La base sobre la que se asienta el «value investing» es la identificación y compra de activos con descuento a la espera de que, a medio o largo plazo, éstos alcancen su precio objetivo. De hecho, para Iván, Martín, unos de los gestores «value» mas reconocidos del panorama español, «toda inversión inteligente es value».
Durante una conferencia en la sede de Caser, Martín ha explicado el día a día de un gestor value y, en concreto del equipo de Magallanes Value Investors, la firma que fundó en el año 2015. «Toda nuestra actividad está dedicada al análisis porque para saber si compras con descuento hay que saber el valor real del activo. El resto del tiempo lo dedicamos a explicar lo que hacemos».
Para un gestor value, explica Martín, la lectura es una actividad clave porque «requiere tener una inquietud». En este sentido, por sus manos pasan las cuentas de resultados anuales de empresas y otros informes financieros. De ahí se salta al análisis cuantititativo que determinará el valor objetivo de ese activo (compañía) y modelos más sofisticados que tienen en cuenta variables como los flujos de caja, competencia, proveedores, etc.
En Magallanes analizan en torno a un centenar de empresas al trimestre y apenas se presta atención a la información diaria que estas empresas puedan generar. «No actualizamos la información diariamente según lo que diga Bloomberg». La labor de recabar toda la información posible de las empresas se completa con reuniones con los equipos gestores. «Tenemos unas 250 reuniones con empresas y analistas. Esto es una media de una o dos al día», explica Martín.
En cuanto a la actividad de comunicación, Martín imparte unas 24 conferencias al año, lo que se traduce en una media de dos al mes. «Es un trabajo apasionante si nos atenemos a la definición de que el mejor trabajo es aquel en el que no hagas lo mismo cada día», afirma.
En el proceso de selección de compañías, se descartan muchas. De hecho, el fundador de Magallanes destaca que «una parte importante de nuestro trabajo es descartar empresas bien porque el equipo gestor sea un desastre, porque el sector no nos atrae o por una cuestión de valoración». En este sentido, sólo una de cada cuatro compañías de las que analizan entra, finalmente, a formar parte de su cartera.
Ser «value investor» añade años de vida
Desde un punto de vista personal, Martín recomienda el «value investing» por una cuestión de longevidad ya que asegura que la mayoría de este tipo de inversores gozan de una longevidad muy alta.
Martín también aprovecha para marcar la diferencia entre el «value investing» y la especulación que radica en que, en el primer caso, se invierte en activos con descuento y en el segundo caso, se compra sin tener en cuenta este aspecto. «Comprar un activo a su valor pensando en que mañana su precio será mayor es especular. Es legítimo y, de hecho, cuantos más agentes inviertan así, más ineficiencias encontraremos los value investors. Si todos fueramos ‘value’, yo no estaría aquí y el mundo sería de los ETFs», asegura.
Para un inversor «value», lo idóneo es que la fuente de rentabilidad provenga del precio. «No queremos que la fuente de nuestra rentabilidad sea que hay otro comprador dispuesto a comprar nuestros activos sino que nuestra fuente de rentabilidad sea comprar barato».
Otro de los atributos que, a su juicio, debe tener este tipo de inversores es la paciencia ya que «el mercado pone a prueba tu análisis y aguantar una posición en contra de la mayoría es muy complicado». De hecho, Martín reconoce que las ideas de inversión con las que más dinero ha ganado son aquellas que más le ha costado defender.
El margen de seguridad, la mejor póliza
El margen de seguridad o, lo que es lo mismo, el descuento en el precio del activo es la poliza de vida de un inversor «value». Martín destaca, además, el enorme poder del interés compuesto en el largo plazo. «No poner a trabajar nuestro dinero, hace que lo perdamos y, en el largo plazo, el efecto de las noticias positivas o negativas se suaviza y la acción tiende a ir detrás de los resultados. Todo cae por su propio peso», explica.
Por último, Martín detalla el tipo de empresas que más les gustan: empresas ignoradas por el mercado, con un enfoque diferente o contrario, controlada o gestionada por una familia, al margen de las modas e infravaloradas. Como ejemplo de las que no les gustan, Tesla. «Em la carrera por el coche eléctrico el mercado está identificando ganadores y perdedores. Entre los primeros solo Tesla y, entre los segundos, todos los demás. La realidad es que los que más están invirtiendo en I+D+i no son los Tesla del mundo», concluye.