En 2017, la rentabilidad de las carteras medianas de Indexa, las que más patrimonio acumulan (entre 10.000 y 100.000 euros) se ha situado entre el 1,5% y el 8,7%, en función del perfil de riesgo. Según un comunicado remitido por Indexa Capital, «gracias a la gestión indexada, con diversificación global, automatizada y con comisiones radicalmente bajas Indexa ha conseguido añadir entre 0,2 puntos y 5,4 puntos más de rentabilidad sobre el benchmark.
Unai Ansejo, co-CEO y fundador de Indexa Capital asegura, no obstante, que “conviene recordar que rentabilidades pasadas no garantizan ni hacen más probables rentabilidades futuras. El año 2017 ha sido un período habitual en el cual, la bolsa (renta variable) ha obtenido una rentabilidad superior que los bonos (renta fija), la cual, ha acabado siendo positiva (salvo los bonos de gobierno). Por clases de activo, destacan especialmente las acciones de países emergentes que han subido más del 20% en 2017.” En cuanto al benchmark (índice de referencia) de las carteras, ha obtenido una rentabilidad entre el 1,3% y 3,3%.
Ansejo destaca que han conseguido añadir un 2,6% de rentabilidad sobre la media de los fondos españoles de renta fija mixta internacional y de renta variable mixta internacional. “Esta diferencia está algo por debajo del 3,2% anual que esperamos obtener en el largo plazo. No obstante, si analizamos un
plazo más amplio a los dos años que llevamos operando en Indexa, la diferencia es sensiblemente superior: entre un 2,4% anual para la Cartera 1 (menos riesgo) y un 6,6% anual para la Cartera 10 (más riesgo), con una media de nuestras carteras un +4,4% anual por encima de su benchmark”.
Cabe destacar, según Ansejo, que en los dos años que Indexa lleva operando en el mercado ha ofrecido entre 1,5 y 3,3 veces más rentabilidad ponderada por riesgo que lo que han podido capturar los gestores activos y en términos absolutos el mercado ha ofrecido un ratio de Sharpe en general en torno a 1.
¿Qué podemos esperar en los próximos años?
Según Unai Ansejo “Es poco probable que un ratio de Sharpe de 1 se mantuviera en el largo plazo. Por poner un ejemplo, si cogemos datos del S&P 500 desde 1871 hasta el 2017 (fuente Robert Shiller) vemos que la rentabilidad neta de inflación ha sido de 8,6% anual y la volatilidad de 18,5%. Suponiendo que la inflación es una buena proxy del tipo libre de riesgo, esto da un ratio de Sharpe de largo plazo de 0,46. La mitad de lo que hemos visto en los últimos dos años», explica.
Por otro lado, si calculamos el ratio de Sharpe del mercado con fechas más actuales (1950-2017) el resultado es 0,52 que es muy similar. «Esto significa que de aquí en adelante debemos esperar o una menor rentabilidad realizada o una mayor volatilidad realizada o las dos. Es decir, debemos esperar que el ratio de Sharpe se vaya reduciendo progresivamente hacia niveles más normales. Si fuéramos unos gestores activos, ahora mismo contaríamos que esta buena rentabilidad se ha conseguido en base a nuestras capacidades de análisis y obtención de datos superiores. Pero lo cierto, es que simplemente hemos recogido la rentabilidad que ofrece el mercado y la hemos cedido a nuestros clientes a través de unas comisiones bajas”, concluye Ansejo.