España y Europa aún están en el vagón de cola del tren de la innovación. “La tecnología tiene un gran impacto en nuestra sociedad y economía. Si no reaccionamos puede que sea demasiado tarde para subirse a este tren, lo que tendría unas consecuencias devastadoras”, ha explicado Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Capital Partners, durante la presentación del informe “España: ¿nación emprendedora?”.
Este informe estima que la cuarta revolución industrial podrían suponer la desaparición de hasta cuatro millones de empleos y, si no se innova, no se sustituirán. “Si hay emprendimiento, hay innovación, lo que aumenta la productividad y, como consecuencia, el crecimiento y prosperidad de un país”, aclara De la Torre.
Este incremento de la productividad aumentaría los márgenes empresariales, los salarios, la igualdad social y la calidad de vida en general, incluyendo una mayor recaudación fiscal destinada a financiar el estado de bienestar, sin necesidad de aumentar los impuestos. “Un círculo virtuoso en el que, inequívocamente, todos los agentes ganan”, sostiene el economista jefe de Arcano.
Según el informe, España inventa menos que otros países porque no hay un marco adecuado de financiación y emprendimiento. Aun así, los autores aseguran que el panorama no es desolador: “Somos competitivos, nuestra calidad de vida atrae talento y tenemos capital humano formado».
De hecho, en comparación con casos de éxito como los centros de emprendimiento que hay en Estados Unidos, Israel o China la diferencia reside en la estrecha relación que ha guardado la empresa pública y privada. “En estos centros ha habido un diálogo constante entre las universidades, las empresas públicas y las privadas, lo que ha permitido su desarrollo”, defiende De la Torre.
Sin embargo, esta no es la única razón por la que España se sitúa a la cola de la innovación. El informe de Arcano encuentra cuatro razones: el acceso a la financiación, la creación y difusión de conocimiento, los impuestos y la regulación y las condiciones de mercado. “En relación con el acceso a la financiación, España está entre los peores países en las etapas de crecimiento. La financiación de la empresa se debe evaluar en todas las etapas de su vida. Por un lado, a las compañías en fase temprana, pero, además, una vez que pasan a una fase de crecimiento, también resulta clave el acceso a la financiación, para no paralizar o dejar morir proyectos muy prometedores. Por ello, fomentarla, en especial en venture capital (VC) de crecimiento, resulta clave para conseguir un potente ecosistema de start-ups”, argumenta De la Torre.
¿Qué puede hacer España?
Para mejorar las principales deficiencias detectadas, los expertos han recogido una serie de reformas que ayudarían a posicionar a España en la vanguardia de la innovación. Entre las reformas más relevantes destacan: facilitar la inversión de fondos de pensiones y aseguradoras en venture capital, fomentar los fondos de venture capital corporativos, generar regulaciones que fomenten el venture capital frente a otras clases de activos o facilitar el reciclaje empresarial para impulsar el emprendimiento de empresas jóvenes innovadoras.
En el plano de la generación y difusión de conocimiento, recomiendan reorientar los esfuerzos presupuestarios en facilitar el I+D+i privado, crear una oficina científica española técnica, fomentar las oficinas de transferencia de patentes de las universidades, con incentivos a investigadores acordes a sus logros, o facilitar la proximidad y el diálogo entre empresa, Universidad y Fuerzas Armadas.
Respecto al capital humano, inciden en la necesidad de atraer talento tecnológico, reformar la educación y formación continua para superar los retos de la cuarta revolución industrial o visibilizar casos exitosos de personas percibidas como “cercanas”, que impulsen la cultura emprendedora.
Para terminar De la Torre ha vuelto a insistir en los riesgos de no sumarse a esta revolución tecnológica y ha propuesto la creación de una autoridad de innovación española. “Es necesario crear una institución independiente del poder político que piense en el largo plazo. Esta autoridad podría impulsar el ‘deep-tech’ con investigación conjunta entre entidades públicas, privadas, universidades y Fuerzas Armadas”, concluye.