China acaparó los titulares a lo largo del tercer trimestre de 2021, lo que desató una gran volatilidad en los mercados bursátiles. Wendy Chen, analista de inversión sénior en GAM Investments, analiza el ciclo de endurecimiento normativo del gigante asiático y comenta por qué, en su opinión, la inversión en este entorno requiere un cambio de enfoque hacia los sectores con vientos a favor en materia de política.
Tras la celebración del centenario del Partido Comunista Chino (PCC) el 1 de julio, empezó a aplicarse el grueso de la dura normativa que se había reservado para este aniversario. El nefasto retroceso de los títulos chinos comenzó con una investigación sobre Didi, después de su precipitada salida a bolsa, que muchos expertos sugirieron y que se produjo a pesar de las advertencias gubernamentales. El pánico del vendedor alcanzó su punto álgido cuando en el mes de julio se decretó la prohibición total y la nacionalización forzosa del sector de las clases particulares en China. Aunque muchos habían previsto una normativa mucho más draconiana en materia de clases particulares los fines de semana y los periodos de vacaciones, pocos habían pronosticado lo que escaló hasta ser una prohibición muy controlada por medio de la introducción de un modelo tipo “sin ánimo de lucro”. Este cisne negro sembró el terror en los sectores de Internet, atención sanitaria y consumo discrecional, ya que los inversores temían que podrían ser el próximo objetivo de las restricciones normativas.
En agosto, se arrojó algo más de luz sobre el rumbo de la política china, cuando el presidente Xi Jinping puso el acento en la “redistribución de la riqueza en busca de la prosperidad común”, lo que provocó una rotación desde sectores con vientos en contra en materia política como Internet, los artículos de lujo y el segmento inmobiliario hacia sectores a los que favorecen las políticas, como la cadena de valor del vehículo eléctrico, la tecnología de semiconductores y la fabricación de alta gama. Para agravar las presiones de los mercados de renta variable, en septiembre se hizo hincapié en el mercado inmobiliario chino, cuyo volumen alcanza los 60 billones de dólares, ya que el posible impago de la deuda de Evergrande suscitó la preocupación por el riesgo sistémico (que algunos medios de comunicación llegaron a calificar de “momento Lehman”). Justo cuando parecía que las cosas ya no podían ir a peor, al final del trimestre se produjeron apagones a gran escala en más de la mitad de las provincias chinas, lo que socavó aún más las perspectivas de crecimiento del PIB para el cuarto trimestre.
Cabe recordar que muchas de las políticas acometidas en materia de antimonopolio, bienes inmuebles, las tres líneas rojas, entre otras, ya se habían propuesto en el último trimestre de 2020, aunque la duración, la intensidad, el alcance y la velocidad en su conjunto no tienen precedentes en la historia reciente. La impredecible naturaleza de la normativa ha espantado a muchos inversores de todo el planeta, debido a los fondos infraponderaron a China en el tercer trimestre, lo que provocó una rentabilidad inferior en cerca del 30% de la renta variable del gigante asiático respecto de sus homólogas de Estados Unidos, pese a una mayor tasa de crecimiento.
El dilema: ¿aumentar el tamaño de la tarta o repartirla?
Desde la óptica china, el crecimiento del 12,7% experimentado en el primer semestre de 2021 deja un holgado margen para una segunda mitad mucho menos halagüeña si se tiene en cuenta el objetivo anual del 6%. Según el parecer de GAM Investments, la tarea más acuciante para el regulador será la gestión de 2022 y el requisito de propiciar que el crecimiento siga adelante.
La ingente población de China, que una vez propulsó el crecimiento más raudo de la economía mundial, se está desacelerando y está envejeciendo. Aunque el crecimiento anual de la población se ralentizó hasta el 0,5%, el censo de 2020 sugiere que el ratio de dependencia de las personas mayores se ha doblado a lo largo del pasado decenio, lo que supone una carga adicional para un sistema de pensiones chino ya deficitario. El regulador reaccionó con inmediatez suprimiendo su política de un único hijo, que duró una década, para descubrir luego que una política de dos, tres o hijos ilimitados no basta para incentivar más nacimientos.
Por consiguiente, se adoptó una segunda solución que consistía en medidas para eliminar todos los obstáculos que pudiesen dificultar los nacimientos. En particular, se puso el foco en tres sectores, educación, vivienda y atención sanitaria, dado que se considera que podrían suponer la mayor carga para la renta y el bienestar de las familias. Las primeras medidas severas se acometieron en el sector de las clases particulares, ya que un estudiante de K12 (desde la guardería hasta el 12.º grado) en China se lleva hasta la mitad de la renta disponible de una familia menos acomodada.
Sumado a esto, existe el deseo de frenar unos precios de la vivienda que no paran de subir, ya que los inmuebles concentran más del 60% de la riqueza de las familias en China. El enfriamiento en las ventas de inmuebles, junto con unas restricciones rígidas en lo tocante al apalancamiento de los promotores, también había supuesto un augurio de lo que ocurriría con Evergrande en septiembre. Por último, las autoridades han aumentado la adquisición de medicamentos a nivel nacional y han incluido los equipos médicos. Este hecho, combinado con la reforma en la fijación de precios en los servicios de atención sanitaria, sacudió el sector de los hospitales privados.
Frente al dilema de la población y el retraso en el crecimiento, las autoridades recondujeron inevitablemente su enfoque, del aumento del tamaño de la tarta a su reparto. Una ralentización económica causaría más estragos a los desfavorecidos que a las personas acaudaladas, mientras que la clave de la estabilidad social depende de los que se hallan en lo más bajo de la pirámide. Así pues, la ideología de la “prosperidad común” del libro El capital, que en su día se pretendía alcanzar en 2050, se ha adelantado para hacer frente a la creciente demanda de la red de seguridad social. Estas declaraciones se han interpretado como de “extrema izquierda”, dado que los inversores de todo el mundo se centran más en lo “común” que en la “prosperidad”. Las empresas también respondieron con celeridad, dado que plataformas de Internet de gran capitalización, como Tencent, Meituan y PDD, defendieron sin fisuras esta causa al establecer unos fondos de prosperidad común de mil millones de dólares o reajustar su estrategia corporativa para mejorar la responsabilidad social.
Más allá de las turbulencias
Estas medidas tan drásticas no solo han deteriorado el ánimo del mercado, sino que también han perjudicado a los negocios y a los medios de vida de la gente. Cientos de miles de trabajos han desaparecido de la noche a la mañana en el sector de las clases particulares, los ahorros de toda la vida guardados en la vivienda se depreciaron y los recursos médicos escasearon, ya que la adquisición a bajo precio agravó la escasez. La drástica actitud del gobierno central también se tradujo en una ejecución imprudente de las políticas locales. Los recientes apagones con los que se trataba de frenar un proceso de fabricación de productos que consume grades cantidades de energía se expandieron al uso de electricidad por parte de los consumidores. Las cifras macroeconómicas también se revelaron desfavorables, al registrarse una caída en el crecimiento de las ventas minoristas en agosto hasta el mínimo de un año del 2,5%, y el PMI manufacturero de septiembre se contrajo por primera vez desde que se desatara la pandemia de COVID-19.
En la China continental se espera con impaciencia una inyección de liquidez que apuntale una economía en desaceleración. Aunque aún es muy pronto para desear que tenga lugar un giro en las medidas restrictivas, los reguladores han colocado una red de seguridad para garantizar la actividad económica. Dado que el cuarto trimestre ha sido, por lo general, una temporada alta para la fabricación y el consumo, la aplicación de una estacionalidad tan favorable en un calendario intenso en términos macroeconómicos podría resultar demasiado onerosa para los reguladores, especialmente en la antesala de un importante período político en el primer trimestre de 2022.
En GAM Investments creen que la inversión en este entorno requiere un cambio de enfoque. En consecuencia, están poniendo la vista en los sectores favorecidos por las políticas que las autoridades ven como líderes a largo plazo. La palabra clave de la agenda política china se ha convertido en “reestructuración”; reducción de la dependencia de la mano de obra y de las tecnologías importadas, y adelanto respecto de los operadores tradicionales en un mundo digital 4.0. China lleva ventaja en las tecnologías de descarbonización.
En la gestora creen que el desarrollo ecológico (o “verde”) y la descarbonización se perfilarán como los principales beneficiarios de una agenda política en fase de cambio, y han venido invirtiendo en títulos que se ven favorecidos por las políticas, con la constitución de líneas en la cadena de valor de los vehículos eléctricos y la digitalización corporativa.
Si desea descargar una copia completa del “El estratega disreuptivo”, 3er trimestre de 2021, puede hacerlo en este enlace.
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