Desde que Ben Bernanke advirtiera en primavera de la reducción de sus compras de bonos en Estados Unidos, el quid de la gestión de la renta fija ha consistido en adivinar la intensidad y el ritmo de ese proceso de tapering, así como la potencial subida de tipos de interés más adelante, y su impacto en los mercados de deuda de todo el mundo. En general, los gestores redujeron la duración de sus carteras y se apresuraron a vender algunas posiciones de deuda pública core, lo que llevó a un importante aumento de las rentabilidades. Pero desde M&G Investments consideran que los niveles de inflación aún son muy bajos y descartan próximas subidas de tipos –aunque no a medio y lago plazo si la recuperación sigue adelante-, por lo que en los últimos meses han empezado a reducir ligeramente sus posiciones cortas en duración y han tomado un poco más de exposición a los tipos de interés en sus principales fondos de renta fija.
“Estamos más dispuestos a tomar duración porque las valoraciones son ahora más atractivas”, explica Jim Leaviss, gestor de deuda de la entidad. “De forma estratégica estamos cortos en duración porque no descartamos subidas de tipos a medio plazo pero tácticamente la hemos alargado –desde 2,5 a 3,6 años en uno de sus fondos insignia- para beneficiarnos de la sobrerreacción de los mercados ante el tapering y de la posterior corrección”, explica Ana Gil, especialista de inversiones de la gestora.
En un entorno puramente dominado por la lógica económica, Leaviss considera que la Fed debería bajar los tipos un punto y medio más, hasta niveles negativos, y no debería plantearse el tapering, “sino proporcionar otro billón de dólares de estímulos monetarios porque la inflación no es un problema”. En ese entorno de más estímulos y tipos bajos, considera que los Treasuries estarían bien valorados con rentabilidades de en torno al 2,5% si bien dice que en niveles por encima del 3%, las posiciones en duración volverían a ser neutrales. “Es el momento de comprar de nuevo bonos del Tesoro estadounidenses”, afirma, en el marco de una reciente conferencia de los “bond vigilantes” de M&G Investments, celebrada en Madrid. Para Leaviss, Bernanke está obligado a mantener la duda en los mercados ante el riesgo de generación de burbujas y disrupciones potenciales si dejara entrever que no subirá los tipos en los próximos cinco años, pero la realidad es que no tiene razones para empezar a subir las tasas.
Frente a esa posición más positiva en deuda pública, el experto tiene muchas dudas sin embargo en la deuda emergente, que ahora evita por tres razones. En primer lugar, la macroeconomía: las dudas sobre el mantenimiento del crecimiento en mercados como China, que compara con el Japón de los años 80, le hacen pensar que el país está condenado a la desaceleración, teniendo en cuenta que los costes laborales han aumentado con respecto a otros mercados como México y actualmente es el negocio inmobiliario el que está tirando de la economía, más que su industria. Leaviss considera que, por su condición de importador de otros países emergentes, su desaceleración afectará a otras economías en desarrollo. El segundo motivo de la cautela son las valoraciones, aún lejos de sus mínimos históricos y “erróneas” según el experto. Por último, aduce motivos técnicos, debido a los fuertes flujos que han salido en los últimos meses y que podrían seguir saliendo y habla de colapso en algunas divisas, como el real brasileño. “Es posible encontrar mejores oportunidades en el mercado de crédito con grado de inversión y alta rentabilidad que en los mercados emergentes”, apostilla.
Crédito con grado de inversión europeo y high yield estadounidense
De hecho, la visión de la gestora es positiva con los mercados de crédito. En el de alta rentabilidad, y tras unas décadas con un comportamiento muy positivo y cercano al de la renta variable pero con menor volatilidad, James Tomlins, gestor experto en el activo, cree que aún hay recorrido pero reconoce ser muy selectivo y disciplinado a la hora de comprar (últimamente solo ha entrado en una de cada cinco nuevas emisiones). Y es que, si bien en 2011 y 2012 el entorno negativo permitía comprar buenas compañías con altos direrenciales, la situación ha cambiado ligeramente este año.
En términos relativos, ha comenzado a apostar más por Estados Unidos que por Europa, debido a la convergencia de valoraciones. “A principios de año sobreponderábamos Europa porque el mercado estaba más barato pero las diferencias se han reducido”, explica. El experto afirma que, aunque las compañías estadounidenses están perdiendo la cautela y volviendo a apalancarse –algo que no hacen las europeas-, los fundamentales son mejores en el primer caso. Como tendencia a largo plazo, habla del crecimiento del mercado en el Viejo Continente (se ha triplicado desde el inicio de la crisis en 2008) ante la reducción de la financiación desde el sistema bancario. “Los mercados cubrirán ese gap”, afirma. Por calidad, se decanta por el segmento B, y con respecto al riesgo de tipo de interés, afirma que es un activo con bajas duraciones y que además ofrece retornos positivos en entornos de subida de tipos. “El buen comportamiento del componente crediticio compensaría la pérdida por el movimiento en los tipos porque es un activo cuyos retornos están dominados por los diferenciales crediticios”, dice.
Ben Lord, gestor de crédito, considera que el entorno es positivo para el crédito europeo ante el comportamiento de las compañías, sobre todo en el espacio de menor calidad, BBB. Por eso en sus carteras están volviendo a mercados como Francia, Alemania, Italia o España. Stefan Isaacs, gestor de crédito con grado de inversión, habla de oportunidades en la deuda subordinada del sector financiero de la periferia europea (ante la gestión conservadora que impone la regulación y ante el desapalancamiento de sus balances; nombres de calidad y que cotizan a buen precio, como BBVA, Santander, La Caixa o Bankinter) y en compañías no financieras de menor rating (BBB) que están trabajando en reducir sus costes de financiación, y que tienen intereses “alineados con los de los inversores” frente a entidades de mayor solvencia que vuelven a pensar en apalancarse para crecer.