Las situaciones de crisis e incertidumbre, como la que estamos viviendo, obligan a que la función primordial de un asesor financiero sea, más que nunca, la de ofrecer tranquilidad a sus clientes. Obviamente, el asesor financiero personal debe seguir buscando aquellos productos y servicios que solucionen las necesidades de ahorro e inversión de los ahorradores. Pero, ante todo, tiene que acompañarles, ayudándoles a entender qué está ocurriendo actualmente y aportando la tranquilidad que el contexto no parece dar, ya que ni los medios de comunicación ni las conversaciones cotidianas en las que todos participamos contribuyen a generar calma.
Existen diversas formas de hacerlo: demostrando a los clientes que su asesor está constantemente a su disposición, ayudándoles a interpretar y analizar las noticias del sector, desvelando las razones por las que en muchas ocasiones están envueltas de alarmismo, o explicándoles cuáles son las oportunidades que pueden generar los mercados. Por tanto, uno de los aspectos más relevantes del trabajo cotidiano de un asesor es precisamente estar junto a sus clientes a lo largo del ciclo financiero de su vida. Se trata de satisfacer cualquier expectativa o inquietud que puedan tener: una respuesta a una consulta sobre la deuda pública, una visión profesional sobre la situación de los mercados financieros o una propuesta de ahorro para la jubilación
Tres cosas que le puedes pedir:
¿Qué pasa con la economía mundial y cómo me afecta? Un Family Banker puede contextualizar la situación geopolítica y sus incidencias sobre la economía. Hoy en día recibimos por tierra, mar y aire todo tipo de informaciones económicas que pueden distorsionar nuestra percepción de la realidad. Contar con un experto que simplifique qué pasa en el planeta a nivel financiero nos ayudará a entender mejor el mundo que nos rodea.
¿Qué hago cuando los mercados bajen? ¡Ante todo, mucha calma! Un buen asesor sabe que las emociones influyen en la toma de decisiones financieras. Por lo tanto, es un plus que nos ayude a gestionarlas. Sobre todo, en momentos críticos que, además, pueden convertirse en oportunidades de inversión. Nuestro estado de ánimo será anecdótico porque habremos trazado una estrategia al margen de los vaivenes del mercado. Planificación es sinónimo de tranquilidad.
¿Cuándo puedo llamarle? Cada vez que lo necesites. La disponibilidad y la escucha activa definen la labor de un Family Banker. Dedican el tiempo necesario a las necesidades y los anhelos de cada ahorrador. Un tiempo de calidad imprescindible para diseñar una planificación coherente que responda a lo que se espera en cada una de las etapas del ciclo financiero de nuestra vida. Sin duda, ese tiempo con un cliente no solo es necesario, sino imprescindible.
Tres cosas que nunca le puedes pedir:
Que haga previsiones. Ni siquiera uno de los grandes gurús de las finanzas, Warren Buffett, se ha atrevido jamás a vaticinar qué pasará en los mercados, por mucho que se lo pregunten año tras año. Y un asesor financiero tampoco debe hacerlo. Su función pasa por entender la marcha de la economía y ayudarnos a comprenderla para tener una visión global que nos ayude a tomar las mejores decisiones.
Que te prometa rentabilidades. ¡Error! Un asesor financiero jamás puede garantizar rendimientos a futuro. Es imposible. Al igual que las previsiones entran en el terreno de la profecía, es temerario e irresponsable aventurarse a hacer cualquier tipo de promesa de rentabilidad.
Que te ofrezca productos «milagro». Un asesor financiero de Banco Mediolanum jamás se guiará por una campaña de producto porque, simplemente, no existen. Planificar las finanzas de un ahorrador es algo más profundo que un producto o un vehículo