Un fondo de inversión es un vehículo de inversión que se constituye juntando el dinero de varios inversores que se denominan partícipes. Una gestora será la encargada de administrar el fondo y serán los expertos de esa gestora los que decidirán en qué invertir el dinero de todos los partícipes diseñando una cartera de inversión.
Invertir en fondos tiene varias ventajas como por ejemplo la gestión profesional, ya que tu dinero siempre quedará en manos de expertos. Asimismo, podremos beneficiarnos de la diversificación, invertir en fondos nos permitirá invertir en distintos mercados, tipos de activos o sectores. Incluso podremos acceder a mercados o sectores en los que por otra vía sería muy difícil invertir, como por ejemplo el mercado chino. Otra de las ventajas es la liquidez, ya que en un fondo podremos vender y comprar participaciones de forma muy fácil.
Sin embargo, una de las mayores ventajas de estos vehículos es la fiscalidad, ya que el dinero que tenemos en los fondos no tributa hasta que no vendemos las participaciones. Además, si queremos cambiar nuestro dinero a otro fondo, lo haremos a través de un traspaso, donde no se considera que estamos rescatando el dinero de un fondo por lo que no tributa como tal.
Tipos de fondos
Existen muchos tipos de fondos y antes de elegir el que más nos conviene es necesario definir nuestro perfil de inversor, para ver nuestra tolerancia al riesgo, y un horizonte temporal. Por ejemplo, un inversor conservador preferirá invertir en activos poco volátiles, mientras que uno agresivo todo lo contrario. Podemos encontrar fondos de muchos tipos.
Fondos de renta fija, renta variable, fondos mixtos (combinan renta variable y fija), los fondos globales (son de los más arriesgados ya que no tienen definida una política de inversión), fondos garantizados (que garantizan que se recupere, como mínimo, la totalidad o una parte de la inversión inicial en una determinada fecha), fondos de gestión pasiva (replicar o reproducir un índice bursátil o financiero), fondos de retorno absoluto (persiguen obtener a medio plazo rentabilidades positivas, con independencia de la evolución del mercado y con una volatilidad controlada) o fondos monetarios (no invierten en renta variable, materias primas o divisas. La duración media de su cartera es igual o inferior a 6 meses y solo pueden invertir en activos de elevada calidad crediticia).