La conmemoración del Día Mundial del Clima, que se celebró el sábado 26 de marzo, adquiere un nuevo significado en la industria de gestión de activos por un doble motivo: el compromiso de todos los jugadores del sector y el nuevo entorno geopolítico. Ambos factores están configurando la forma en que los inversores y las gestoras enfocan y abordan la inversión sobre el clima.
En términos de inversión, la oportunidad es clara. Según estima la Agencia Internacional solo las inversiones necesarias en tecnologías verdes ascienden a unos 5.000 millones de dólares al año para lograr un escenario de cero emisiones en 2050. Este es solo un dato ilustrativo que se suma al resto de inversión que se pretende movilizar, tal y como se anunció tras la COP26 del año pasado.
Los objetivos marcados en la COP26 se han visto reforzados ante el actual contexto geopolítico. De hecho, la mayoría de las gestoras considera que la guerra en Ucrania ha puesto más en relieve, si cabe, la necesidad de acelerar la transición energética, para reducir la dependencia energética de Rusia y descarbonizar las economías. “Como inversores especializados en cambio climático, también tenemos que considerar el impacto del conflicto en la transición energética y el desafío climático global. A continuación, exponemos nuestro análisis sobre las implicaciones de estos tres temas, aunque cabe señalar que la situación actual sigue siendo muy volátil. Además, la guerra ha puesto de manifiesto las deficiencias del sistema energético europeo”, señala Isabella Hervey-Bathurst, especialista en sectores globales de Schroders.
Ahora bien, ¿qué debemos hacer para garantizar el éxito hacia esa transición energética que tiene como objetivo limitar y evitar el cambio climático? En opinión de Charles Fruitiere, responsable de La Française Sustainable Investment Research, todos los escenarios que cumplen los objetivos climáticos incluyen una rápida disminución del uso del carbón para producir electricidad.
“Los productores de energía son la clave de cualquier escenario de descarbonización. En nuestra opinión, el sector ya ha iniciado su transición, especialmente en Europa y, el camino hacia el cero neto para el sector energético es más sencillo que para otras industrias. Es muy probable que los productores de energía alcancen el cero neto antes que otras industrias. Pero ¿qué hay que hacer para alcanzar el cero neto en el sector de utilities? La tecnología está aquí, y los productores de energía pueden utilizar y combinar tres estrategias principales: la eliminación progresiva del carbón, el aumento de la capacidad de las energías renovables y la inversión en CCUS”, defiende Fruitiere.
Según su experiencia, y visto la actual crisis energética en Europa, será necesario un intenso diálogo con todas las partes interesadas, sobre todo con los clientes. En este sentido hace hincapié en el papel de la iniciativa pública. “Es importante que los gobiernos no sólo utilicen fondos públicos para compensar a los productores de energía por el retiro anticipado de los activos de carbón, sino también para compensar, directa o indirectamente, a los clientes si los precios de la energía aumentan temporalmente. Esta es la mejor estrategia para que todos se sumen a la transición y esta tenga éxito”, afirma.
El papel de China y sus oportunidades
Como consecuencia de la evolución de los polos de poder, China tendrá un papel muy relevante en términos de sostenibilidad medioambiental dado su punto de partida: actualmente, China importa el 60% de su consumo de petróleo y el porcentaje es aún mayor en el caso del gas natural. El carbón es el único recurso energético que abunda, pero el país cuenta con otros recursos para la generación de energía, como la eólica y la solar. Si China utilizara sólo el 10% de sus recursos solares potenciales, podría generar suficiente energía para todo el país.
Respecto a sus restos a corto plazo, China tiene previsto frenar de forma gradual la capacidad y la construcción de centrales eléctricas de carbón. “Una vez que China alcance el pico de emisiones en 2030, dejará de utilizar generadores de energía de carbón. Hasta entonces, el objetivo más inmediato es aumentar la eficiencia energética”, apuntan desde UBS AM. La gestora reconoce que el cambio hacia las energías renovables del gigante chino no será fácil y requerirá mucha planificación.
En opinión de Diogo Gomes, Senior CRM de UBS AM Iberia, esto sitúa a China como una de las potencias más competitivas en el proceso de descarbonización. “Al perseguir la neutralidad del carbono para 2060, China implantará un sistema energético, un plan de energía y un procedimiento de consumo completamente nuevos y digitalizados. La neutralidad del carbono no sólo ha cambiado la estructura energética, sino también la producción final de bienes de consumo. En este sentido, la digitalización desempeña dos papeles distintos pero importantes: la mejora de la eficiencia energética a nivel de microempresa y la necesidad de construir un sistema digitalizado completamente nuevo para un nuevo mundo basado en la neutralidad cero emisiones”, explica Gomes.
Teniendo esto en cuenta, Gomes identifica tres oportunidades claras de inversión: la energía renovable, los vehículos digitales y la digitalización. Sobre ellos comenta: “Se espera que la energía solar, eólica e hidroeléctrica aumenten en popularidad, porque China las necesita para sustituir el 90% de sus actuales fuentes de energía, y para exportar en el futuro. Respecto al sector del automóvil, este avanza rápidamente. China espera vender unos 10 millones de vehículos eléctricos al año en los próximos cinco o siete años. Se moverá rápido con sólo 173 coches por cada 1.000 habitantes en la actualidad. En comparación con los 700 de Europa y Japón, y los 900 de EE.UU. El hueco lo llenarán los coches eléctricos, tanto para la venta en China como para la exportación. Por último, para cerrar la brecha de la eficiencia energética, China buscará que las empresas de software y de inteligencia artificial que mejoren cada área y ayuden a cada tipo de negocio a reducir las emisiones de carbono”.
Industrias clave: energía renovable, electrificación y automoción
Entre las oportunidades de inversión más claras, las energías renovables son un pilar básico. Para Fruitiere, la transición energética no será un éxito sin un claro aumento de la capacidad de generación renovable. Según la AIE, la cuota de renovables tendrá que crecer del 28% en 2020 al 53% en 2030 para estar en línea con el requisito de los ODS. Esto significa que la cuota de renovables en la generación total de electricidad debe crecer tres veces más rápido en la próxima década que en la pasada.
“Las inversiones en energías renovables no han sido históricamente lo suficientemente ambiciosas. En los últimos cinco años, han alcanzado una media de 320.000 millones de dólares anuales y se han mantenido relativamente estables. Según la AIE, las inversiones en energías renovables deben duplicarse hasta alcanzar los 650.000 millones de dólares anuales para cumplir con el Acuerdo de París”, añade.
En opinión de Nicolas Jacob, gestor del fondo ODDO BHF Green Planet, esto está directamente relacionado con la transformación de las redes eléctricas, dado la apuesta por la descarbonización y la electrificación de la economía. Según indica, esta aceleración de la electricidad irá acompañada de una gran transformación de las redes para pasar de una organización que actualmente se encuentra muy centralizada en unas pocas grandes centrales de generación a un escenario mucho más descentralizado, que conecte las nuevas capacidades renovables (numerosos parques eólicos y solares, por ejemplo) y desarrolle redes inteligentes y capacidades de almacenamiento.
“Esta transformación implicará un cambio importante en la demanda de electricidad, especialmente en cuatro áreas: los edificios, donde se espera que los sistemas de calefacción supongan el 55% de las necesidades energéticas en 2050 (frente al 7% en 2020); la industria, donde el porcentaje de electricidad en el consumo de energía debería alcanzar el 76% en 2050 (frente al 43% en 2020); la movilidad, con un 86% de vehículos eléctricos como flota de automóviles en 2050 (frente al 1% en 2020); y hidrógeno, con el uso de la electrólisis que se espera que alcance el 62% de la producción en 2050 (frente al 5% en 2020). Se prevé que el proyecto de electrificación tendrá un alcance sin precedentes, ya que se espera que la demanda mundial de electricidad se multiplique por 2,5 de aquí a 2050”, destaca Jacob.
Por último, desde abrdn ponen el foco en el sector del automóvil, que es responsable del 13% de las emisiones mundiales de CO2, y las emisiones del tubo de escape de los vehículos representan casi el 80% de esta huella. “Estamos estudiando detenidamente cómo la industria automovilística está gestionando el cambio a la producción de vehículos eléctricos. Estos vehículos implican materiales industriales como el cobalto, el estaño y el aluminio que deben obtenerse con el debido cuidado y atención a toda la cadena de suministro. Hasta ahora, todas las empresas con las que hemos hablado podían dar detalles sobre su importante reducción en el uso de materias primas, pero tenían pocos o ningún detalle sobre los efectos anteriores del abastecimiento de materiales. Por tanto, se trata de un área en la que hay que centrarse mucho más”, reconocen Andrew Mason, stewardship director en abrdn, y Kathleen Dewandeleer, stewardship manager en abrdn.