Pese a que puede poner a prueba la paciencia de los padres, que los niños aprendan a cocinar y les guste, ayuda a que coman mejor y se atrevan a probar de todo. Según el último estudio realizado por el comparador Acierto.com, aquellos que lo hacen comen casi un 80% más de verduras y consumen una tercera parte de calorías.
Y no solo les ayudará cocinar sino hacer la compra y sentarse a la mesa junto a sus padres. Sí, porque todo esto les permitirá adquirir patrones alimentarios más saludables que mantendrán cuando crezcan. Contar con conocimientos culinarios también les permitirá organizarse mejor y ahorrar en la cesta de la compra cuando sean mayores.
Además, cuentan con una autonomía mayor, lo que no está nada mal si tenemos en cuenta las elevadas tasas de obesidad infantil en nuestro país. Según la OMS, en España un 19% de los niños y un 17% de las niñas sufren obesidad.
Más beneficios de la cocina
Más allá de los beneficios relacionados con la nutrición, es obvio que cocinar es una actividad que une y que estrecha los vínculos familiares. Requiere concentración, trabajo en equipo, paciencia, esfuerzo y también responsabilidad si, por ejemplo, necesitamos dejar algo en el fuego haciendo chup-chup durante determinado tiempo. Además resulta entretenido y creativo. Otros puntos de responsabilidad tienen que ver con la limpieza y con la necesidad de arrimar el hombro a la hora de participar en las tareas de la casa. Enséñales a limpiar sobre la marcha y a ser multitarea.
Asimismo, favorece el desarrollo de sus destrezas psicomotoras y habilidades matemáticas como contar y medir -o distribuir el dinero de la compra-, así como la alfabetización -si leen las recetas con nosotros-. También les brinda la oportunidad de trabajar la memoria y les enseña a ser metódicos.
¿Escuelas de cocina o cocinillas caseros?
Si quieres contagiarle a tu hijo la pasión por la cocina, existen varias opciones: hacerlo en casa o apuntarle a una escuela de cocina específica. Respecto a estas últimas, el mercado ofrece un amplio abanico de centros especializados, sobre todo en las grandes capitales. Hasta existen libros de cocina para peques -como «Qué comemos hoy» de Ángels Navarro, y «Pequeño Gran Chef» de Marian Montoro.
Si finalmente optas por hacerlo en casa, no olvides tomar las medidas de seguridad necesarias. Ten en cuenta que la mayoría de accidentes infantiles se producen en el ámbito del hogar. Adapta las labores a su edad y no les dejes utilizar los cuchillos ni utensilios más peligrosos. Puedes plantearlo como un juego, con zonas prohibidas o similares que les resten “puntos”, sobre todo si tu peque es muy competitivo. Eso sí, incúlcales siempre las normas de seguridad antes, y evita hacerlo sobre la marcha. Las reglas del juego han de quedar claras.
Respecto a las tareas por franja de edad, te ofrecemos algunos ejemplos prácticos:
De 4 a 6 años: que casquen huevos y los batan, que pisen patatas o similares con el tenedor, que distribuyan la harina o mantequilla por un molde, que ensarten los trocitos de carne o fruta en una brocheta, que decoren dulces, que muelan con el mortero.
De 6 a 8: puedes dejarle pesar, exprimir cítricos, rayar pan, estirar masas, hacer figuritas, usar las tijeras, recoger los utensilios, guardarlos y secarlos.
Más adelante: emplatar, cortar con supervisión, usar manga pastelera, etcétera.
Dejando a un lado la cocina también es importante que llevemos a nuestros hijos a restaurantes (en los que, por supuesto, evitaremos pedir el menú infantil). La idea es que el peque se acerque de forma lúdica a nuevos ingredientes y que pruebe productos a los que no tiene acceso en casa de manera habitual.