El planeta nos avisa: el ritmo de vida y la economía que hemos diseñado no es compatible con la salud del medio ambiente, por lo que nuestros esfuerzos deben ir hacia la construcción de un mundo más sostenible. Sin embargo, la transición a una economía climáticamente neutra no es gratuita y hacen falta grandes inversiones en todos los sectores económicos para alcanzar los objetivos de sostenibilidad medioambiental de la Unión Europea, y una parte sustancial de estos flujos financieros tendrá que proceder del sector privado, según advierte la Comisión Europea.
El sector financiero ya ha dado un paso al frente con iniciativas como Net Zero, en la que las entidades se comprometen a que todas sus carteras de crédito y de inversión sean neutras en emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050, o el lanzamiento de numerosos vehículos que nos ayudan a alinear nuestro valores con nuestras inversiones.
La Unión Europea, por su parte, con el Plan de acción de finanzas sostenibles insiste en la importancia de reorientar los flujos de capital privado hacia inversiones más sostenibles desde el punto de vista del medio ambiente y exige replantear por completo el marco financiero de la UE.
Los reguladores también han volcado sus esfuerzos en crear normas que impulsen la inversión sostenible como la Taxonomía, la normativa SFDR o ahora la conocida como Green MIFID. Esta última, obligará a las empresas de gestión de activos y asesoramiento a preguntar a los clientes por sus preferencias de sostenibilidad. Está previsto que la norma entre en vigor a principios de agosto, por lo que este verano tendremos que ir reflexionando acerca de nuestras preferencias como inversores.
Cathrine De Coninck-Lopez, jefa global de ESG en Invesco, considera que esta nueva casilla a marcar en el test de idoneidad que se debe hacer a los potenciales inversores será un gran tema en España por la naturaleza de su mercado. Sin embargo, Miguel Camiña, CEO y cofundador de Micappital, alerta de que falta muchísima educación financiera para que la gente entienda la necesidad de ahorrar e invertir, y más aún cuando hablamos de sostenibilidad. “Pero, además, hace falta mejorar el acceso a este tipo de productos y mucha más transparencia en el impacto y sostenibilidad de los productos financieros”, añade.
Un impulso para la inversión verde
Según explica De Coninck-Lopez: “Esta pregunta forzará conversaciones que muchos no se habían planteado. Podría pasar que alguien que prefería dar a la caridad antes que invertir sabe que puede unir sus valores con sus inversiones y considera esta vía”, señala la experta de Invesco. Además, considera que España está empezando a verse cómo un país más comprometido con los criterios ESG.
En opinión de Miguel Camiña, sin duda cada vez más inversores buscan inversión sostenible, incluso inversión de impacto. Coincidiendo con De Coninck-Lopez, Camiña considera que, en muchos casos, este tipo de inversión sirve como llamada de atención para los ahorradores a los que no les gusta invertir, o que no tienen un interés por las inversiones, pero sí por que su dinero genere un impacto positivo en el planeta.
También para Marc Leutscher, responsable de Inversión, producto y riesgos de gCapital Wealth Management EAF y socio de Aseafi, indudablemente, la inversión ESG recibirá un impulso importante. “La mayoría de los inversores responderán positivamente”, pronostica.
Sin embargo, advierte de que, si se tienen en cuenta criterios de rentabilidad, es pronto para saber si habrá un impacto positivo ya que considera que todavía no se tiene suficiente evidencia que la inversión ESG aporte una rentabilidad superior. “En tal caso no sabemos todavía si el inversor responderá de igual manera. Tenemos la esperanza que, a medio plazo, con un volumen creciente en inversión ESG, disfrutaremos de una mayor rentabilidad comparado con productos convencionales”, apunta.
“Para los clientes minoristas, estamos pendientes del desarrollo regulatorio y técnico. En cuanto estos desarrollos se asienten, será responsabilidad de los asesores familiarizar sus clientes con la inversión ESG. Será nuestro objetivo realizar esa educación financiera y mostrar el impacto positivo de la inversión ESG sobre la economía y la sostenibilidad, concienciar al inversor minorista del papel tan importante que va a desempeñar en estos temas”, explica.
Qué pasa si marcamos la casilla, pero no cuentan con oferta sostenible
Podría ocurrir que como inversores marquemos la casilla de preferencias sostenibles pero que la entidad no cuente con productos que se ajusten a nuestras preferencias, ¿qué ocurre entonces? En el supuesto de que el producto no cumpla ninguno de dichos criterios, no podrá ofrecerse al cliente. En estos casos, la norma establece que el cliente tendrá que cambiar sus preferencias sostenibles. Sin embargo, esto no podrá ser el estándar y la entidad tendrá que documentarlo, explicar el cambio de perfil y además será monitorizado.
Por otro lado, si el cliente no marca la casilla de sostenibilidad no quiere decir que se deban excluir de su cartera los activos sostenibles, sino que se declara neutral.
Leutscher explica que las entidades que ofrecen una arquitectura abierta de producto tendrán una gran ventaja. Pero que las EAFs que usan fondos asesorados propios en la asignación de los clientes más pequeños, será un reto responder positivamente a estas preferencias. “Adaptar estos fondos al Artículo 8 será complicado, aunque se intentará integrar la ESG, como ya se está haciendo con buenos resultados, sin cumplir criterios vinculantes”, apunta.
Sin embargo, Camiña señala que las entidades ya están creando productos sostenibles o teniendo cierta oferta, por lo que será muy raro que una entidad no tenga ningún producto con estas características. “Otro tema será si esos productos serán de la suficiente calidad como para ser inversiones interesantes”, advierte-
¿Se retrasará la regulación?
La entrada en vigor está prevista para principios de agosto, pero hay sospechas de que pueda retrasarse. Leutshcer, sin embargo, no está en ese equipo. El asesor considera que sí se podrá seguir adelante con el calendario propuesto.
“Las autoridades europeas de supervisión (ESA) publicaron el pasado mes de octubre su informe final sobre el borrador de normas técnicas de regulación (RTS), aunque su aplicación se retrasará 6 meses y serán exigibles a partir de enero 2023. Sin embargo, FinDatEx (Financial Data Exchange Templates, estructura en la que representantes del sector de servicios financieros normalizan los intercambios de datos) ya publicaron este mes la primera versión de la EET (European ESG Template). Aunque ésta sea todavía una versión light de la EET, será suficiente para poder trabajar a nivel de MiFID/IDD a partir del 2 de agosto”, valora.
Desde el momento en que los fabricantes empiecen a proporcionar la EET de sus productos, que se espera a partir del 1 de junio, Leutscher considera que los asesores tendrán la información necesaria para seleccionar productos que respondan a las preferencias de sus clientes. “En cuanto al diseño de los nuevos cuestionarios y cómo se van a traducir las preferencias de los clientes queda bastante trabajo por realizar. Los cambios normativos son complejos y relevantes para la modificación de los algoritmos y test utilizados para evaluar la idoneidad y la correspondiente revisión de la gama de productos. Habrá que estar muy atentos a cómo se van a implantar por parte de los estados miembros”, advierte.