La decisión de la Reserva Federal estadounidense de retirar sus estímulos cuantitativos tendrá consecuencias en los mercados y, según los expertos, beneficiará en última instancia a los activos de riesgo. Pero a pesar de esa confianza, en la gestora británica Threadneedle Investments reconocen que desde la perspectiva de las carteras de inversión el panorama “no es tranquilizador” y está lleno de retos. “Las tradicionales correlaciones negativas entre los bonos y las acciones han proporcionado en el pasado la oportunidad de lograr retornos positivos mediante una elección y rotación de activos, con importantes beneficios derivados de la diversificación. Pero ahora vemos menores retornos sobre la mesa, una retirada de la intervención política en los mercados que creará volatilidad y un escenario de creciente dificultad en los diferentes activos para crear esa diversificación”, dice la entidad en su informe titulado “What happens to the party when the music stops?” (¿Qué pasa con la fiesta cuando para la música?”) y elaborado por Mark Burgess, responsable de inversiones de Threadneedle Investments, y Jeffrey Knight, responsable de Global Asset Allocation en Columbia Management. “Nuestro escenario central es que las rentabilidades derivadas de carteras diversificadas sean estables, pero perseguir esos retornos será una tarea llena de retos”.
Con todo, según la gestora será posible navegar en estas aguas turbulentas porque el impacto de la retirada de estímulos no será simétrico al efecto positivo de su instauración y porque los menores retornos que vislumbra siempre son preferibles a retornos negativos. A la pregunta de con qué instrumentos podrán navegar los inversores, responde que con un enfoque dinámico de asignación de activos. “Las carteras que tengan una asignación estratégica e invariable no estarán en la mejor posición para maximizar los retornos ajustados al riesgo”, dice.
Por eso señala tres características que deberán tener los portafolios: una mirada fresca a la diversificación (“con numerosas clases de activos afectadas por el fin de las compras de bonos en Estados Unidos, los inversores deberán identificar e incorporar valores que diversifiquen sus carteras, ya sean activos o estrategias sobre los mismos”, dice el informe); un proceso dinámico para posicionarse en función de las condiciones cambiantes del mercado, es decir, una asignación flexible; y carteras que persigan retornos a un nivel granular, es decir, que inviertan en países, sectores y valores con la especificidad y la libertad para poder obtener retornos del alpha, en lugar de la beta.
Consecuencias en los mercados
Cuando se acerca el principio el fin de los estímulos cuantitativos (QE) en Estados Unidos, la gestora explica cómo los mercados reaccionan a esas expectativas y también a las de una futura subida de tipos: “El año pasado, los mercados esperaban que los tipos de interés de la Fed se mantuvieran en cero durante tres años pero ahora creen que el primer incremento tendrá lugar en menos de dos”. Así que no solo hay una reacción a la futura disminución de los estímulos cuantitativos sino que los mercados creen también que los estímulos serán menores desde el punto de vista de los tipos de interés (la ruptura del llamado “forward guidance” o el compromiso para mantener los tipos de interés a corto plazo en niveles de cero). De ahí la cautela.
En este contexto, Threadneedle vaticina una subida de los tipos de interés de largo plazo, como consecuencia natural tanto del fin de los estímulos como de un mayor crecimiento económico y una reducción de los riesgos sistémicos, aunque cree que será un proceso ordenado. “La Fed lo tolerará mientras sea consistente con la expansión económica. Una brusca subida de las rentabilidades, sin embargo, podría desencadenar otra respuesta política a menos que viniera acompañada de unas mejores expectativas de crecimiento”, dice. “El papel de la Fed es retirar el ponche justo cuando la fiesta sigue”, decía William McChesney Martin, presidente de la autoridad entre 1951 y 1970. En la gestora auguran una subida de 50 puntos básicos al año en los bonos del Tesoro a 10 años durante el próximo trienio.
En este escenario, los autores del informe consideran que aún hay potencial de reducción de diferenciales en los bonos corporativos. “Desde una perspectiva de valoraciones, los spreads están en su media de hace dos décadas y, aunque los fundamentales alcanzaron su punto álgido en el tercer trimestre del año pasado, no creemos que el deterioro sea suficiente como para quitar la ventaja de precio al crédito frente a la deuda pública”. Por eso ven retornos positivos y mejores a los de la deuda soberana, aunque moderados, en la deuda privada con grado de inversión: “La relación inversa entre las rentabilidades de los bonos públicos y los diferenciales de crédito en los privados ha funcionado a lo largo de los años y creemos que seguirá haciéndolo”.
En renta variable, la gestora destaca tres puntos: el beneficio por acción de los valores japoneses subirá en los próximos años (en parte debido a la no retirada de los estímulos monetarios); el de los valores europeos caerá en línea con los últimos años y los beneficios por acción de las empresas estadounidenses y de otras partes del mundo desarrollado serán “adecuados”. “En un entorno en el que el crecimiento económico se acelera pero de forma moderada y se retira el apoyo político, el crecimiento de los beneficios estará bien pero no dará sorpresas positivas en la mayoría de los mercados”. Por eso en general los autores del informe contemplan retornos positivos en la renta variable, aunque muy moderados.