En 30 años pueden pasar muchas cosas. En las últimas tres décadas, se han visto enormes avances en la ciencia, la tecnología y las telecomunicaciones. En ese mismo periodo, la necesidad de prácticas sostenibles se ha convertido en algo fundamental. En el 30 aniversario del origen del equipo de renta variable sostenible global de Janus Henderson Investors, la gestora echa un vistazo a los acontecimientos que han dado forma a la inversión sostenible y al mundo en que vivimos actualmente.
El trabajo de 1987 “Nuestro futuro común, también conocido como Informe Brundtland, ofrece los orígenes de la inversión sostenible. Aunque las raíces de la “inversión responsable” se remontan mucho más atrás, el concepto de desarrollo sostenible fue introducido por este informe, encargado por Naciones Unidas.
En él, la “sostenibilidad” se definía como “el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Sobre la base de estos principios, el equipo de renta variable sostenible global de Janus Henderson Investors empezó a invertir cuatro años después.
A efectos de una mirada retrospectiva, la gestora agrupa los factores de desarrollo en tres apartados:
1. Ciencia: transformación de las perspectivas sobre la esperanza de vida
La ciencia y la tecnología han cambiado significativamente en 30 años. Mucho antes del cambio de milenio, médicos y científicos habían realizado su primer triple trasplante de órganos (1986) y clonado con éxito a una oveja (1996). Desde entonces, la medicina ha logrado avances considerables que han tenido un impacto importante en nuestras vidas.
Dichos avances han contribuido a una fuerte disminución de la morbilidad y la mortalidad por HIV/SIDA, una reducción de la mortalidad relacionada con enfermedades cardiovasculares, unas tasas de éxito más altas que nunca en cirugía y, por supuesto, vacunas contra la pandemia de COVID-19. En los países en desarrollo, la introducción de la inmunización, junto con otras intervenciones sanitarias y de desarrollo ―incluido el acceso al agua y saneamiento, la mejora de la higiene y educación― han permitido reducir el número de muertes anuales de menores de cinco años en 2 millones en la década cerrada en 2010 (1).
Pero mientras que los tratamientos de afecciones no genéticas mejoraban, la comprensión de las enfermedades genéticas no estaba tan avanzada. En 2003, un esperado avance en la tecnología moderna cambió la situación con el éxito de la secuenciación del genoma humano. Fue la conclusión de un proyecto de 13 años y 2.700 millones de dólares que transformó la biología moderna con la “gran” ciencia. En la actualidad, la secuencia del genoma humano puede determinarse por menos de 1.000 dólares en menos de 24 horas (2). Se estima que el uso de servicios genéticos médicos podría reducir en un 70% la mortalidad y la discapacidad en los menores de cinco años (3).
Al mejorar la calidad de vida en gran parte del mundo, también lo hizo la esperanza de vida global. Hacia 2011, la esperanza de vida media era de 70 años, mientras que actualmente la Organización Mundial de la Salud calcula que ha aumentado hasta los 73 años (4). 2011 fue también el año en que dos terceras partes de la población lograron tener acceso a agua potable segura. El año pasado, esa cifra aumentó hasta las tres cuartas partes.
2. Crecimiento de la población: con un coste elevado
Los avances científicos contribuyeron a la composición de la población global, que ha crecido y ha experimentado un rápido proceso de urbanización. Hacia 2011, la población alcanzó los 7.000 millones ―un aumento de 1.000 millones en 12 años― y el impacto humano en el medioambiente se había vuelto enorme. Actualmente, la población global alcanza los 7.800 millones y los efectos son más evidentes que nunca. El uso de los recursos, la generación de residuos y los daños medioambientales se han acelerado por el crecimiento de la población y se han visto agravados por los hábitos de consumo de un modelo económico lineal (“extraer, producir, desperdiciar”).
La producción de plásticos se ha disparado en las siete décadas desde su invención, hasta llegar a 381 millones de toneladas en 2015 (5). Sin embargo, el 91% del mismo no se recicla, lo que se ve en vertederos desbordados y el deterioro de la salud de nuestros océanos (6). Once millones de toneladas acaban en los mares cada año y un estudio ha demostrado que el agua potable no tratada contiene 4,9 microplásticos por litro (7).
La agricultura y la ganadería intensivas han provocado una enorme pérdida de bosques en todo el mundo, sobre todo en América. Al mismo tiempo, la increíble biodiversidad del planeta se está reduciendo. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) denunció que la población animal mundial se redujo en una media del 68% entre 1970 y 2016 (8).
Mientras tanto, el CO2 atmosférico, que contribuye al calentamiento del planeta, no ha parado de aumentar. En mayo de 2013, el observatorio de Mauna Loa, en Hawái, registró una concentración media diaria de CO2 de 400 partes por millón por primera vez desde que comenzaron las mediciones en 1958 (9).
Actualmente, dicha cifra ha aumentado a 412,97 partes por millón. El calentamiento global ha provocado que los casquetes polares se estén derritiendo a un ritmo alarmante y el grosor del hielo ártico se ha reducido en un 40% desde finales de la década de 1970 (10). Como resultado, los fenómenos meteorológicos extremos ―incendios forestales, huracanes e inundaciones― se han vuelto más frecuentes en todo el mundo.
El ritmo y la intensidad del impacto del ser humano en el planeta son evidentes. Al aumentar la población mundial, también se ha incrementado el consumo de los recursos naturales finitos de la Tierra. Es importante tener en cuenta que el uso de recursos no es igual entre las personas, ya que millones de ellas siguen viviendo por debajo del umbral de la pobreza, aunque el efecto acumulado es importante y devastador. Esto plantea la pregunta clave a la que se enfrenta el mundo actualmente: ¿estamos preparados para aceptar la solución potencialmente incómoda y el coste de pasar de un modelo de economía lineal insostenible a una economía circular basada en factores renovables, eléctricos y digitales?
3. Innovación: posibles soluciones
En 1989 se creó la red mundial de Internet. Poco podía imaginar entonces el científico e inventor inglés Tim Berners-Lee, pero la Red, o Internet, cambiaría la sociedad para siempre. La comunicación global libre proliferaría pronto, convirtiéndose en un motor de evolución social y comercial. Desde finales de la década de 1990, personas, empresas y gobiernos han utilizado Internet para transformar las prácticas de comunicación y, en algunos casos, eliminar todas las barreras comunicativas.
Internet también ha tenido un profundo impacto en la educación y el bienestar. Ha abierto las puertas a una enorme cantidad de conocimientos, diversas formas de comunicación y recursos educativos a cada rincón del mundo, ayudando a reducir la brecha entre la población urbana y rural. Internet también ha sacado a muchas personas de la pobreza al permitir que los países en desarrollo accedan a la economía moderna e impulsen el desarrollo de las competencias profesionales. Un estudio del Banco Mundial apuntaba una mejora del bienestar en los hogares con acceso a banda ancha móvil (11).
La arquitectura tecnológica del mundo actual gira en torno a Internet. Los datos pueden almacenarse, gestionarse y consultarse sin contar con una infraestructura física propia como servidores de datos. Esta tecnología, denominada “informática en la nube”, permite el acceso remoto eficiente, bajo demanda y en múltiples plataformas a una amplia red. Esta tecnología también puede ayudar a impulsar iniciativas de sostenibilidad. Un estudio de Accenture destacaba que si todas las empresas se pasasen a la nube, podría haber una reducción de 59 millones de toneladas de emisiones de CO2, lo que equivale a sacar 22 millones de coches de las carreteras (12).
En los últimos 30 años también ha habido grandes avances en la innovación de tecnologías limpias: las energías solar, eólica, hidroeléctrica, geotérmica y mareomotriz constituyen los principales tipos de energías renovables. Entre 1990 y 2018, el suministro total de energías renovables a nivel mundial creció a un ritmo medio anual del 2%, comparado con el 1,8% del total de la energía, correspondiendo la mayoría del crecimiento de la energía solar a los países emergentes (13 y 14). En 2015, por primera vez un país, Costa Rica, logró funcionar al 100% con energías renovables y, en 2020, las fuentes renovables superaron a los combustibles fósiles en la generación de energía en Europa (15 y 16).
Las baterías son otro aspecto importante de la sostenibilidad y cuya innovación ha experimentado un enorme punto de inflexión durante la última década. Para lograr una mayor penetración de las energías renovables, hay que poder captar, almacenar y utilizar la energía cuando se necesite. Por ello, los avances en la tecnología de las baterías han sido fundamentales para dejar de depender de los combustibles fósiles.
Las baterías de iones de litio, las baterías recargables que se encuentran en los dispositivos electrónicos portátiles, como los teléfonos móviles y los ordenadores portátiles, así como en los vehículos híbridos y eléctricos de batería, han cambiado las reglas del juego. El primer coche eléctrico fabricado específicamente fue producido en serie por General Motors en 1996, utilizando una tecnología de batería menos avanzada. Aunque la primera aventura en el vehículo eléctrico de General Motors no tuvo éxito, allanó el camino a la producción en serie de coches eléctricos. Los vehículos eléctricos actuales se benefician de la capacidad de largo alcance y el diseño ligero que ofrecen las baterías de iones de litio. En la última década, la producción de baterías de iones de litio se ha disparado, lo que ha provocado una caída de los precios del 85% y ha hecho que los vehículos eléctricos resulten viables comercialmente. Solo el año pasado, las ventas de vehículos eléctricos aumentaron un 41% (17 y 18).
Recientemente, el Acuerdo del Clima de París de 2015 ha fijado objetivos exigentes para limitar el calentamiento global. Las economías más industrializadas del mundo han respondido adoptando políticas para cumplir los objetivos del Acuerdo de París. El Reino Unido, EE. UU. y la UE se han puesto como meta alcanzar la neutralidad en carbono antes de 2050, mientras que China tratará de lograr ese mismo objetivo para el año 2060. La hoja de ruta 2021 hasta cero emisiones netas de la Agencia Internacional de la Energía describe la escala, el ritmo y el compromiso político necesarios para lograr un sistema de energía con cero emisiones netas, que incluye la necesidad de invertir al menos 4 billones de dólares anuales en tecnología de energías limpias de aquí a 2030. En la actualidad, los países han comprometido una enorme cantidad de capital para crear las condiciones de un auge de inversiones simultáneas en tecnologías limpias a nivel mundial.
La senda hacia una economía circular
Como se estableció hace 34 años en el Informe Brundtland, definió el desarrollo sostenible como la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades En las últimas tres décadas, ha habido enormes avances en materia de sostenibilidad, aunque sigue habiendo importantes obstáculos y, en la situación actual, continuamos en una senda destructiva con un modelo económico que sigue siendo lineal y basado en combustibles fósiles.
En el lado positivo, la ciencia y la tecnología han mejorado, al igual que la comprensión de lo que hace falta para lograr que el planeta sea sostenible. En Janus Henderson creen que el siguiente paso en el camino hacia la sostenibilidad del planeta consiste en desvincular el crecimiento del consumo de recursos finitos, mediante un modelo de economía circular. En este modelo, el futuro estará marcado por las fuerzas renovables, eléctricas y digitales. Pero para llegar a ese punto hará falta una acción política coordinada al más alto nivel y un compromiso ante decisiones difíciles.
En Janus Henderson, llevan 30 años viendo el mundo bajo el prisma de la sostenibilidad. En ese sentido, la gestora cree que el mundo puede hacer los cambios necesarios y que la innovación es la clave para superar los obstáculos en el camino. Si se sigue evolucionando y manteniendo un compromiso con las tecnologías de las que ya se dispone, es posible, y fundamental, pasar al modelo económico circular.
Para ampliar información sobre ASG y descubrir cómo impulsar un cambio social y ambiental real, accede aquí a la página de Janus Henderson sobre inversión con impacto positivo.
Notas a pie de página
(1) Organización Mundial de la Salud, Plan de Acción de Vacunación Global
(2) Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de EE. UU., The Cost of Sequencing a Human Genome, diciembre de 2020
(3) J. Zarocostas, Serious birth defects kill at least three million children a year, febrero de 2006
(4) Our World In Data, Life Expectancy, octubre de 2019
(5) Our World in Data, Plastic Pollution, septiembre de 2018
(6) National Geographic Society, A Whopping 91 Percent of Plastic Isn’t Recycled, Julio de 2019
(7) Marine Conservation Society, 2021
(8) World Wide Fund for Nature, septiembre de 2020
(9) National Oceanic and Atmospheric Administration, 2021
(10) Royal Society, Why is Arctic sea ice decreasing while Antarctic sea ice is not?, marzo de 2020
(11) Banco Mundial, Expanding mobile broadband coverage is lifting millions out of poverty, diciembre de 2020
(12) Accenture, The green behind the cloud, septiembre de 2020
(13) Agencia Internacional de la Energía, Renewables Information, agosto de 2021
(14) Carbon Brief, Analysis: How developing nations are driving record growth in solar power, noviembre de 2017
(15) Time, “How Costa Rica Went 75 Days Using Only Clean Electricity”, abril de 2015
(16) Bloomberg, “Renewables Beat Fossil Fuels in EU for First Time Last Year”, enero de 2021
(17) CNBC, The battery decade: How energy storage could revolutionize industries in the next 10 years, diciembre de 2019
(18) Agencia Internacional de la Energía, Global electric car sales set for further strong growth after 40% rise in 2020, abril de 2021
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