El dinero debería poder moverse a la velocidad de la luz. Pero no lo hace. Hay que esperar varios días para poder cobrar un cheque o liquidar una transacción bursátil. Esto puede cambiar con una nueva tecnología llamada blockchain (cadena de bloques), que se propone transformar el sector de los servicios financieros.
Según Ninou Sarwono, responsable de nuevas tecnologías de Capital Group, blockchain nos permitirá realizar todo tipo de transacciones, desde operaciones en mercados de renta fija y renta variable hasta procesos de votación, de forma más rápida, más segura y más barata. «No se trata solo de una tecnología disruptiva, sino de una tecnología fundacional que podría revolucionar los distintos sectores y crear nuevas economías». La mayoría de las grandes instituciones financieras están ya experimentando con blockchain, y algunas incluso han comenzado a adoptar esta nueva tecnología, que se está utilizando en algunos mercados de préstamos garantizados. Capital Group se está planteando cómo podría afectar esta tecnología a su forma de operar.
Es más fácil entender lo que es blockchain si entendemos lo que no es
No existe un único blockchain, lo que lo diferencia de internet. Tampoco es una divisa virtual, como el bitcoin, que comenzó a ganar importancia hace unos años y que suele confundirse con el blockchain. En todo caso el bitcoin sería una primera aplicación del blockchain, una tecnología subyacente que genera libros de registro digitales que se pueden compartir en redes públicas o privadas y que se utilizan para hacer un seguimiento de las transacciones. Estos registros se generan a partir de las transacciones realizadas, son aprobados por los participantes de dichas redes y grabados como bloques de información.
Los bloques de transacciones se van acumulando y se encadenan de forma segura a transacciones anteriores. Otros interlocutores pueden compartir estas cadenas de datos y añadir otras nuevas. Tal y como afirma James Bray, analista de inversión de Capital Group, la tecnología de la cadena de bloques resulta atractiva para las empresas financieras porque genera confianza entre las partes cuando se relacionan de forma directa. Eso es algo imprescindible a la hora de llevar a cabo transacciones financieras. «Blockchain puede tener muchos usos», afirma Bray.
Según señala Sarwono, no es necesario mantener una gran base de datos centralizada ni contar con «un intermediario o autoridad central» que garantice la legitimidad del proceso. Los miembros de la cadena pueden confirmar las transacciones y actualizar sus libros de registro en tiempo real. Este proceso es muchísimo más rápido, más seguro y más barato que tener que dirigir las transacciones a una base de datos centralizada que deba ser verificada y procesada.
Según un reciente estudio realizado de forma conjunta por Accenture y Aon, blockchain podría reducir en un 30% de media el coste de infraestructuras de ocho de los diez mayores bancos de inversión del mundo
Al sector financiero le vendría bien modernizarse. Los compradores y vendedores de muchos instrumentos financieros, incluidos los efectos comerciales, tardan tres días o más en liquidar dichas transacciones. Blockchain podría eliminar este retraso, permitiendo que los títulos y los fondos cambiaran de manos de forma inmediata, ya que podría confirmar al instante que el vendedor tiene el título y el comprador los fondos.
Según Bray, esto es una ventaja; pero además podría generar ganancias financieras. Los bancos deben mantener reservas de efectivo hasta que se liquiden muchas transacciones financieras. Si blockchain liquida dichas transacciones de forma inmediata, dichas reservas quedarían liberadas y los fondos podrían destinarse a otros usos más rentables.
Blockchain no solo es más rápido, sino también más barato. Según Sarwono, los consumidores suelen pagar una comisión de aproximadamente el 4% al enviar dinero a alguien que está en otro país. Una nueva empresa ha lanzado una aplicación que permite que dos personas puedan intercambiar dinero, mediante blockchain y sin intermediario alguno, por un precio inferior. La mayor parte de las entidades reguladoras también comienzan a acercarse a esta nueva tecnología, que podría ofrecerles transparencia y «rastreabilidad», algo que se echó en falta durante la crisis financiera que comenzó en 2008.