Ser optimista y hablar de las perspectivas de inversión para 2019 no es incompatible. En opinión de Santiago Satrústegui, presidente de Abante, el mercado está descontando una recesión que no se va a producir a corto plazo. Su equipo de gestión y análisis ve claro un menor crecimiento, pero eso no justifica el pesimismo que muestra el mercado, en especial el que experimentó durante las últimas semanas de diciembre.
Las caídas que sufrió el mercado a finales de año dejan un horizonte de oportunidades de inversión. Además, aunque persiste el temor a una desaceleración económica, enero ha arrancado con un cambio de sentimiento y cierta recuperación de las bolsas. Ahora solo queda separar el ruido del mercado e identificar los activos donde merece la pena estar.
A la hora de hablar de la clase de activos en los que se encuentran más cómodos, el equipo de Abante destaca la renta variable europea y oportunidades puntuales en renta fija, como por ejemplo, la deuda subordinada financiera. “Nuestra preferencia en este comienzo de año ha sido mantener la renta variable sobreponderada. En general, tenemos una cartera global y diversificada, pero hay zonas geográficas que queremos favorecer en este arranque de año: Europa y los emergentes”, ha explicado Marta Campello, gestora de Abante.
En el caso de Europa, Campello afirma que están encontrando rentabilidades por dividendo que están cerca del 4,4%, algo realmente atractivo si se compara con el bono alemán a cinco años que sigue en negativo. “Encontrar un diferencial tan amplio es bastante inusual”, subraya.
Respecto a los mercados emergentes, la gestora de Abante reconoce que tradicionalmente han sido muy cautos con esta clase de activos, pero las valoraciones han mejorado. “Estamos viendo en términos de valoración oportunidades que no veíamos desde 2008. Vemos más valor en Asia que en América Latina, donde no estamos tranquilos en el plano político”, matiza Ángel Olea, director de inversiones de Abante.
En cambio la gestora sigue negativa en renta fija porque las rentabilidad que se pueden esperar siguen siendo bajas. En opinión de Campello, la relación rentabilidad y riesgo sigue sin buena en renta fija. “Asumir riesgo de duración en este momento es peligroso. A los niveles actuales, la cobertura que puede ofrecer la renta fija es baja. Donde sí ven algo de valor es en la deuda subordinada financiera, que puede resultar una oportunidad interesante en un mundo en el que las rentabilidades son mínimas”, añade la gestora.
2018, un mal año para la gestión activa
Lo que todo el equipo considera clave para el próximo año es la gestión activa. Según explica Olea, en general 2018 ha sido un mal año para la gestión activa. “A menos que uno haya ido muy pegado a los índices, ha sido un año duro para los gestores activos. Se ha perdido mucho alfa, pero creo que eso es algo que podemos revertir y que este año es una gran oportunidad para recuperar todo ese alfa que hemos perdido. El mercado ha estado sensible y nervioso, pero el año a arrancado bien”, afirma.
En opinión de Campello, «un entorno de mayor dispersión en las valoraciones es un caldo de cultivo fantástico para que la gestión activa vuelva a brillar y nos devuelva parte del alfa que se perdió el año pasado. El entorno actual es bueno para la gestión activa”.
Balance y perspectivas
De cara a este año, Joaquín Casasús, director general de la gestora de Abante, coincide con el consenso de mercado y descarta por completo una recesión a corto plazo. “En 2018 no ha habido donde esconderse. No es fácil encontrar una explicación sobre lo que ha sucedido en los últimos meses en los mercados, dado que los datos económicos son buenos (fuertes en Estados Unidos y razonables en Europa) y hay, en estos momentos, muy pocos países en recesión. En términos de crecimiento, el mundo ha tenido un comportamiento razonable”, señala Casasús.
Y añade que esta evolución macro se ha trasladado a los beneficios empresariales -a falta de conocer el cierre de la temporada, que se conocerá en las próximas semanas-. “La incógnita es cómo serán los resultados corporativos este año”, comenta, “seguramente, crecerán menos, pero no parece que se vayan a desplomar”. Así, habiendo tenido una evolución positiva la economía y los beneficios, el mal comportamiento del mercado en 2018 se explica porque “ha habido bastante ruido en el año”.
Este ruido ha venido del ámbito político y las cuestiones en las que tuvieron puesta la mirada los inversores el año pasado continúan siendo el foco de atención en este inicio de 2019: como la guerra comercial entre China y Estados Unidos, el Brexit, la unidad europea o el precio de activos como el petróleo, entre otros temas.