Cuando en 2020 llegaron a Uruguay los primeros casos de coronavirus, los habitantes del país sudamericano descubrieron de golpe que contaban con emitentes científicos en medicina biológica, capaces de dar pasos certeros para contener la pandemia. La mayoría provenían del Instituto Pasteur de Montevideo y llevaban más de 13 años investigando. Actualmente, la institución está rodeada de reconocimiento y prestigio. Mirando al futuro, quiere mejorar su perfil filantrópico mientras inicia un proyecto disruptivo: el lanzamiento de un fondo de Venture Capital de alcance global.
Un mes después del inicio de la pandemia, científicos del Instituto Pasteur de Uruguay y de la Universidad de la República (UDELAR) anunciaban que habían logrado crear un test uruguayo de detección del coronavirus. Apoyados por un laboratorio privado, el gobierno y organismos internacionales, pronto empezaron a fabricar a gran escala. La sorpresa fue grande, el mundo entero carecía de insumos básicos (como mascarillas) y los test y pruebas de detección faltaban cruelmente. Ensamblar un test en tiempo récord se convertiría en el primero de una larga lista de aportes del Instituto Pasteur, que durante toda la pandemia se convertiría en un elemento clave para dar información y soluciones para enfrentar la crisis sanitaria y mitigar sus efectos.
El Insituto Pasteur fue una pieza clave en la lucha contra la pandemia en Uruguay gracias a su rápida capacidad para buscar soluciones
El Instituto Pasteur de Montevideo es una fundación sin ánimo de lucro creada por ley en 2004. Forma parte de la red internacional del famoso instituto francés, pero el Estado uruguayo financia el 40% de su funcionamiento (208 millones de pesos, unos 4,9 millones de dólares, en 2021) y el 60% restante se cubre con fondos de proyectos, servicios y donaciones. El gobierno francés lo apoya mediante la financiación de proyectos.
Sentada en su austera oficina, Alicia Betancor, directora financiera de la institución, repasa estos dos años que parecieron siglos: “Han sido meses de una gran intensidad, sin ir más lejos en junio de este año 2021 pudimos inaugurar los locales nuevos del Centro de Innovación en Vigilancia Epidemiológica (CIVE), que había empezado a funcionar a mediados de 2020 como respuesta a la pandemia. El CIVE ocupa unos 250 m2, incluye salas de trabajo en virología, microbiología y un laboratorio de diagnóstico molecular, además de zonas de laboratorio abierto y oficina”, explica Betancor.
El CIVE está siendo clave en estos momentos para detectar nuevas variantes del coronavirus, además de apoyar a las autoridades y al sistema sanitario en la realización de pruebas de detección. Entre sus misiones a largo plazo estará la identificación patógenos que puedan afectar a personas y animales, desarrollar métodos de diagnóstico de enfermedades infecciosas, investigar brotes para comprender patrones de transmisión de microorganismos, realizar el seguimiento de resistencia a antibióticos y colaborar en el desarrollo de vacunas.
En estos meses han recibido una respuesta solidaria sin precedentes y por ello ahora planean el lanzamiento del programa de donaciones “Amigos del Pasteur”
Amigos del Pateur: un nuevo impulso filantrópico
El proyecto fue posible gracias a la ayuda internacional de varios países y una red de solidaridad y donantes privados: “Desde el inicio de la pandemia hemos recibido 700.000 dólares exclusivamente de donantes privados, algo sin precedentes, que nos ha permitido funcionar de manera excepcional. La ayuda llegó muy rápido y por diferentes vías: hubo instituciones y empresas, también iniciativas individuales, personas que decidieron juntar voluntades y hacer aportes importantes. Ahora nos sentimos fuertes para ir más lejos como institución y queremos profesionalizar y mejorar el área de trabajo filantrópico de nuestra administración. Recibir dinero de donantes significa crear estructuras y mejorar nuestros mecanismos de transparencia”, explica…
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