En el análisis del retorno de una inversión a un año, el dividendo de una acción (o del mercado) puede borrarse de un plumazo por variaciones en las ganancias de capital derivadas bien de variaciones en los beneficios empresariales, bien en su valoración (múltiplos sobre beneficios). Sin embargo a largo plazolos cambios de valoración en su mayoría revierten a la media, mientras el crecimiento de beneficios (para el mercado) tiende siempre al del PIB nominal. Esto otorga a los dividendos una contribución significativa y creciente al retorno total de una inversión a largo plazo, siempre que se vayan reinvirtiendo.
Esta es una forma simple pero poderosa de entender la inversión en renta variable, tal y como explica Jonathan Crown, portfolio manager de Renta Variable Global en Threadneedle, en un whitepaper que estudia la contribución de los dividendos a largo plazo en varios mercados y también destaca su importancia en el retorno total de una inversión, incluso en mercados como EE.UU. y Japón, donde el pago de dividendos no ha sido algo habitual en el pasado.
Los resultados muestran como Reino Unido y Australia, mercados en los que la cultura del dividendo está bien establecida, han tenido el mejor comportamiento desde 1970.
Crown destaca la evolución del mercado norteamericano, en el que está cambiando la actitud de las empresas hacia los dividendo. Con márgenes en máximos y ratios de pay-out en mínimos, los balances empresariales están rebosantes de efectivo. Empresas como Apple se han embarcado en enormes recompras de acciones al tiempo que empiezan a pagar dividendo, en muchos casos aumentando su pay-out. La demanda del inversionista por el dividendo crece con fuerza y las compañías que atienden esta demanda se ven premiadas en el mercado. Como consecuencia, los equipos directivos tienden a priorizar el reparto de dividendos sobre otras formas de remunerar al accionista y Threadneedle espera que las rentabilidades por dividendo en EE.UU. continúen aumentando durante los próximos años.