Si consideramos el desempeño de los fondos de private equity para el último año fiscal en Estados Unidos (de junio 2020 a junio 2021) podemos afirmar que los retornos conseguidos por esta clase de activo son unos de los mejores de su historia, tanto desde un punto de vista absoluto como relativo (comparado con los mercados públicos). Cabe preguntarse, entonces, ¿a qué se debe este desempeño tan excepcional?
Para explicar este fenómeno podemos citar tres causas. Primero, la adecuada selección por parte de los fondos de private equity de los sectores que se beneficiaron de las tendencias que la pandemia aceleró, entre los que se encuentran las verticales asociadas al software y otras industrias menos glamorosas como: empaques (“packaging”) y el cuidado de mascotas (“petcare”). En segundo lugar, la abundante liquidez que benefició a los fondos de private equity a través de un financiamiento barato y con pocas restricciones (“covenant light”) a la hora de comprar compañías. Finalmente, en tercer lugar, un explosivo aumento del M&A (“mergers and acquisitions”, fusiones y adquisiciones de empresas) que ha llevado a los grandes bancos de inversión a registrar ganancias récord gracias a las comisiones asociadas a este mayor volumen de transacciones, lo que ha permitido contar con condiciones óptimas para comprar y, especialmente, para vender compañías.
Si a las causas anteriores sumamos la expansión de múltiplos ocurrida en el período señalado, especialmente en el sector tecnológico (por ejemplo, el índice Nasdaq pasó de transar a un múltiplo de 15 veces EV/Ebitda el 1T de 2020, a uno de 21 veces al 1T de 2021), podemos explicar por qué algunos de los principales endowments de las universidades en EE.UU. –portafolios que cuentan con una gran exposición a fondos de private equity– reportaron retornos altísimos para los doce meses terminados en junio de 2021. Así, por ejemplo, según el último reporte del endowment del MIT, su retorno anual fue de un 55,5%, una cifra impresionante para un portafolio de 27.400 millones de dólares.
Esta efervescencia ha llevado a algunos fondos de private equity a ejecutar transacciones de una escala que antes sólo estaba reservada para las grandes corporaciones. En marzo de 2021, Thoma Bravo, un fondo especialista en software, anunció la adquisición de RealPage, una compañía líder en la producción de software para la industria inmobiliaria en Estados Unidos. El monto de la transacción alcanzó los 10.200 millones de dólares, lo que representó un premio de 30,8% para el valor de la acción de RealPage. Meses después, se anunció la compra por un monto de 30.000 millones de dólares de la empresa Medline, un proveedor de insumos médicos en EE.UU., por parte de un grupo de fondos que incluía a Blackstone, Carlyle y Hellman & Friedman.
¿Dónde está el límite para los fondos de private equity? ¿Cuándo dejarán de crecer? Si consideramos que el capital administrado por estos fondos (4,5 billones de dólares) representa sólo un 4% del market cap de los mercados públicos (120 billones de dólares), el espacio que tienen estos fondos para continuar atrayendo capital y comprando compañías abiertas en bolsa para hacerlas privadas (“Public to Private”) pareciera ser muy significativo.