A la hora de envejecer, la mayor parte de la población señala que lo que más teme es “perder la cabeza”. El alzhéimer afecta a una de cada 10 personas mayores de 65 años. Cada 70 segundos se diagnostica un caso nuevo en Europa.
Cuando nos enfrentamos a esta enfermedad, existe la noción de que la demencia senil no se puede prevenir. A unos les toca y a otros no. Sin embargo, numerosos estudios publicados durante los últimos años están ligando una de las pandemias de nuestra generación, la diabetes tipo 2, con el alzhéimer, hasta el punto que los enfermos de diabetes tienen el doble de riesgo de padecer alzhéimer que los que no lo son.
Sin embargo, no solo los diabéticos corren mayor riesgo de desarrollar alzhéimer. Según apuntan expertos de NYU Stern School of Business, la hiperinsulemia, que generalmente está causada por prediabetes, diabetes en estado incipiente o sin diagnosticar, o por la obesidad, es responsable de casi la mitad de los casos de alzhéimer.
La Asociación Americana de Diabetes estima que unos 8,1 millones de norteamericanos sufren diabetes sin diagnosticar y 86 millones prediabetes. En Europa no existen cifras oficiales de prediabetes, pero un estudio que unifica expertos de varias instituciones europeas estimaba, en 2005, que un 10% de la población europea podría sufrir prediabetes (un 50% de en el caso de los mayores de 60 años). De éstos, un 30% probablemente desarrollarán diabetes tipo 2 en al cabo de cinco años.
Fármacos comunes
Otro estudio de 2016 publicado en la revista Diabetologia de la Asociación Europea para el estudio de la diabetes demuestra que la relación entre diabetes y alzhéimer es tan estrecha que los fármacos que se administran para controlar la diabetes pueden incluso mejorar los síntomas y la progresión del alzhéimer.
Los autores de este estudio indican que alrededor de un 80% de los pacientes que padecen alzhéimer también sufren algún tipo de diabetes o problema de metabolización de la glucosa. Esto es extremadamente relevante dado que la gran mayoría de los casos de alzhéimer no son hereditarios, por lo que hay que buscar la causa de la enfermedad en el estilo de vida del paciente, o en efectos secundarios de otro padecimiento.
Desde NYU Stern School of Business, y tras haber analizado en profundidad numerosos estudios científicos que ligan la diabetes con el alzhéimer y sus devastadores efectos tanto en las familias como para la economía, sugieren una actuación inmediata por parte de las autoridades para difundir esta relación entre el público y generalizar los análisis de hiperinsulemia, especialmente entre los individuos que o bien han sido diagnosticados con algún tipo de demencia o bien tienen factores de riesgo.
En concreto, señalan que:
En primer lugar, dado el riesgo de que un elevado porcentaje de la población puede sufrir prediabetes sin saberlo, debería generalizarse la prueba médica que lo diagnostica.
Por otra parte, todos los enfermos de demencia deberían someterse a un análisis de intolerancia a la glucosa, puesto que la intervención médica puede ralentizar o incluso revertir la enfermedad cognitiva.
En tercer lugar, la tolerancia a la glucosa debería incluirse entre los análisis generales y periódicos que se realizan entre la población.
Por último, las autoridades sanitarias y de protección del consumidor (FDA en EE.UU. y su equivalente en Europa), deberían considerar la inclusión obligatoria del índice glucémico en el etiquetado de los alimentos.