En su afán por superar a Wall Street, Peter Lynch popularizó la filosofía de inversión «Crecimiento a un precio razonable» (GARP, por sus siglas en inglés). Durante su gestión del Magellan Fund, entre 1977 y 1990, Lynch obtuvo una media anual sin precedentes del 29,2%, lo cual le sitúa en el panteón de los inversores legendarios.
Lo hizo aplicando el estilo de inversión híbrido de GARP, que combina los estilos de inversión de crecimiento y de valor. Su tesis se basaba en la selección de valores en lugar de limitarse a mezclar ambos factores.
Lynch trazó su rumbo en la «zona de Ricitos de Oro» del universo bursátil, es decir, en aquellas empresas que presentaban tasas de crecimiento superiores a la media y que seguían cotizando a valoraciones razonables; ni demasiado caras ni demasiado baratas.
El mundo ha cambiado mucho desde que Lynch introdujo el GARP en el zeitgeist de la inversión, pero quizás uno de los mayores cambios en las tendencias de asignación de capital ha sido el crecimiento de la inversión sostenible y ESG. Aunque el ESG es apasionante, la carrera por las acciones ESG es, en gran parte, una respuesta emocional de los inversores que tratan de sacar partido de un tema nuevo y emocionante.
Perseguir una tendencia candente para que luego se enfríe no es nada nuevo en el mundo de la inversión: basta con ver el boom de las puntocom, en el que los inversores acabaron perdiendo el tren por dejarse llevar por una narrativa convincente.
El nacimiento de la inversión SARP
A medida que la inversión se vuelve verde, los gestores de activos están invirtiendo cada vez más en líderes de crecimiento que muestran altas puntuaciones ESG. Sólo hay unas cuantas agencias de calificación en este negocio, y está lejos de ser una ciencia perfecta.
Por ejemplo, los proveedores de calificaciones ESG difieren mucho en sus evaluaciones de la misma empresa.
Las calificaciones sólo tienen una correlación media del 61%. En el sector bancario, en cambio, las evaluaciones de la solvencia de diferentes proveedores para una empresa están correlacionadas en un 99%. Los inversores deberían considerar el uso de los ESG como una parte fundamental del proceso de inversión, y no como un filtro simplista o un atajo para seleccionar las mejores empresas. Además, la mera integración de los criterios ESG no debe equipararse a la inversión sostenible.
Hay muchas inversiones sostenibles interesantes fuera de los sectores de «crecimiento» del mercado. De hecho, muchas buenas empresas cíclicas o de valor suelen pasarse por alto.
Nuestro lema «Inversión sostenible a un precio razonable» refleja un nuevo mundo de inversión, en el que la exuberancia sobre el potencial no realizado de las acciones verdes está manipulando las valoraciones.
Los líderes de la sostenibilidad del futuro están ahora en transición: como estas empresas no tienen un halo verde legado por las agencias de calificación, cotizan a múltiplos muy interesantes.
A diferencia de otros fondos sostenibles, no utilizamos puntuaciones de terceros que puedan ser manipuladas por el proveedor de datos o un departamento de relaciones con los inversores de las empresas, y no hay cuestionarios binarios. En resumen, prestamos atención a la valoración y al precio que se paga por la exposición a la sostenibilidad.
En definitiva, el objetivo es la «sostenibilidad a un precio razonable», a diferencia de otros fondos sostenibles que buscan la «sostenibilidad a cualquier precio».
Este enfoque es sencillo, transparente y está respaldado por datos públicos que suelen encontrarse en los informes anuales de las empresas.
Las empresas del mañana hoy
De hecho, las empresas que mejoran «under-the-radar», o bajo el radar, ofrecen las oportunidades más atractivas tanto en términos de impacto en la sociedad como de rendimiento para los inversores.
Un buen ejemplo es Stora Enso, el proveedor finlandés de soluciones renovables en papel y embalaje. Hace apenas 15 años, obtenía más del 70% de sus ingresos de la fabricación de papel, un negocio muy poco sostenible.
Hoy, la mitad del valor de la empresa reside en sus bosques, que absorben alrededor de 3 millones de toneladas de CO2 al año, una cifra que crece con los bosques.
Stora Enso también fabrica envases de fibra, mucho menos intensivos en CO2 y más fáciles de reciclar que sus alternativas de plástico y vidrio, así como productos de madera que están sustituyendo al hormigón y al acero en la construcción.
El grupo ha finalizado recientemente la construcción de una instalación piloto que produce Lignode®, un material de carbono de base biológica procedente de la lignina que podría utilizarse como alternativa de bajo contenido en carbono al grafito sintético y natural en los ánodos de las baterías y ofrecer un impulso a las aplicaciones de almacenamiento de energía y vehículos eléctricos.
Calculamos que a partir de 2021 la producción de papel tradicional representará tan solo el 10% de los beneficios, ya que Stora Enso cierra fábricas papeleras o las destina a otros fines.
Nuestra filosofía no significa que el análisis ESG no sea crucial en nuestro proceso. Al contrario, los criterios ESG son una parte integral del proceso de selección de valores. Es poco probable que una empresa con prácticas controvertidas y sin signos de mejora acabe en alguna de nuestras carteras.
Pero como todo el mercado está recurriendo a los criterios ESG e ISR en busca de ideas de inversión rentables, los inversores tienden a concentrarse únicamente en un puñado de líderes actuales. Sin embargo, podría ser conveniente mirar a dos o tres años vista en busca de empresas que realicen mejoras radicales. De este modo, los inversores pueden diferenciar sus carteras de las de sus competidores y evitar los peligros de una «burbuja verde». Nuestro mundo, según el SARP.
Por Louis Larere y Luc Pez, cogestores del fondo OYSTER Sustainable Europe.
OYSTER Sustainable Europe cuenta con la certificación francesa de ISR, así como con el artículo 9 del SFDR.
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