Los inversores cada vez tienen más en cuenta las características medioambientales de sus inversiones. Este impulso puede ser de naturaleza moral, para poner en sintonía una cartera de inversión con los valores personales. También puede existir una motivación económica, en la creencia de que las actividades que contribuyen a mejorar el medio ambiente tienen más probabilidades de generar rentabilidades superiores a la media.
El sector financiero siempre está dispuesto a atender la demanda de nuevos productos de los inversores. Así, por ejemplo, solo en el segundo trimestre de 2021 se lanzaron 177 nuevos fondos sostenibles en todo el mundo, según datos de Morningstar. Sin embargo, en la práctica no resulta tan sencillo seleccionar empresas que contribuyan a solventar los retos climáticos y medioambientales.
Huella de CO2
En nuestra condición de inversores con un mandato medioambiental, a menudo nos preguntan cómo se puede definir una empresa cuyas actividades contribuyan a mejorar el medio ambiente. Como regla general, los fondos siguen midiendo y comunicando las emisiones de las empresas dividiéndolas por sistema entre las ventas.
En nuestra opinión, eso no basta. La huella, también llamada intensidad de carbono, mide las emisiones de gases de efecto invernadero de una empresa en relación con sus ingresos y es uno de los numerosos factores que nos informan sobre el riesgo y el impacto climático de una empresa. Las empresas y los inversores utilizan la huella de carbono para identificar y abordar riesgos relacionados con las emisiones. Fijarse en lo que contribuyen diferentes sectores a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero puede constituir un punto de partida útil para determinar las prioridades en materia de reducción de las emisiones.
Inclusión de las emisiones de alcance 3 en la huella de carbono
Sin embargo, consideramos que es de gran utilidad ir más allá de las emisiones de los alcances 1 y 2, es decir, las emisiones directas e indirectas de una empresa. Es esencial incluir las emisiones de alcance 3. Estas emisiones se derivan de las actividades de una empresa, pero escapan al control de esta. Estas emisiones resultan difíciles de medir. Por esa razón, generalmente no se comunican o están incompletas. Aunque algunos proveedores de datos ASG calculan estas emisiones, todavía no es lo habitual que se incluyan en las huellas de carbono de los inversores.
Prevención de emisiones
Podemos ilustrar el concepto de emisiones evitadas con un ejemplo. Un fabricante de aerogeneradores y un productor de cosméticos tienen perfiles de emisiones similares en lo que respecta a los alcances 1, 2 y 3, pero difieren enormemente en lo que respecta a las «emisiones potencialmente evitadas». Se trata de una metodología que mide las emisiones de carbono evitadas en la cadena de valor de los productos y servicios de una empresa. Si los inversores se fijaran únicamente en las emisiones de los alcances 1, 2 y 3, se perderían la oportunidad de invertir en una empresa que ofrece soluciones reales contra el cambio climático.
Por segunda vez, DNB Asset Management, junto con el instituto independente ISS-ESG, han elaborado un informe que analiza la huella de carbono de las empresas participadas por el DNB Renewable Energy Fund y muestra cuántas emisiones se han evitado.
Basándose en datos del año 2020, los resultados indican que las posiciones del fondo evitan potencialmente 1.480 t de CO2 por cada millón de euros invertido, frente a una huella de carbono de 246 t de CO2 por cada millón de euros, de modo que la cartera evita aproximadamente 6 toneladas de CO2 por cada tonelada que el fondo emite (aprox. 5 t de CO2 netas). Las primeras diez contribuciones a las emisiones potencialmente evitadas representan el 81% de las emisiones potencialmente evitadas netas totales del fondo.
Creemos que es imprescindible medir también el impacto positivo que tienen en el clima las empresas en las que invierte un fondo. Sin embargo, es una tarea compleja que creemos que necesita una mayor profundización. Únicamente puede llevarse a cabo paso a paso y mediante un análisis exhaustivo que englobe las conversaciones con las empresas.
Tribuna de Laura Natumi McTavish, analista del equipo de Inversiones Responsables de DNB Asset Management.