Hay mucho en juego en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se celebrará en noviembre y si los líderes mundiales aprueban los últimos y ambiciosos objetivos de la Unión Europea (UE) en materia de cambio climático, será un paso importante para el medio ambiente. Sin embargo, unas políticas de cambio climático más eficaces también podrían tener un gran impacto económico.
A mediados de julio, la UE anunció un paquete legislativo para respaldar su última actualización del Pacto Verde Europeo -denominado Fit for 55-, que acelera los objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero hasta, al menos, el 55% en 2030 respecto a los niveles de 1990. El modelo de la UE eleva la banda para que otros países asuman compromisos similares y agresivos en la COP26. La política pionera de la UE comprende una amplia legislación en materia de emisiones, energía y transporte, así como un nuevo precio del carbono en las importaciones, que ha llamado la atención de muchos observadores. Sin embargo, algunos aspectos cruciales de la nueva política han sido más sutiles y, probablemente, constituirán la base de la agenda europea en la COP26.
“El modelo de la UE de eleva la banda para que otros países asuman compromisos similares y agresivos en la COP26”
Fit for 55 reconoce que el coste y el impacto social de la transición climática no ha sido adecuadamente captado por los métodos económicos tradicionales. Y, reconociendo que los planes de transición anteriores eran inadecuados para cumplir los objetivos del Acuerdo de París, la UE dice que ahora impulsará un enfoque más coordinado y global para contrarrestar los efectos adversos del cambio climático.
La UE está trazando una línea en la arena, exigiendo un mayor compromiso global sobre el cambio climático porque se ha hecho evidente que el planeta no puede esperar más para actuar. El cambio real requerirá que los consumidores y las empresas se enfrenten a los costos sociales y al impacto del sistema de globalización impulsado por el consumo, que ha dominado la actividad económica mundial durante décadas.
El alto precio de los costes ocultos
El paquete de la UE establece un régimen en el que podemos empezar a cuestionar un producto “barato” de un país lejano, y si su precio ignora los costes ocultos asociados a su producción, como las emisiones, la contaminación o la explotación laboral. En su lugar, estos costes deben trasladarse al precio y suponer productos más caros o una disminución del beneficio para la empresa que lo fabrica.
Un aspecto central de este cambio es la noción de que, como sociedad, debemos cambiar nuestra mentalidad de consumidores globales para actuar como ciudadanos globales. Los inversores deben saber que esto podría suponer un gran coste económico al traducirse en precios más altos. Dicho de otro modo, no es tanto que los precios vayan a ser más altos, sino que los modelos económicos tradicionales han ocultado el costo real de las cosas. Ahora, si queremos hacer frente al cambio climático, tendremos que afrontar salarios más altos, tarifas de emisiones y, en última instancia, precios más altos.
«Los modelos económicos tradicionales han ocultado el costo real de las cosas»
Ya estamos viendo cómo las principales empresas adoptan la sostenibilidad a través de ejemplos como las empresas multinacionales de bienes de consumo de envasados, que se comprometen a tener cero emisiones netas desde la cuna hasta la estantería, o los fabricantes que utilizan blockchain para la trazabilidad de los productos y las empresas que reducen el uso de plástico y aumentan el reciclaje. Ahora, las empresas y los inversores necesitan más normas comunes para acelerar este progreso.
Mientras los líderes de la UE se preparan para impulsar su agenda en la COP26, los recientes fenómenos meteorológicos extremos en Estados Unidos, Alemania y China, como las olas de calor y las inundaciones, han servido para recordarnos duramente que los desafíos del cambio climático son muy reales y urgentes.
Como escribe el New York Times, nuestro sistema económico puede haber sacado a cientos de millones de personas de la pobreza, pero “ha hecho que la resiliencia climática sea menos prioritaria que el crecimiento económico”. La continuidad de la expansión económica en su forma actual -ya sea el crecimiento de las ciudades que agotan los recursos locales o la supervisión inadecuada de las fábricas que causan contaminación y realizan malas prácticas laborales- es insostenible. El desarrollo de modelos económicos más sostenibles requerirá la fijación correcta de los precios de la actividad económica, algo que la incorporación de factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en las decisiones de inversión intenta conseguir. Un informe reciente del Boston Consulting Group señalaba que las empresas que adoptan prácticas sostenibles mediante acciones como el reconocimiento del coste social total de sus productos obtendrán, en última instancia, “una clara ventaja competitiva”.
Con la UE y otros países industrializados presionando para que se tomen medidas, la COP26 puede servir de punto de inflexión para un mayor compromiso en la lucha contra el cambio climático.
Todo esto, llega en un momento en el que Estados Unidos ha renovado su compromiso con el Acuerdo de París y tras una pandemia que ha aumentado la demanda de inversión sostenible por parte de los inversores. También llega en un momento en el que la comunidad mundial ya se enfrenta a un déficit de financiación para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU de hasta tres billones de dólares anuales.
Cerrar la brecha de financiación sostenible requiere normas comunes
Por eso es vital que los líderes de la COP26 acuerden establecer normas compartidas y globales para los instrumentos de financiación verde/sostenible. Esto facilitará comparar mejor los objetivos sostenibles, los indicadores clave de rendimiento y las regulaciones que pueden permitir una fijación de precios más precisa de los activos de riesgo (para incluir los costos sociales y otros costos indirectos), a la vez que permitirá valoraciones relativas más precisas entre las clases de…
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