La taxonomía de la Unión Europea es una herramienta para ayudar a los inversores a identificar y responder a las oportunidades de inversión que contribuyen a los objetivos de la política medioambiental, y a comprender si una actividad económica es ambientalmente sostenible.
Su objetivo principal es convertirse en el lenguaje común entre inversores, emisores, legisladores y empresas, que contribuya a aumentar la confianza en que efectivamente las inversiones verdes cumplen con unos principios y estándares ambientales sólidos y transparentes, alineados con los compromisos del Acuerdo de París y los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
Para ser incluida en la taxonomía, una actividad económica debe contribuir al menos a uno de los seis objetivos ambientales y no causar daños significativos a los otros cinco, además de cumplir con unas garantías sociales mínimas.
Para despejar dudas sobre qué es y qué no es la taxonomía, el informe de Spainsif «La ISR en 2 minutos» lo ilustra de la siguiente forma:
¿Qué criterios tiene que cumplir una actividad para ser incluida en la taxonomía?
Hay seis objetivos ambientales que han sido utilizados como criterios de inclusión y son: la mitigación del cambio climático, la adaptación al cambio climático, la utilización sostenible y protección del agua y de los recursos marinos, la transición a una economía circular, la prevención de residuos y reciclado, la prevención y control de la contaminación y protección de ecosistemas saludables.
Una vez se cumplan estas bases, para que una actividad económica sea elegible debe respetar otros cuatro puntos: debe contribuir sustancialmente a uno o varios de los objetivos ambientales, no tienen que dañar significativamente la consecución de cualquiera de los otros objetivos ambientales, cumple con las mínimas garantías sociales (basadas en los convenios fundamentales del trabajo de la OIT) y cumple con los criterios de selección técnica.
La regulación futura sobre taxonomía se centrará en que los inversores institucionales y gestores de activos que comercializan productos de inversión bajo la denominación de ambientalmente sostenibles expliquen si han utilizado los criterios de la Taxonomía y cómo los han aplicado.
Sin embargo, no todos los actores están obligados a divulgar si utilizan los criterios de la taxonomía para sus productos ambientalmente sostenibles. En la siguiente tabla se pueden ver los usos y usuarios de la taxonomía.
Los impactos de la taxonomía
Según se desprende del informe, se espera que la taxonoia genere beneficios para los participantes de los mercados financieros, en particular bancos y aseguradoras, al facilitar la identificación de activos sostenibles y, en consecuencia, la integración de los factores de sostenibilidad en sus decisiones de inversión.
Los consumidores minoristas se beneficiarán de una mayor transparencia, un acceso más fácil a los productos financieros verdes y una mejor comparabilidad. Los reguladores y supervisores podrán aprovechar la Taxonomía para implementar nuevos marcos de inversión verde a un coste menor.
Para las empresas contar con un marco científico y basado en la evidencia para definir lo que es ambientalmente sostenible les proporciona una dirección de actuación definida, brindando oportunidades de financiación y permitiéndolas acceder a la financiación para I + D, al mercado de bonos verdes y a una mayor diversificación de su base inversora.