En su reunión de esta semana, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) no ha llegado a reconocer un «progreso adicional suficiente» para cambiar la política monetaria. En cambio, se ha inclinado más hacia la reducción del ritmo de compras, que parece ser inminente de cara a noviembre, y ha mostrado su intención de subir los tipos en 2022, siempre que la recuperación económica se mantenga firme.
Según explican los analistas de Banca March, para cumplir con el calendario haría falta una retirada de estímulos de aproximadamente 15.000 millones de dólares cada mes, aunque de momento no se ha decidido cómo se proceder. “También hubo novedades en el dot plot. Con el comité dividido sobre si empezar o no las subidas de tipos en 2022, cuando antes no se anticipaban hasta 2023. En este sentido, Powell aseguró que es improbable que las subidas comiencen antes del final del tapering”, afirman en su último informe.
Con el calendario en la mano, Anna Stupnytska, economista global de Fidelity International, afirma que ahora todo apunta a noviembre como la fecha más probable del inicio de la reducción de su política monetaria extremadamente acomodaticia. “En la conferencia de prensa, Powell señaló que esperaba que la reducción de las compras de activos concluyera a mediados del próximo año, lo cual es algo más agresivo que las expectativas del mercado”, matiza.
Sin embargo, Tiffany Wilding, economista de PIMCO para EE.UU., considera que el tapering puede aún retrasarse hasta diciembre. “Es probable que el techo de la deuda del Tesoro estadounidense sea vinculante en torno a la reunión del FOMC de noviembre, y la Fed podría no querer contribuir a lo que probablemente sea un periodo de elevada volatilidad. No obstante, la Fed puede ajustar fácilmente el ritmo de reducción de las compras para terminarlas hacia mediados del próximo año, como indicó el presidente de la Fed, Jerome Powell, durante la conferencia de prensa”, señala Wilding.
En opinión de Silvia Dall’Angelo, economista senior Federated Hermes, si bien los «progresos sustanciales» en el mercado laboral y la inflación justifican una reducción del ritmo de las compras de activos a partir de finales de este año, el objetivo del máximo empleo aún está lejos y exige que las condiciones monetarias sigan siendo acomodaticias durante algún tiempo. Por estas razones, Powell se asegurará de que quede clara la distinción entre el tapering, el fin de las compras de activos y la subida de los tipos de interés. De hecho, la economista considera probable que las compras de la Reserva Federal continúen a un ritmo reducido durante la mayor parte del próximo año y que el tipo de interés se mantenga bajo durante mucho tiempo, con un ciclo de subidas lentas.
“La Fed está en camino de reducir su ritmo hacia finales de este año, pero eso podría tener lugar en un momento incómodo, ya que el crecimiento, la inflación y el estímulo fiscal probablemente hayan pasado a sus niveles máximos, mientras que los riesgos en torno a la evolución de la pandemia no han desaparecido. Además, han surgido nuevos riesgos relativos a la dinámica de la política interna y a los acontecimientos internacionales -en particular, las turbulencias en el sector inmobiliario chino-. Todas estas consideraciones acabarán determinando el camino para la retirada del apoyo a la política monetaria, un proceso que probablemente será prolongado y cauteloso”, explica Dall’Angelo.
Proyecciones económicas y subidas de tipos
Respecto a sus proyecciones económicas, la Fed rebajó su previsión de crecimiento al 5,9% para 2021 frente al 7,0% que esperaba en junio, principalmente por el impacto de la variante Delta. En opinión de los analistas de Banca March, igualmente relevante fue la revisión al alza que la institución monetaria hizo de la inflación. “Powell se limitó a recordar que si la inflación alta se convierte en una preocupación seria, usarían sus herramientas para regresar a niveles en línea con el objetivo”, aclaran.
Según Wilding, “estos cambios en las previsiones llevaron a los participantes de la Fed a elevar también sus proyecciones sobre la trayectoria de los tipos de interés, y esto incluye a los miembros más dovish, que desplazaron sus expectativas de la primera subida de tipos a 2023, y a los más hawkish, que añadieron nuevas subidas en 2022”. Esto dio lugar a una previsión mediana de tipos de interés del 0,25% para 2022 y del 1% para 2023. El SEP de septiembre también introdujo previsiones de tipos para 2024 con una mediana del 1,8%, lo que indica un ritmo previsto de tres subidas de tipos de 25 puntos básicos al año entre 2022 y 2024.
En opinión de Stupnytska, el diagrama de puntos mostró una inclinación “moderadamente más agresiva” que en junio, “lo que sugiere que dos miembros más del FOMC están ahora a favor de un despegue más temprano en 2022 y que el punto medio de 2023 se ha desplazado hacia el 1%”. Y añade: “Con la probabilidad de que las presiones inflacionistas sean más persistentes y los riesgos de crecimiento se inclinen a la baja en los próximos meses”, el camino para la normalización de la política de la Fed parece “estrecho y difícil, con mucho margen para cometer errores”.
Samy Chaar, economista Jefe de Lombard Odier, añade que si bien el anuncio del miércoles refuerza los argumentos a favor de la normalización de la política en el frente de la inflación, la reducción de las previsiones de crecimiento muestra que sigue siendo conveniente la cautela. “Seguimos esperando una normalización gradual y flexible de la política de la Fed: una reducción de las compras de activos y la estabilización del balance, seguidas de subidas de tipos, para llevar el tipo de interés general de los fondos de la Fed a un máximo del 2,5% en 2026. Por supuesto, no hay un rumbo preestablecido. La flexibilidad significa que la Fed puede ajustar la trayectoria de la política si el entorno económico no evoluciona como se esperaba, como ha hecho China con las inyecciones de liquidez tras la caída de Evergrande”, concluye Chaar.