“Habrá gran rotación? Probablemente no”. Así titula Morgan Stanley un informe en el que deja claro que esta historia de movimiento de capitales desde la renta fija a la variable, de la que todos hablaban a principios de año, será más tenue de lo esperado. “El flujo rotatorio desde la deuda hasta las acciones será más suave de lo que muchos esperan”, dice el estudio. Una de sus conclusiones es que esa idea de gran rotación subestima o simplifica en exceso las dinámicas que se están produciendo en el mercado y “existen grandes obstáculos estructurales para ella». Entre esos obstáculos, destaca el comportamiento de los inversores institucionales, que reducen el riesgo de sus carteras o toman otras posiciones ante exigencias regulatorias o mayor necesidad de seguridad, y las futuras necesidades para el inversor minorista en un contexto de envejecimiento poblacional en el mundo desarrollado.
En cuanto al comportamiento de los inversores, el banco ha detectado dos tendencias opuestas desde enero de este año: mientras los inversores minoristas o de altos patrimonios han reducido sus asignaciones a liquidez para incrementar los activos de riesgo, entre ellos su exposición a renta variable o a productos multiactivo gracias a su mayor confianza en la economía global, los inversores institucionales (fondos de pensiones y aseguradoras) han hecho lo contrario.
Así, según su análisis, de los 89 billones de dólares en activos bajo gestión a nivel global, los cambios en las asignaciones de activos de los inversores institucionales, que representan el 60% de los activos gestionados en todo el mundo, apuntan a que tendrán posiciones neutrales en renta variable, en el mejor de los escenarios. Por una parte, los planes de pensiones (tanto de prestación como de contribución definida) podrían incluso reducir sus asignaciones a renta variable en su intento por minimizar el riesgo de sus carteras para poder cumplir sus compromisos. También las aseguradoras, porque la regulación derivada de Solvencia II limitará una mayor toma de riesgo vía renta variable, lo que llevará a mayores posiciones en crédito o activos reales. Por su parte, los fondos soberanos, que representan un 7% del total de activos mundiales, podrían incrementar su asignación a activos reales o alternativos también, más que a productos de gestión activa de renta variable, según el estudio.
Este movimiento institucional podría contrarrestar y borrar totalmente cualquier incremento cíclico de asignación a la renta variable por parte del inversor minorista o de altos patrimonios. Un movimiento que se ha producido recientemente, pues este tipo de inversores (que en conjunto son dueños de un 40% de los activos gestionados en todo el mundo) han buscado más exposición a acciones: en lo que va de 2013, el crecimiento de los nuevos flujos hacia los fondos de inversión sugiere una actitud hacia la toma de mayor riesgo.
Pero el banco considera que el envecimiento de la población –en 2030, los mayores de 65 años en Estoas Unidos, Europa y Japón se incrementarán en un 45%- y el apetito por menos riesgo en este contexto conducirá la demanda de los inversores hacia la obtención de rentas regulares, y hacia prioridades como la preservación del capital o una baja volatilidad en los retornos. Es decir, inhibirá el apetito por la renta variable entre inversores retail y de altos patrimonios y limitará la fortaleza de cualquier movimiento rotativo hacia las acciones. Éste es el punto en el que entra en escena el obstáculo demográfico un obstáculo estructural, en la medida en que “el envejecimiento de la población lleva a una convergencia entre el mercado minorista y el de pensiones”.
Morgan Stanley considera que las oportunidades para los fondos de renta variable de gestión activa son limitadas por ello, aunque reconoce que, de forma cíclica y cuando el apetito por el riesgo aumenta, sí puede haber una reasignación desde la liquidez hacia la renta variable. En ese caso, considera que las acciones europeas podrían beneficiarse en mayor medida que las estadounidenses, debido a las mayores asignaciones actuales de los inversores estadounidenses a su mercado local (lo que deja a Europa mayor potencial de crecimiento) y también a a infraponderación de la bolsa europea en los portfolios globales.
Las nuevas demandas
Actualmente, los cálculos de Morgan Stanley hablan de rotación desde la renta fija, sí, y tanto por parte de los inversores institucionales como minoristas, pero en lugar de hacia las acciones, hacia activos alternativos o reales, así como las soluciones multiactivo. “Esperamos demanda creciente por las soluciones que ofrezcan exposición al mercado con bajo coste (como los ETF), así como soluciones multiactivo, de renta fija sin restricciones y alternativas”, explica. “El paradigma de la oferta está lejos de fondos de gestión activa de renta variable”, apostilla. De hecho, Morgan Stanley augura un crecimiento de doble dígito para estas soluciones mutiactivo, de renta fija sin restricciones o productos de crédito alternativo, así como para productos alternativos de calidad. Y señala a entidades como Blackstone (por las alternativas ilíquidas y activos reales que ofrece), Apollo, Oaktree (ambos en el terreno de la renta fija alternativa y sin restricciones), BlackRock (por sus soluciones de ETF) o Schroders (por sus soluciones multiactivo y de renta variable de rentas) como jugadores que pueden ofrecer este tipo de soluciones.
Las demandas también se centran en productos que ofrezcan rentas estables, baja volatilidad y preserven capital. Aunque el banco considera que la renta variable será parte de esta oportunidad de mercado, mantiene que el entorno favorecerá a los ETF o a las soluciones de beta de bajo coste, así como soluciones alternativas y de renta variable que ofrezcan rentas frente a la gestión activa.