Desde calcetines inteligentes hasta prendas deportivas que miden el consumo de calorías, los sensores incorporados a la ropa están de moda, en lo que a tecnología se refiere. Uno de los materiales más clásicos, la seda, está en el punto de mira de la comunidad científica para el desarrollo de nuevas generaciones de prendas más flexibles y con mayor sensibilidad, capaces de monitorizar diversas de funciones corporales a la vez.
Yingying Zhang, Ph.D. de la Universidad de Tsinghua en China, presentaba sus conclusiones en la 254 Asamblea Nacional de la American Chemical Society (ACS) celebrada el 24 de agosto. “Hay un sinfín de posibilidades para los sensores de seda. Es el material idóneo para la fabricación de sensores en contacto con el cuerpo”, explica. “Una posibilidad es que se utilice como parte de un sistema inalámbrico integrado que permita a los doctores monitorizar a sus pacientes de forma remota para que puedan responder a sus necesidades médicas con más rapidez.”
Los sensores corporales, que generalmente se hacen con semiconductores, han mostrado un gran potencial para la monitorización de la salud, pero tienen limitaciones. Por ejemplo, los sensores que miden cambios en la fuerza no pueden ser muy sensibles y muy flexibles al mismo tiempo. La seda, un material natural que es más fuerte que el acero y más flexible que el nylon, puede ser la solución. Es ligera y biocompatible. Sin embargo tiene un problema: no conduce bien la electricidad. Para solucionarlo Zhang y su equipo han buscado maneras de mejorar la conductividad de la seda.
La primera es decididamente científica: trataron la seda en un entorno de gas inerte con altísimas temperaturas para que el material se cargara de carbono con algunas partículas de grafeno, que sí conduce
la electricidad. Con esta técnica lograron crear sensores de esfuerzo que podían medir presión y temperatura de forma simultánea. La otra solución es más creativa. El equipo de científicos crió gusanos de seda alimentados con nanotubos de grafeno o de carbono. Algunas de estas partículas se incorporan en la seda que producen los gusanos y, aunque todavía no han logrado fibras que conducen la electricidad, son optimistas y siguen trabajando sobre esta técnica.
Basándose en estos resultados preliminares Zhang quiere explorar cómo crear una red de sensores de seda auto sostenibles y alimentados por nano-generadores. Estos sensores podrían usarse para construir robots más “humanos” que sientan la humedad y la temperatura al tacto.