El Banco Central del Uruguay (BCU) definió que una parte de los activos de reserva del Estado uruguayo que administra se destinen a inversiones y proyectos sustentables. En este sentido, expertos de Ferrere Abogados defendieron la necesidad de un mayor impulso a este tipo de activo.
Los activos del BCU se han comenzado a invertir en un fondo nominado en dólares americanos, administrado por el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por su sigla en inglés), que tiene como objetivo invertir en bonos aplicados para financiar o refinanciar proyectos amigables con el medio ambiente como producción de energía renovable, eficiencia energética y otros proyectos sustentables.
Este fondo implica para la cartera del BCU beneficios de diversificación debido a que la misma presenta una menor correlación con otros activos elegibles, con un riesgo de tipo de interés intermedio y un riesgo crediticio global relativamente bajo. Esto se debe a que su objetivo de duración de 5 años limita el riesgo de tasa de interés, mientras que su calificación crediticia mínima de A- / A3, según Standard & Poor’s y Moody’s, limita el riesgo crediticio.
Uruguay algo rezagado en la región en términos de emisiones sostenibles
La inversión en este fondo forma parte de las acciones orientadas a promover las finanzas sostenibles que lleva adelante el BCU.
Sebastián Ramos, de Ferrere Abogados, considera que “El BCU debería hacer los cambios necesarios para facilitar estos productos financieros. Es necesario realizar flexibilizaciones para fomentar la aparición de bonos verdes o bonos de sostenibilidad”.
Los principales instrumentos de financiamiento sostenible son los bonos temáticos, que son títulos de deuda que se emiten con el objetivo de contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
Desde Ferrere Abogados explicaron que “hay dos grupos principales: los bonos de uso de ingreso y los bonos vinculados a la sostenibilidad. Los bonos de uso de ingreso se emiten con la condición de que los fondos se dediquen a financiar proyectos con beneficios medio ambientales y/o sociales específicos. Algunos ejemplos son: los bonos verdes (para proyectos de energías renovables y gestión de residuos, entre otros), sociales (para iniciativas que garanticen, por ejemplo, la seguridad alimenticia o la vivienda asequible), azules (enfocados en soluciones para el océano y el agua) y de género (para proyectos que apoyen el empoderamiento de la mujer)”.
Por otro lado, los Bonos Vinculados a la Sostenibilidad, en cambio, no financian proyectos específicos, sino que se basan en el cumplimiento de objetivos en materia de sostenibilidad. “Una empresa que trabaje con iniciativas medio ambientales y quiera emitir bonos sustentables tendrá una serie de requisitos que cumplir. Deberá fijar indicadores, monitorearlos y luego rendir cuentas”, indicó Sebastián Ramos.
El experto de Ferrere Abogados considera que Uruguay se está quedando atrás en cuanto a la emisión de bonos de este tipo si se lo compara con Argentina, Brasil o Chile. De todos modos, Ramos destacó algunas iniciativas que van en ese sentido, como el Crédito Coche Carbono Neutral de Banco Santander -en el que la institución financiera otorgará a nombre del cliente bonos de carbono por cada coche 0 km que se financie.
También mencionó la Rendición de Cuentas, que incorporó la modificación del Impuesto Específico Interno (IMESI) aplicable a las gasolinas, que pasará a gravar con el impuesto a partir de 2022 a los combustibles con emisiones de CO2 (dióxido de carbono). La medida “puede fomentar que el empresario reconvierta su negocio para descarbonizarse y así tener un beneficio fiscal”.
En opinión del experto las grandes empresas del sector agropecuario, deberían tener facilidades para emitir bonos sostenibles porque “son justamente esas las empresas que acceden al mercado de capitales”.
“Hoy en día en el BCU al empresario le piden garantía, calificación, una serie de requisitos que hacen que sea muy caro emitir. Entonces vale la pena atravesar todo el proceso solo si se emite un monto muy importante”, señaló y agregó que es conveniente lanzar un proceso de emisión simplificada, más rápido y dirigido a empresas medianas para emisiones de hasta 500.000 dólares pero vinculadas a temas sostenibles.
“Eso solamente, aunque la tasa de rentabilidad sea la misma de los proyectos no sostenibles, ya va a hacer que la gente apueste por inversiones sostenibles. El inversor quiere poner dinero en cosas que siente que hacen la diferencia. Y el mercado está sólido, entonces creo que es posible flexibilizar el sistema para que haya un crédito más rápido y accesible”, concluyó.