Los flujos hacia los ETFs experimentaron un auténtico récord en Europa en 2021, una tendencia que se mantiene en 2022 en un entorno geopolítico, macro y de mercado muy complejo. Desde JP Morgan AM llevan tiempo poniendo en valor la gestión activa de sus fondos cotizados REI (Research Enhanced Index) en renta variable, de los que han lanzado un total de 8 para ofrecer una gama completa por regiones.
Olivier Paquier, responsable Europeo de Distribución de ETFs de JP Morgan AM, y Piera Elisa Grassi, gestora principal de carteras de estrategias Globales e Internacionales REI del Grupo de Renta Variable Internacional de la gestora, explicaron en una visita a Madrid cómo funciona su propuesta diferenciadora y por qué creen que el futuro de la inversión está en los ETFs.
«Que no se hable de cómo seguir un índice, sino de cómo batirlo, es bastante raro», señaló Paquier sobre los ETF REI, que combinan la exposición pasiva al índice con una selección activa de valores. «No solo ha habido un aumento de los ETFs en Europa, sino una aceleración, y hemos visto aún una aceleración mayor este año, lo que marca un punto de inflexión. El año pasado fluyeron 200.000 millones de dólares en ETFs en Europa, la mitad de ellos en productos ESG», añadió.
Aunque Estados Unidos es con mucho la mayor plaza, el ritmo de crecimiento en Europa se debe a la estructura del mercado, que comenzó con inversores institucionales, profesionales, y ahora se está abriendo a los minoristas no asesorados, que toman sus propias decisiones y acceden de manera directa al mercado. “Esto es algo nuevo en Europa, a diferencia de EE.UU., en donde el mercado empezó así y se fue institucionalizando”, indicó Paquier.
Riesgos y prioridades
Si bien destacó este buen momento porque los ETFs tienden a servir de refugio cuando las cosas van mal, el experto subrayó que hace falta aún una mayor regulación que aborde la fragmentación del mercado en Europa, donde hay «80 emisores, cotizados en 30 bolsas, distribuidos en 25 países y en 13 diferentes monedas». También falta transparencia sobre las transacciones reportadas y la distribución, lo que subraya la necesidad de una mayor armonización en el sector.
En cuanto al desarrollo futuro, Paquier considera que hay un gran potencial de crecimiento en todo lo relacionado con los criterios ESG, sobre todo con la normativa MiFID II. Una de las características de los fondos cotizados es su menor coste para los inversores, pero estos están dispuestos a aceptar un incremento de costes cuando se trata de involucrarse en una solución a los problemas medioambientales o sociales.
Por tanto, una de las prioridades de la gestora es precisamente enfocarse en los aspectos ESG. «Tenemos espacio para crecer en todas nuestras estrategias ETF, que son 29 en este momento con casi 9.000 millones de dólares en activos bajo gestión. Los clientes demandan nuestros productos y somos número uno en flujos a ETFs de gestión activa. Eso me demuestra no solo que a los inversores les gusta lo que hacemos, sino que había un vacío en el mercado», señaló Paquier.
Como segunda prioridad añadió el dar acceso en un futuro a los productos de la gestora a inversores minoristas a través de distribuidores como bancos, neobancos u otras de las nuevas plataformas digitales que están surgiendo.
El papel del análisis fundamental
Piera Elisa Grassi explicó por su parte la gama de estrategias de la gestora, cuyo objetivo es ofrecer la posibilidad a los inversores de sustituir en el corazón de sus carteras exposiciones puramente pasivas por un producto mejorado que ofrece por una parte gestión de riesgo y por otra un acceso al análisis fundamental de JP Morgan AM.
«Básicamente la estrategia implica aplicar a la plataforma de los ETFs lo que llevamos décadas haciendo a nivel de análisis fundamental, creando mercado para los ETFs activos, con una plataforma establecida y un proceso sólido», señaló.
El nivel de riesgo es similar al de un ETF pasivo, que combinan con ideas específicas que resultan de un análisis bottom-up. «JP Morgan AM es famosa por su plataforma de analistas fundamentales, actualmente 80 distribuidos por todo el mundo con un conocimiento muy detallado de sus áreas específicas y conectados a su vez entre sí, algo que es crucial por ejemplo en sectores como el de los semiconductores», añadió.
El proceso de inversión se realiza a través de un ranking a largo plazo que elaboran los analistas con compañías de todo el mundo, un análisis que «no se ve afectado por los titulares de hoy o mañana, sino que observa el desarrollo en los próximos 5, 10 y 20 años en cuanto al potencial de la compañía».
«El analista provee la información por región y sector y tomamos esa información y tratamos de construir una cartera que sea neutral a nivel de región, de sector y de estilo. Simplemente tomando un gran número de pequeñas posiciones en el índice reflejamos la visión de los analistas en la cartera, teniendo un portfolio más diversificado gracias a que capitalizamos la información que nos brinda ese análisis bottom-up, pero por otra parte seguimos de cerca al índice de referencia», aseguró Grassi.
Geográficamente la cartera encaja con el índice, por sectores es muy similar, y solo cuando se entra en el detalle dentro de cada sector se observan las pequeñas posiciones activas en torno al índice que reflejan el análisis de los expertos:
Añadir valor a la cartera
El objetivo es un incremento modesto que ha sido en promedio -durante el tiempo que llevan las estrategias- de unos 75 puntos básicos. A largo plazo, sin embargo, este rendimiento por encima del índice se va acumulando y «añade valor a nuestros clientes frente a un ETF pasivo. Año a año es moderado, pero cuando miras diez años atrás, ahí es donde ves el beneficio. Y es un rendimiento puro procedente de la selección de acciones».
Mantener limitado el incremento evita que unos rendimientos eventualmente mayores se traduzcan en mayores pérdidas cuando baja el mercado. «Mirando hacia atrás hemos superado al índice en 16 de los 18 años de la estrategia. Y uno de esos años malos fue 2007, con la crisis financiera, es decir tiempos muy difíciles para la inversión. Pero lo más interesante es que conseguimos darle la vuelta muy rápido en 2008», añadió Grassi.
En cuanto a los criterios ESG, están presentes desde el principio en el análisis fundamental, algo que la gestora viene llevando a cabo desde antes de que se aprobara la regulación de la Unión Europea, por lo que los fondos quedaron clasificados desde el principio como Artículo 8.
El enfoque ESG forma parte del análisis bottom-up y del proceso para decidir si invierten o no. Otro elemento es el compromiso activo con las empresas para guiarlas e impulsar cambios poco a poco, de modo de generar consistencia, persistencia y acumulación a lo largo del tiempo.
«Realmente creo que el futuro está en los ETFs por su inmediatez, transparencia y liquidez –subrayó Grassi-. Lo que presentamos ahora puede parecer innovador, pero pienso que dentro de diez años habrá muchas más estrategias activas. Estados Unidos va entre cinco y siete años por delante de nosotros, y allí muchos fondos de inversión se han convertido en ETFs».