La inversión pasiva está de moda y los fondos cotizados o Exchange Traded Funds (ETFs) son el vehículo más popular dentro de este tipo de estrategias. Sólo hay que echar un vistazo a las estadísticas del mercado para comprobarlo. Actualmente, la oferta global de ETFs que replican índices de renta variable ronda los 4.700 fondos; los cuales suman un total aproximado de 3,4 billones de dólares bajo gestión, y la tendencia sigue en aumento.
Estos productos ofrecen una serie de propiedades muy atractivas para los inversores: costes reducidos, transparencia de precios, capacidad de posicionarse en una variedad de estrategias y situaciones de mercados, así como la negociabilidad constante del instrumento. Sin embargo, es justamente esta última característica, la negociabilidad, la que seduce a los inversores hacia una actitud más “activa” de la esperada para una inversión considerada pasiva.
John “Jack” Bogle, el padre de la inversión pasiva
John “Jack” Bogle está considerado como el padre de la inversión pasiva. La idea base que le llevó a lanzar su primer fondo indexado a finales de 1975 fue la convicción que los costes por la selección activa de títulos eran superiores a los beneficios obtenidos en el largo plazo.
Jack Bogle estaba convencido que, a largo plazo, la mejor estrategia es replicar la evolución de las bolsas en lugar de buscar activamente títulos sobre o infravalorados. Es decir, a largo plazo el mercado es “demasiado eficiente” y deja poco margen para obtener una rentabilidad superior con una aproximación activa. Bogle hace hincapié, sin embargo, en que su planteamiento está basado en un horizonte temporal a largo plazo. Es más, una orientación a corto plazo sería, según el pionero, una mera especulación y llevaría esta idea de inversión a lo absurdo.
¿Cómo funciona un ETF?
El objetivo de inversión de la mayoría de los ETFs consiste en replicar el comportamiento de un índice de mercado como el Ibex, el DAX o el S&P500. A este propósito sirven las compañías de ETFs (en inglés sponsors) que ofrecen participaciones en la cartera subyacente compuesta por acciones individuales.
Los ETFs se emiten en el mercado primario y son posteriormente cotizados en el mercado secundario como un instrumento bursátil. La constante oferta y demanda provoca que la cotización se aleje del valor neto de inventario (NAV, por sus siglas en inglés) y, por ende también, del comportamiento del índice al que hace referencia. Cuando el precio y el valor se separan demasiado surgen oportunidades de arbitraje que vuelven a cerrar este fleco.
El excesivo trading, la contradicción de los ETFs
En los fondos de inversión tradicionales las transacciones se realizan directamente entre gestora e inversor utilizando un NAV. Sin embargo, los ETFs cotizan y se negocian en bolsa ininterrumpidamente. ¿Hasta qué punto esta disponibilidad continua del precio motiva un excesivo trading con respecto a lo esperado en una estrategia pasiva? ¿Cómo ha incrementado el volumen de transacciones en momentos clave que han provocado una mayor volatilidad en el mercado? A estas cuestiones ha querido responder un estudio sobre los ETFs elaborado por Agnieszka Gehringer y Dr. Kai Lehmann del Instituto de Investigación de Flossbach von Storch.
El análisis del Instituto de Investigación de Flossbach von Storch compara el volumen negociado de tres índices de referencia -DAX, S&P 500 y FTSE 100- con el de sus tres respectivos ETFs de mayor volumen durante eventos clave en 2016 como el Brexit o la elección de Trump. Al comparar estos datos se observa que el ratio de los ETFs es significativamente superior a aquel de los índices que replican, el cual se mueve entre un 0,29% (FTSE 100) y un 0,88% (S&P 500). Es más, en los eventos seleccionados, también se observa un volumen de actividad superior en comparación tanto con su media histórica como con la actividad del índice subyacente.
Según Floossbach von Storch, las estrategias de inversión pasiva están basadas en la idea que el inversor no es capaz de identificar y negociar con éxito oportunidades de arbitraje en títulos individuales y, por ende, debería comprar y mantener un índice para obtener beneficio. Sin embargo, muchos inversores pervierten la idea básica de la inversión pasiva como inversión a largo plazo al inflar, casi inconscientemente, el volumen negociado en los ETFs. Esta “hiperactividad” está motivada por la facilidad con la que las transacciones se pueden realizar a través de internet.
Los autores del informe, además, comentan que una elevada liquidez ayuda a aumentar la eficiencia del mercado incorporando con celeridad información en la valoración de los activos. Sin embargo, en este punto del análisis es difícil distinguir unívocamente si nos encontramos ante un síntoma de actividad “inteligente” que sabe aprovechar el aumento de información disponible en el mercado o bien se trata de mero “ruido”. Las primeras conclusiones en este campo indican que el inversor medio de ETF no tiene especialmente éxito en sus transacciones. Por este motivo, un aumento de la actividad no siempre favorece un buen resultado para la inversión. En este caso, se puede aplicar el consejo de Warren Buffett: “La actividad y el éxito no están correlacionados en bolsa”.