Al igual que cuando los árboles nos impiden ver el bosque, buscar oportunidades en el sector tecnológico consiste actualmente en tomar distancia de los grandes nombres que lo eclipsan o, casi podríamos decir, lo fagocitan. “El mercado está caro especialmente en el caso de las compañías tecnológicas que forman el grupo FANG (Facebook, Amazon, Netflix, Google), pero vemos más valor en otros subsectores como los semiconductores que, además, nos permite tener la misma exposición al potencial de crecimiento del sector tecnológico a unas valoraciones más atractivas”, explica Israel Hernández, miembro del equipo de tecnología de Columbia Threadneedle liderado por Paul Wick, durante una entrevista con Futuro a Fondo.
Hernández ha participado en la conferencia “Oportunidades en tecnología desde Silicon Valley” en la que ha presentado el Threadneedle (Lux) Global Technology Fund, un fondo que ha registrado rentabilidades superiores al 20% en los últimos cinco años y ostenta la categoría 5 estrellas de Morningstar.
Con un volumen de 130,7 millones de dólares el fondo mantiene entre 50 y 80 posiciones y ha batido de forma consistente a su índice de referencia, el MSCI World Information Technology Index, focalizándose en empresas de mediana capitalización y con la selección de acciones como elemento clave. En el top ten del fondo aparecen, por un lado, nombres como Lam Research (8,09%), Broadcom (6,92%) o Micron Technology (4,82%), pero también Apple (5,7%) o Alphabet (4,42%)
Pero un gestor de un fondo tecnológico debe tener cierto perfil de visionario para intentar acertar en su apuesta por aquellas compañías más disruptivas.
“Hay muchas compañías que tienen ese poder disruptivo, pero es muy difícil saber cuáles serán las ganadoras”, explica Hernández
Y ante esa dificultad, la estrategia de este fondo no gira entorno a los grandes nombres sino a las compañías que actúan como proveedores. Hernández nos pone como ejemplo lo sucedido durante la famosa fiebre del oro de California. “Los fabricantes de las herramientas e infraestructuras necesarias para la extracción del oro ganaron mucho más dinero que los propios mineros en esa época”, explica.
En este sentido, “todas las aplicaciones y todas las tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial, cloud computing, vehículos autónomos tienen algo en común, una necesidad común y esa necesidad son los semiconductores. Invirtiendo en estas compañías invertimos en las tecnologías más disruptivas a valoraciones más atractivas” afirma el experto.
Así, casi la mitad (48%) de la exposición sectorial de este fondo es a fabricantes de semiconductores mientras que más de un 18% corresponde a compañías de software.
“El software va a ser un área importante de crecimiento, un crecimiento muy rápido ya que están heredando el nicho de negocio de otros proveedores”
En cuanto a la posible nueva burbuja del sector, Hernández se muestra escéptico y señala las que, a su juicio, son las principales diferencias respecto al escenario del año 2000. “No existe una burbuja como la de 1999. En aquel momento los modelos de negocio eran, en muchos casos, deficientes. Ahora hay muchas compañías que están realmente revolucionando la forma de hacer negocio. Los modelos de negocio ahora son más creíbles, las empresas ganan dinero”, afirma.
La cuestión de si hay o no una nueva burbuja tecnológica puede estar, a su juicio, relacionada con ciertos excesos en el mercado y con la enorme liquidez existente en el mercado como consecuencia de las políticas expansivas y monetarias de los bancos centrales. “Para mí ese es el mayor riesgo a medio y largo plazo, si empezamos a ver los tipos de interés empezar a subir y cómo presionará los márgenes empresariales”. En este sentido, el experto destaca que la mayoría de las compañías que el Threadneedle (Lux) Global Technology Fund mantiene en cartera tienden a unos ingresos y beneficios estables.
Desde un punto de vista de diversificación geográfica, el 95% del fondo invierte en EE.UU. siendo, a mucha distancia, su segundo mercado con más peso el israelí (2,85%) Sin embargo, el 40% de las compañías en las que invierte obtiene al menos el 50% de sus ingresos de fuera de EE.UU. En este sentido, la exposición al mercado asiático es muy baja en parte por la escasa transparencia de las empresas, aunque “las compañías de semiconductores obtienen gran parte de sus ingresos de Asia”.