El último dato trimestral del PIB de China muestra que el crecimiento del país se está desacelerando, de hecho, más de lo esperado. Según los analistas de Banca March, el crecimiento se moderó hasta un avance del 0,2% trimestral frente al 1,3% anterior y por debajo del 0,4% esperado.
“Con estos datos y en comparación con el mismo periodo del año pasado, el crecimiento se moderó hasta un 4,9% interanual, el más bajo desde la pandemia. Esta desaceleración de la actividad estuvo centrada principalmente en el sector secundario, que se enfrentó a un freno en la construcción, a los cuellos de botella en la producción y también a los problemas de suministro eléctrico. A ello hay que unir los brotes esporádicos de contagios por el COVID-19 que continuaron afectado a la actividad”, explican.
Según explica Sophie Altermatt, economista en Julius Baer, los datos de actividad económica de septiembre muestran, además, una desaceleración más fuerte de lo previsto en la producción industrial y la inversión en activos fijos, mientras que el repunte de las ventas minoristas sorprendió al alza. “De cara al futuro, es probable que los vientos en contra derivados del desapalancamiento del sector inmobiliario y los recortes de la electricidad persistan en el cuarto trimestre. Seguimos esperando un repunte del crecimiento secuencial en el cuarto trimestre, como reflejo de la relajación de las restricciones relacionadas con el COVID-19. Los vientos en contra, tanto de la oferta como de la demanda, provocaron un enfriamiento de la actividad económica en el tercer trimestre. Entre ellos se encuentran los brotes generalizados del COVID-19 y las restricciones de movilidad relacionadas en agosto, las interrupciones de la producción debidas a la escasez de energía en septiembre y el impacto general de la campaña de desapalancamiento en el sector inmobiliario”, añade Altermatt.
Ante este contexto, el gobernador del Banco Popular, Yi Gang, reconoció durante el Seminario de Banca Internacional del Grupo de los 30 que la economía se enfrenta a retos como el de impago de ciertas empresas, en clara referencia al colapso del promotor inmobiliario China Evergrande Group. “Sin embargo, también señaló que se están adoptando medidas para defenderse de los riesgos financieros, y espera que la economía china crezca un 8% este año”, añade el análisis de Banca March.
Según Valtteri Ahti, estratega jefe de la boutique nórdica de gestión de inversiones Evli, hay que entender que el objetivo oficial de China sigue siendo duplicar el PIB para 2035. “Por tanto, la prosperidad común continúa requiriendo una prosperidad en rápido crecimiento. Sin embargo, la prosperidad de algunos puede ser más importante que la de otros. Los predecesores de Xi, Jiang Zemin y Hu Jintao, cumplieron el máximo de dos mandatos de cinco años en el poder. El máximo ha sido abolido y el año que viene China decidirá quién gobernará durante los próximos cinco años. El segundo quinquenio de Xi Jinping se agotará el año que viene y el escenario está preparado para que reine otros cinco”, apunta Ahti.
La experta cree que el gobierno chino ha pasado de promover exclusivamente el crecimiento económico a promover también el bienestar social de una forma que recuerda a la última época maoísta.
Evergrande, Fantasia y otros retos
Este último dato -sumado a los cambios regulatorios, a la presión sobre las compañías tecnológicas del país y a las tensiones con Estados Unidos- ha hecho que los inversores vuelvan a mirar de forma cauta a China. En opinión de Chi Lo, responsable senior de estrategia de la región de Asia Pacífico de BNP Paribas AM, la crisis de deuda a la que se han enfrentado recientemente las principales compañías del sector de la construcción ha provocado que las primas de riesgo de la deuda de las compañías chinas más débiles hayan alcanzado máximos históricos y ha desencadenado una ronda de rebajas de calificación crediticia. “La preocupación por la posibilidad de una reestructuración ordenada del sector inmobiliario se ha visto agravada por la restricción del suministro de carbón (y, por tanto, de energía), lo que ha aumentado la presión, y no solo sobre las empresas inmobiliarias chinas”, apunta para poner en contexto el impacto que ha tenido el caso Evergrande y Fantasia.
En general, según explican desde Morningstar, los gestores de fondos con los que ha hablado consideran que el impago de Fantasia es un acontecimiento idiosincrásico más que una manifestación de riesgo sistémico y esperan que la actual tensión en el sector inmobiliario chino sea temporal. De hecho, la gran noticia del día es que Evergrande ha conseguido evitar el impago de su deuda mediante el desembolso de 83,5 millones de dólares de intereses.
“La mayoría sigue esperando que el gobierno chino intervenga para proporcionar liquidez al sector en algún momento, pero se preparan para un periodo de turbulencias a corto plazo. Por su parte, los inversores deben esforzarse por mantener la cabeza fría: a medida que la situación evolucione, seguiremos vigilando la exposición al sector inmobiliario chino dentro de nuestro grupo de fondos con rating cualitativo. A pesar de los tropiezos a corto plazo, la exposición a la renta fija de los mercados emergentes puede reportar importantes beneficios de carry y diversificación, si se mantiene una asignación moderada en una cartera diversificada y se mantiene la inversión a largo plazo, es decir, un ciclo de mercado completo de al menos cinco años”, afirman desde Morningstar.
Pese a estos retos, Chi Lo considera que las perspectivas son favorables y que los inversores deben seguir manteniendo una visión a largo plazo “siempre que avancen las medidas destinadas a abrir la economía y los mercados de capital y que las autoridades continúen teniendo presente la importancia de las fuerzas del mercado en la economía”. Y añade: “El crecimiento podría volver a repuntar gracias a las medidas de expansión monetaria y fiscal y a las expectativas de nuevas medidas en el futuro. Las autoridades chinas podrían incluso eliminar algunas de las restricciones impuestas sobre el mercado inmobiliario, si consideraran que son excesivamente draconianas y que podrían dañar a la economía en general y provocar malestar social”.
China vrs EE.UU.
El experto de BNP Paribas AM reconoce que a los inversores les preocupa, por ejemplo, que las continuas tensiones entre China y Estados Unidos, en el ámbito comercial, pero también en cuestiones no económicas, puedan provocar una caída del comercio, ya que los países están deslocalizando la producción y las cadenas de suministro regionales en virtud de políticas que defienden el concepto de “nuestro país, en primer lugar”. En su opinión, “no hemos visto ninguna prueba convincente que nos lleve a pensar que las cadenas de suministro asiáticas, o globales, se estén rompiendo, o que las economías china y estadounidense se están desvinculando”.
En el último informe Shifts & Narratives de Amundi, la gestora apunta que tras la crisis del COVID-19, China ha logrado reafirmarse como superpotencia económica, mientras que Estados Unidos ha perdido algo de terreno, atrapado en la guerra comercial. “El tapering de la Reserva Federal estadounidense podría favorecer aún más a China en esta disputa, lo que tendría repercusiones económicas y de inversión. En el camino hacia el desacoplamiento entre China y EE.UU. hay dos fuerzas principales en juego: la internacionalización del renminbi como moneda clave para el comercio, el capital, las reservas y el ahorro; y el reequilibrio del crecimiento hacia motores de la demanda endógenos. Esto podría aumentar la independencia del ciclo económico chino y su aislamiento de los vientos en contra globales y de las fuerzas estadounidenses”, argumenta Amundi en el documento.
El informe de Amundi apunta que China ha cumplido con coherencia y disciplina sus objetivos. En cuanto a las políticas, explica que China ha resistido la tentación de embarcarse en la realización de experimentos monetarios y fiscales no ortodoxos, a diferencia de muchas economías emergentes. Por el contrario, Estados Unidos se encuentra a la cabeza en lo que respecta al dominio fiscal y la complacencia monetaria. Y en el ámbito monetario, afirma que la tentación de devaluar la divisa china durante la guerra comercial fue una trampa tendida por el entonces presidente estadounidense Donald Trump para poner en peligro los esfuerzos relacionados con la internacionalización del renminbi y desafiar los planes de China para reequilibrar su modelo de crecimiento; y China no cayó en esta trampa.
“De hecho, los beneficios a largo plazo de una divisa percibida como fuerte superan algunos de los imprecisos alivios a corto plazo de una guerra comercial (por ejemplo, la gente tiende a ahorrar en una divisa que se aprecia para mantener -y posiblemente aumentar- el valor de sus ahorros). En cambio, la trampa se materializa para Estados Unidos, ya que sólo puede perder con una base de liquidez global en dólares potencialmente más frágil y tiene poco que ganar en términos económicos con la elevación de las barreras comerciales”, concluye el documento de Amundi.