La inversión con fines medioambientales es una de las megatendencias del futuro, junto con la longevidad y la automatización. Abarca varios subsectores, como el agua, la eficiencia energética y la gestión de residuos. Gestionar un universo de inversión tan amplio cuya capitalización de mercado duplica al mercado alemán en su conjunto es el gran retos de los gestores de fondos sostenibles como el Nordea 1-Global Climate and Environment.
Para Thomas Sørensen, gestor del fondo, es importante distinguir aquellos valores que más aportan a la megatendencia que, en su opinión, son aquellas compañías tecnológicas que contribuyen al ahorro de recursos y energía y ayudan a producir más con una menor aportación. «Nos gustan las firmas con la capacidad de beneficiarse del aumento de la demanda en el marco de las empresas de este ámbito. En otras palabras, en nuestro universo de inversión solo se pueden encontrar las compañías cuyos ingresos proceden, en su mayoría, de un producto o servicio que contribuya claramente a una sociedad más eficiente y sostenible», explica.
Los gestores de la cartera se centran en identificar los valores de renta variable mundiales que generen una parte significativa de sus flujos de caja futuros a partir de su exposición a la megatendencia centrada en el clima y el medio ambiente. «Con los años, hemos identificado un universo de inversión exclusivo de alrededor de 1.100 empresas con una capitalización bursátil conjunta de alrededor de 5 billones de euros. Por lo general, cada valor de nuestro universo de inversión encaja en una de las clasificaciones que usamos para dividir y analizar mejor nuestro universo: eficiencia de recursos, protección medioambiental y energía alternativa», explica Sørensen en una entrevista a Futuro a fondo.
La filosofía del fondo les llleva a no confiar únicamente en empresas que estén motivadas por políticas y subvenciones relativas al medio ambiente
A su juicio, «cierto es que un contexto político favorable es positivo, pero no es el catalizador principal. Priorizamos las firmas con una tecnología que tenga sentido económico desde una perspectiva medioambiental, así como de cara a los clientes. A menudo, el periodo de recuperación es muy breve, lo que supone un gran incentivo para adoptar estas políticas».
Los gestores del Nordea 1-Global Climate and Environment creen que este tipo de inversión orientada a soluciones es única, dado que se centra en encontrar beneficiarios activos de la tendencia centrada en el clima y el medio ambiente en vez de simplemente evitar las empresas que tengan un efecto
negativo (p. ej., los valores de carbón o petróleo). Algunas de las empresas en las que invierte son National Grid, Ecolab y Kerry Group.
Si bien se trata de una cartera de renta variable global, el fondo presenta un sesgo hacia los mercados desarrollados, que suelen estar más centrados en los asuntos medioambientales, aunque, como destaca el gestor, «los mercados emergentes están ganando terreno y, en ocasiones, están adoptando a gran velocidad las tecnologías más novedosas disponibles a medida que mejoran las instalaciones existentes. En cuanto a países, los nórdicos en concreto encabezan la transición hacia la energía renovable».
La cartera del fondo está compuesta por entre 40 y 60 valores seleccionados mediante un proceso puramente «bottom up», es decir, de una idea de inversión se pasa a una inversión potencial tras un exhaustivo análisis de los fundamentales y de simulación. «Nuestro análisis de los fundamentales está centrado en cinco puntos y se estructura en dos fases. El argumento estratégico (primera fase) se evalúa mediante el análisis de los fundamentales empresariales, la rentabilidad financiera y la cultura corporativa. El atractivo de las valoraciones (segunda fase) se analiza mediante un modelo ´standardised discounted cash flow´ (DCF) -flujo de efectivo descontado estandarizado- y evaluando las perspectivas implícitas de mercado. También es importante destacar que aplicamos un filtro de liquidez y excluimos las firmas con una calificación de C de MSCI en criterios ESG con el fin de asegurarnos de que nos centramos en soluciones y no en riesgos elevados», detalla Sørensen.
El último paso del proceso de inversión es la estructuración de cartera, en el que el equipo de gestión cuantifica constantemente la relación entre las subidas y el riesgo de cada inversión existente o potencial. Las ponderaciones de la cartera se mejoran orientándolas hacia valores que constituyen firmes convicciones, al tiempo que controlamos su contribución al riesgo total de la cartera. El tiempo de mantenimiento medio de un valor es de alrededor de tres años y, como consecuencia de ello, la rotación se sitúa en alrededor del 30%-40%. La volatilidad nunca es superior al 25% de la volatilidad del índice global (MSCI World). Se trata de una solución de inversión a largo plazo que exigiría mantener las posiciones en el fondo durante, al menos, tres años.
El Nordea 1 – Global Climate and Environment «ha arrojado unos resultados positivos y uniformes de forma constante en los últimos años, lo que ha atraído progresivamente la atención de los inversores», afirma Sørensen. A 31 de octubre de 2017, los activos totales gestionados por la estrategia habían superado el umbral de los 500 millones de euros y acumula una rentabilidad del 16,18% en lo que va de 2017.