Mañana, 9 de septiembre, se celebra el Día Mundial de la Agricultura, una fecha que también debe invitarnos a reflexionar acerca del impacto de esta actividad en el medio ambiente. Este año, a mediados de agosto, la humanidad ya había consumido tanta materia prima renovable como la Tierra puede producir en todo 2021. Se trata, además de una fecha que no para de adelantarse gracias a diversos factores, entre ellos el consumo de carne. De hecho, podría retrasarse hasta 17 días si la humanidad redujera el consumo de carne un 50% a nivel mundial.
«Sin embargo, debido al aumento de la población mundial y la riqueza, se espera que el consumo de carne se incremente en otro 75% en todo el mundo en 2050. Si nos tomamos en serio la sostenibilidad, debemos contrarrestar rápida y decisivamente con alternativas proteicas a las de aves de corral, cerdo y ternera», señala Tim Bachmann, gestor del DWS Invest ESG Climate Tech.
La agricultura es uno de los cinco mayores emisores de gases de efecto invernadero
Pero, ¿qué es lo que realmente hace que el consumo de carne consuma tantos recursos? «Para la cría de ganado, hay que enviar enormes cantidades de soja y maíz como pienso desde las zonas cultivadas, especialmente en América Latina, por transporte marítimo hasta los principales compradores, como China y Estados Unidos. El uso excesivo de fertilizantes acidifica en exceso los suelos de los productores de piensos, lo que reduce la disponibilidad de tierras fértiles a largo plazo», afirma Bachmann.
Además, los animales suelen ser muy malos conversores de alimento. Por ejemplo, se necesitan tres kilos de pienso para producir 500 gramos de carne de vacuno. Para los peces, en cambio, la proporción es de uno. Sin embargo, la digestión «ineficiente» de los animales no sólo supone una pérdida de rendimiento de las cosechas, sino también grandes cantidades de emisiones. Por ejemplo, una vaca lechera emite cada día unos 235 litros de metano, lo que equivale a llenar una bañera y media. En todo el mundo, el ganado es responsable de una cuarta parte de las emisiones de metano.
En la actualidad, los aditivos alimentarios pueden mejorar el aprovechamiento, pero aun así la extracción de proteínas animales sigue siendo ineficiente. Por ejemplo, se calcula que cada año se sacrifican entre 60.000 y 70.000 millones de animales en todo el mundo, pero entre el 40% y el 50% de esta cantidad se desperdicia en forma de huesos y tendones. Y lo que no se tira es perecedero y debe transportarse continuamente y almacenarse en frío. El resultado es que la agricultura es uno de los cinco principales emisores de gases de efecto invernadero del mundo. «En este contexto, está claro que la creciente demanda mundial de alimentos ricos en proteínas no puede satisfacerse a largo plazo a partir de fuentes animales. Más bien, necesitamos alternativas de origen vegetal«, añade Bachmann.
Bachmann considera especialmente atractiva la producción de setas comestibles como sustituto de las proteínas. No sólo en las especies nacionales, como las setas de botón y los rebozuelos, sino también en el shiitake, el maitake y el eringi de Japón. En su opinión, estos hongos comestibles no sólo son alimentos de alta calidad, sino también muy económicos de cultivar y distribuir. Por ejemplo, el proceso de producción y refrigeración de 100 gramos de setas comestibles requiere sólo 0,2 kilovatios hora de energía, frente a los siete kilovatios hora de 100 gramos de carne.
¿Será la carne de vaca el nuevo carbón?
El equipo de Portocolom AV también reflexiona acerca del impacto de la carne en el medio ambiente. Según relatan, uno de los mejores restaurantes de Manhattan se plantea eliminar la carne roja de sus menús. Y según Boston Consulting Group y Kearney se trata de una nueva tendencia que no ha hecho más que empezar. ¿será la carne de vaca el nuevo carbón?
En EE.UU. en las cafeterías corporativas y los comedores de los colegios se está empezando a reducir considerablemente el consumo de carne de vaca. Se están alzando voces en contra de la carne roja, el chef Jamie Oliver y Bill Gates está promoviendo las plant-based foods, dietas ricas en vegetales. Mirando hacia el cambio climático, no debemos olvidar que la cría de ganado vacuno es altamente contaminante. Según un estudio de 2018 de “the journal Science”, por gramo de proteína una vaca tiene impacto en el clima 6 veces más que un cerdo, 8 veces más que las aves de corral y 113 veces más que los guisantes, explican desde Portocolom.
Según datos de la FAO, cada año todas las vacas del planeta liberan a la atmósfera 100 millones de toneladas de metano que tienen el mismo efecto que 2.500 millones de toneladas de CO2. Compañías como Impossible Burger y Beyond Meat han sido pioneras en crear plant-based hamburguer, o hamburguesa basada en vegetales, criticadas por sus competidores de la industria cárnica por ser ultra procesadas y por no ser beneficiosas para la salud. «No podemos obviar las consecuencias negativas de no comer carne, por ello, están surgiendo oras alternativas cuya tecnología se está probando actualmente: se trata de carne de laboratorio, y consiste en cultivar carne a partir de células madre musculares extraídas de animales, aunque esta tecnología se encuentra en fase de desarrollo. Un estudio de la Universidad de Oxford ha revelado que la carne sintética produce inicialmente menos calentamiento que el ganado. En definitiva, es pronto para sacar conclusiones», reflexionan.