Si antes lo complicado era captar al cliente, con la llegada de MiFID II ese ya no es el paso más difícil. Al menos así lo cree Concepción Fernández, jefa de riesgo e investigación de 360 Fund Insight, quien reconoce que MiFID I se desarrolló para proteger al inversor, pero la crisis financiera puso de manifiesto su fracaso. «MiFID II añade nuevas responsabilidades para proteger más al inversor, pero con otras reglas del juego», afirmó esta experta durante una sesión organizada por la escuela Afi sobre las implicaciones de MIFID II en la selección de fondos de inversión.
Fernández destacó, además, los requisitos adicionales establecidos por la ESMA (European Securities and Markets Authority) a los que la CNMV se adhirió el pasado mes de diciembre. “Con estas novedades ya no solo hay que mirar el perfil del cliente y el producto, además hay que asegurarse de que el coste está claro y que es el más bajo para su perfil. Si además no le ofrezco el más bajo tengo la obligación de documentarlo”, ha explicado esta experta.
Otra de las novedades más importantes de la norma es, a su juicio, que si una firma solo trabaja con un distribuidor y éste no dispone de la clase de participación de un fondo más barata, la responsabilidad recae sobre el asesor y “ya no sirve justificarse o delegar la responsabilidad en el distribuidor”.
Respecto a las novedades en relación con la toma de decisiones en el proceso de emisión de recomendaciones o de gestión de carteras, Fernández identifica tres aspectos fundamentales: “la evaluación de si instrumentos financieros equivalentes pueden ajustarse al perfil del cliente, teniendo en cuenta el coste y la complejidad de los productos; la adopción de políticas y procedimientos para que las decisiones se documenten y se registren y la obligación de realizar un análisis coste-beneficio cuando las entidades se planteen cambios de inversiones”.
Fernández ha concluido que entre los beneficios de la nueva regulación para el sector financiero está “la reducción o eliminación del riesgo regulatorio, así como del riesgo reputacional, el aumento de la competitividad y el ahorro de costes”.