Continúa el turno de reuniones de los bancos centrales. Ayer comenzó la Fed y mañana le toca al Banco Central Europeo (BCE). Los mercados, analistas, gestoras e inversores tienen importantes expectativas en esta reunión ya que el pasado octubre Lagarde aplazó cualquier cambio hasta las perspectivas de diciembre, tras publicar sus proyecciones macroeconómicas hasta 2024.
En concreto, se espera que el BCE informe sobre si el Programa de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP) finaliza y también cuándo se volverá a calibrar el Programa de Compra de Activos (APP). También se espera una actualización de la guía futura, sobre el vínculo entre el momento de la terminación de APP y el primer aumento de tipos. “En la actualidad, el BCE compra alrededor de 70.000 millones de euros al mes en el marco del PEPP, más 20.000 millones de euros al mes en el marco del Programa de Adquisición de Activos (APP) regular, un ritmo que creemos que se mantendrá en general durante el primer trimestre del próximo año. Aunque no tenemos una opinión firme sobre la combinación de acrónimos de compra de activos más allá de marzo de 2022, seguimos pensando que el Consejo de Gobierno evitará un efecto precipitado en las compras de activos y optará por reducir gradualmente el ritmo de los actuales 90.000 millones de euros al mes hasta una tasa estable de entre 40.000 y 60.000 millones de euros al mes durante el segundo trimestre del próximo año. Esto podría adoptar la forma de una dotación de transición de entre 200.000 y 300.000 millones de euros durante nueve meses”, indica Konstantin Veit, gestor de carteras de PIMCO.
Respecto a las perspectivas sobre subida de tipos, Gilles Moëc, economista jefe de la gestora de fondos AXA Investment Managers, considera que se verá una postura muy consensuada. “Lo que probablemente sea consensuado dentro del Consejo de Gobierno se no subir tipos en 2022. El debate entre halcones y palomas se ha vuelto muy público, pero todavía se centra directamente en la flexibilización cuantitativa. Si el aumento de tipos no está sobre la mesa, entonces probablemente sea aceptable para la mayoría del Consejo continuar con la flexibilización cuantitativa hasta finales del 2022; terminar antes de eso dificultaría que el mercado no comience a aumentar los precios el próximo año, ya que lo hizo por un corto tiempo a finales de octubre-principios de noviembre”.
Pero la reunión de mañana y la posterior rueda de prensa son todavía más interesantes si tenemos en cuenta que la evolución al alza de la inflación y la nueva variante del coronavirus, ómicron, han complicado, un poco más, el escenario al BCE. Sin duda, las cosas han cambiado desde octubre. En opinión de Philippe Waechter, economista en jefe de Ostrum AM, se puede afirmar que los bancos centrales están atrapados en un estricto marco de referencia que ellos mismos han implementado. “Con el fin de salir de la política monetaria acomodaticia, el esquema es primero detener la compra de activos antes de cualquier alza a la tasa de interés. Esto brinda cierta inercia al proceso de toma de decisión y una incapacidad de intervenir tan pronto como sea necesario”, señala Waechter.
Franck Dixmier, CIO Global de Renta Fija en Allianz Global Investors, espera que el BCE de detalles en su próxima reunión sobre una nueva etapa de su política monetaria, que había calificado de «contundente y persistente». «Esperamos que el banco central comunique la necesidad de mantener su política monetaria voluntaria para seguir apoyando a la economía y lograr su meta de inflación del 2% a medio plazo. Lagarde también debería insistir en mantener herramientas flexibles para asegurar la correcta transmisión de la política monetaria y evitar cualquier riesgo de fragmentación financiera, pero también para mantener amplios márgenes de maniobra. Es probable que Lagarde no quiera comprometerse a largo plazo, dado el pico de inflación actual y las tensiones dentro del Consejo de Gobierno», comenta.
Para Ulrike Kastens, economista de DWS, tampoco es probable que el BCE apueste por una “salida rápida” de su política monetaria expansiva. Sin embargo, como el resto, sí espera que sea una reunión “menos insulsa”. Según recuerda, en pocas ocasiones como en esta los miembros del BCE han estado tan divididos sobre la futura orientación de la política monetaria. “Las previsiones sobre la evolución futura de la inflación son controvertidas y algunos miembros, como es el caso del economista jefe Philip Lane, temen mayores riesgos de inflación a medio plazo. Además, existe un alto grado de incertidumbre sobre la evolución de la pandemia, -con altas cifras de contagio incluso antes de la propagación de la variante ómicron-, que podría seguir pesando sobre las perspectivas económicas. En este contexto, muchos miembros del BCE hacen un llamamiento a no comprometer demasiado el rumbo de la política monetaria. Sin embargo, y a la luz de la ya elevada incertidumbre de las previsiones, el BCE no debería inquietar aún más a los participantes del mercado siendo demasiado impreciso”, afirma Kastens.
Sin embargo, es poco probable que el BCE siga el mismo enfoque y ritmo que la Fed, sobre todo en su cambio de retórica respecto a la inflación. “Los miembros del BCE insisten en que siguen evaluando el actual repunte de la inflación como transitorio por la conocida trinidad de efectos de base, el aumento de los precios de la energía y los cuellos de botella. Las presiones salariales siguen siendo bajas y las expectativas de inflación están ancladas. Sin embargo, el BCE tendrá que mejorar sus proyecciones de inflación y los miembros del Consejo de Gobierno hacen cada vez más hincapié en los riesgos al alza, siendo los efectos de segunda ronda una señal clave a tener en cuenta. Una subida de tipos en 2022 sigue siendo muy improbable, pero nuestra hipótesis base de que no habrá cambios en los tipos en 2023 está cada vez más cerca”, apunta Martin Wolburg, economista senior de Generali Investments.
Inflación y pandemia
Como ocurre con la Fed, las perspectivas que tenga el BCE sobre la inflación serán claves porque sobre ellas calibrará su programa de compras de activos. “Por primera vez, el BCE publicará también proyecciones para 2024. Con las tasas de inflación de octubre y noviembre, que se dispararon del 4,1% al 4,9%, parece evidente que el próximo año también podría comenzar con tasas elevadas, incluso teniendo en cuenta una previsible relajación de los precios de la energía y una moderación gradual de los cuellos de botella de la oferta. Para 2022, esperamos un ajuste significativo de las previsiones de inflación del BCE hasta situarlas muy por encima del 2,0%. En cambio, para las perspectivas a medio plazo de 2023 y 2024, el BCE podría mantenerse en su línea y publicar proyecciones de inflación por debajo del 2,0%.
Para Waechter, el otro aspecto cuestionable de la política monetaria es tomar en cuenta demasiado sistemáticamente las expectativas y reacciones de los actores económicos. “Esto se refleja en el deseo de los bancos centrales de indicar lo que están por hacer en el futuro (proyecciones) con el fin de orientar las expectativas para que el anuncio de alguna medida no vaya a crear una ruptura. Janet Yellen hizo esto notablemente después de diciembre de 2015. Este método, sin embargo, reduce drásticamente la capacidad de los bancos centrales de intervenir con rapidez”, añade.
Respecto al impacto que tiene la situación actual de la pandemia con una nueva variante en circulación, las gestoras destacan que tendrá un efecto negativo en la actividad, dadas las nuevas restricciones puestas en marcha. “El BCE tomará una decisión sobre el final del PEPP el jueves, manteniendo abiertas todas las opciones para poder aumentar el APP de forma temporal o más duradera. La decisión TLTRO es menos urgente, pero el importe pendiente de las operaciones de financiación (2,2 billones de euros) nunca podrá refinanciarse en los mercados, en particular para los bancos más frágiles del sur de Europa”, matiza Axel Botte, estratega global de Ostrum AM.
En opinión de Moëc, si la variante sudafricana impone restricciones de movilidad significativas que frenan el crecimiento, entonces sus nuevas proyecciones podrían estar «muertas a la llegada». A lo cual añade: “Más allá de las preguntas sobre la respuesta de la economía real, la aparición de la variante ya ha provocado una caída significativa en el precio del petróleo, con el Brent finalmente descendiendo marcadamente por debajo de los 80 dólares el barril el viernes. Otro problema para el BCE es que la depreciación del euro podría detenerse a medida que el mercado revalúe sus anticipaciones sobre la trayectoria de la Fed. Ambos acontecimientos pueden reducir seriamente la inflación de la zona del euro”.
Con todos estos elementos sobre la mesa, Tomasz Wieladek, economista internacional en T. Rowe Price, apunta: «Lo ideal sería que el BCE esperara hasta febrero o marzo para tomar una decisión sobre el futuro del programa ampliado de compras de activos ya que la incertidumbre de ómicron podría resolverse para entonces y los efectos de base deberían dar al Consejo de Gobierno la confianza de que la inflación está bajando realmente. Sin embargo, parece que el BCE está decidido a tomar una decisión sobre el futuro de este programa el jueves».