales?
Para poder responder a estas y otras cuestiones urgentes que nos afectan a todos, los investigadores de la Universidad de Stanford y de la Universidad de Penn State aseguran que necesitamos ir más allá de las medidas de tiempo de pantalla y registrar y analizar todo lo que la gente ve y hace en sus dispositivos. En este sentido, han demandado el apoyo a un proyecto que observe las complejidades de las vidas digitales.
En un comentario publicado en la revista Nature, los expertos sostienen que tal proyecto es necesario para probar las suposiciones de que los medios digitales son, el origen y, a la vez, la solución de nuestros problemas sociales y de salud más apremiantes. Hasta ahora, lo que vemos y hacemos en nuestras pantallas ha sido mayormente invisible para los investigadores. Según informan desde una publicación de la Universidad de Stanford, escrita por Sandra Feder, la mayoría de los estudios se han basado en la información que han dado los propios participantes sobre el uso de sus pantallas, lo que es muy impreciso.
Incluso cuando se mide con mayor precisión no refleja la actividad que desarrolla cada usuario. Por ejemplo, la hora de un usuario en Facebook que se mantiene al día con las publicaciones de sus amigos puede tener muy poco en común con la hora de otro que usa Facebook para mantenerse al día con las noticias políticas, o la hora de aquel que lo usa para acechar a gente o intimidar a extraños.
Por ello, los investigadores argumentan que examinar el tiempo de pantalla por sí solo ya no es suficiente debido a que las conductas son demasiado complejas y variadas. «La investigación no se ha mantenido al día con los cambios en la tecnología», señala Byron Reeves, profesor de Comunicación en la Escuela de Humanidades y Ciencias de Stanford. «Muchas de las investigaciones que tenemos son incompletas, irrelevantes o erróneas porque no sabemos realmente lo que la gente está haciendo en estos complejos entornos digitales».
«No importa lo que se estudie, ya sea política, adicción, salud, relaciones o acción climática, si realmente se quiere entender las creencias y conductas de las personas, hay que mirar su actividad en las pantallas, porque gran parte de nuestras vidas se filtra ahora a través de nuestros dispositivos digitales», añade el Thomas Robinson, profesor de pediatría y de medicina en Stanford. «Muchas de las cosas que antes hacíamos cara a cara ahora se reflejan y registran en nuestras pantallas, ya sea en el banco o en la decisión de qué comer o hacer amigos o en los juegos o en las citas o en el ejercicio o en la discusión de la política, etc.».
Creación de un mapa de la vida digital
Para crear un mapa de la vida digital de las personas, los investigadores han comenzado a desarrollar el campo de la “Screenomics”. Para ello usan un software que instalan en un smartphone personal o en otros dispositivos que registra, codifica y transmite capturas de pantalla a un sitio de investigación seguro de forma automática y vigila cada cinco segundos cuándo se enciende el dispositivo. Lo que proporciona registros únicos del uso de los medios de comunicación que pueden ser analizados y ampliados para observar momento a momento los cambios en los diferentes contenidos y pantallas.
El Stanford Screenomics Lab ha recogido más de 30 millones de puntos de datos de más de 600 participantes hasta la fecha, y ha demostrado que la mayoría de la gente pasa por grandes cantidades de material muy rápidamente, cambiando de un segmento a otro cada 10 o 20 segundos. No hay dos pantallas de usuario que se parezcan y hasta la pantalla de un solo individuo parece única de una hora a otra, de un día a otro y de una semana a otra.
«Ahora tenemos una manera de observar todo ese movimiento y comenzar a cuantificarlo y estudiarlo», señaló Nilam Ram, profesor de desarrollo humano y psicología de la Universidad Estatal de Pensilvania. «Ahora estamos en posición de poder lanzar el «Human Screenome Project» como un esfuerzo interdisciplinario y a gran escala”.
Fomentar un uso más saludable de las pantallas
El nombre “Human Screenome Project’ es una referencia al Proyecto del Genoma Humano y a otros proyectos que han producido grandes bases de datos manteniendo la privacidad de los sujetos. Reeves y sus compañeros han asegurado que quieren seguir un proyecto similar, que estudie los datos de la actividad de la pantalla respetando la privacidad del usuario.
«Una de las razones para tener un proyecto de «Human Screenome» es aumentar la cantidad de datos que pueden estar disponibles para estudiar cómo la gente se relaciona con los medios de comunicación», dijo Reeves.
Los investigadores son optimistas en cuanto a que los hallazgos del proyecto pueden ser utilizados para fomentar un uso más saludable de las pantallas. «No se trata sólo de dar a la gente información sobre lo que están haciendo, sino de crear intervenciones en torno a ello», dijo Robinson. «Por ejemplo, si una persona está luchando por ser más activa físicamente, podemos identificar su uso de medios digitales asociado con periodos de comportamiento sedentario y dirigirlos, usando intervenciones cronometradas con precisión y ajustadas personalmente, hacia resultados más saludables».