La inflación está en boca de todos y por lo tanto, no es algo de lo que reflexionamos y hablamos únicamente aquellos que trabajamos en el sector financiero. Una muestra de lo anterior la encontramos en “Google Trends” que nos descubre que la palabra “Inflation” está en los niveles máximos de popularidad (100 en una escala de 0 a 100) en todo el mundo.
Dicho lo anterior, pensamos que, por las razones que a continuación detallamos, la inflación (nos centramos en EE.UU.) va a hacer pico próximamente:
- La restricción de las condiciones financieras (generada por el repunte de los tipos, diferenciales de crédito y el alza del dólar) y la reducción de la renta disponible para consumir (debido al encarecimiento de las materias primas) ejercen una presión a la baja sobre el crecimiento económico y esta desaceleración de la demanda resta presión a los precios.
- El déficit de oferta en algunos sectores se va normalizando gracias a la paulatina reducción de los cuellos de botella en las cadenas de suministro.
- La variación interanual (año vs. año) del precio de las materias primas está decreciendo.
- Tras la reapertura de la economía y la vida social posterior al COVID-19 se espera un trasvase del consumo del sector de bienes al de servicios, lo cual contribuirá a reducir el precio de los bienes.
- Aquellos trabajadores que con el COVID-19 se quedaron en casa por miedo y por las ayudas recibidas por parte del Estado, irán retornando al mercado de trabajo, lo cual hará que la oferta de trabajadores aumente en un momento en el que la demanda de los mismos, en un entorno de desaceleración económica, languidecerá.
- La fortaleza del dólar hace que sea más barato importar bienes del extranjero.
Nos esperan años de niveles de inflación moderadamente altos
A medio-largo plazo, sin embargo, se espera que la inflación se mantenga en niveles moderadamente altos y en cualquier caso, superiores a los vividos durante la última década. Las razones son las siguientes:
- El dinero inyectado por los bancos centrales ya no se queda en el balance de los bancos, sin fluir a la economía real. Estos últimos han mejorado su solvencia y están deseosos de prestar el dinero a consumidores y empresas.
- En la gestión de las crisis económicas, la política fiscal va a seguir ganando protagonismo frente a la monetaria, lo cual es más inflacionista.
- En una situación cercana al pleno empleo, las empresas tendrán que competir por los trabajadores lo cual hará que suban los salarios.
- En algunos sectores intensivos en capital se ha invertido menos y esto ha incidido en crear déficits de oferta.
- La transición energética requerirá de una inversión enorme que contribuirá a aumentar la demanda, y por lo tanto, el precio de las materias primas.
- Otros factores y tendencias no menos importantes como la desglobalización y la permanencia de tensiones geopolíticas (¿Guerra Fría II?) también contribuirán al alza de precios.
Queda claro, por lo tanto, que el problema de la inflación va a disminuir próximamente, pero estará presente durante un largo periodo de tiempo. El pico de la inflación y posterior caída no es, en consecuencia, como el título del artículo decía, un adiós sino un hasta luego.
Y ante este contexto inflacionista ¿cómo podemos invertir?
Respecto a cómo se debe invertir en un entorno de largo plazo de mayor inflación, además de represión financiera (nivel de tipos de interés por debajo de la inflación) a continuación proveemos algunos consejos:
- Asistiremos a un régimen de volatilidad mayor, por lo que puede resultar interesante incluir en carteras estrategias de arbitraje de volatilidad, sobreponderar fondos de gestores con una política de inversión flexible y tercero, hacer un uso oportunista de opciones.
- En entornos de inflación alta la correlación entre bonos y renta variable puede volverse positiva (ambos caen al unísono, como lo hemos visto en 2022) con lo que hay que hacer un esfuerzo por buscar activos diversificadores complementarios a los bonos. Una alternativa, entre unas pocas, puede ser la inversión en una estrategia alternativa llamada CTA o “Trend Following” (seguidores de tendencias). Los estudios de situaciones pasadas muestran que no solo son un buen diversificador en momentos de volatilidad, sino también en entornos inflacionistas.
- Sobre ponderar en cartera activos reales (proporcionan el marco y los recursos para facilitar la actividad diaria en la economía mundial) como materias primas, activos inmobiliarios e infraestructuras.
- A la hora de invertir en renta variable, invertir con gestores que inviertan en compañías con poder de fijación de precios, cotizando a precios razonables; y al mismo tiempo, sobreponderar gestores con un estilo “value”. Las acciones en las carteras de estos gestores siguen cotizando a descuentos importantes frente al mercado y frente a las más “growth” o de crecimiento.
- De cara a no erosionar en términos reales (ajustado por inflación) el valor del patrimonio, sobreponderar aquellos activos que ofrezcan un potencial de rentabilidad por encima de la inflación.
- Por último, incrementar el peso de la gestión activa frente a la pasiva. El “Alpha” o exceso de retorno generado por los buenos gestores nos ayudará a alcanzar nuestros retadores objetivos de rentabilidad.
Tribuna de Ion Zulueta, director de Análisis en iCapital