Tras el choque asimétrico de la pandemia, la velocidad de vacunación y el grado de normalización fiscal en 2021-2022 son nuevos factores de desincronización entre los ciclos económicos de las principales regiones. En este contexto, ¿qué podemos esperar de los mercados de cara al segundo semestre del año y cómo se deben posicionar las carteras?
Según el documento de perspectivas de Carmignac, a corto plazo, el estímulo fiscal y el ahorro forzado acumulado durante la pandemia conllevan un fuerte repunte de la demanda de los hogares y las empresas en 2021. Esto está creando presiones inflacionistas transitorias debido a la insuficiencia de la oferta en los semiconductores, el transporte (por carretera y marítimo), los materiales de construcción y ciertos metales vinculados a la transición energética (cobre, cobalto, etc.). En Estados Unidos, el problema se agrava por la escasez de mano de obra (menor inmigración, prestaciones de desempleo más generosas).
“Es probable que el repunte de la inflación en Estados Unidos sea más persistente que las estimaciones de la Reserva Federal, debido a la presión al alza de los alquileres, los salarios y los costes de seguros sanitarios. Mientras el resto del mundo persigue el estímulo fiscal y monetiza sus deudas públicas, China intenta estabilizar su tasa de deuda interna total. Esto ejerce una fuerte presión al alza sobre su moneda. Los intentos de Pekín por frenar la subida del yuan corren el riesgo de reavivar las tensiones comerciales con Estados Unidos”, apunta Raphaël Gallardo, economista jefe de Carmignac.
Según PIMCO, la economía mundial se encuentra en una expansión de mitad de ciclo, tras unos picos de apoyo político y crecimiento, y lo que probablemente sea un repunte transitorio de la inflación. En este sentido, la gestora espera que el crecimiento mundial se modere hasta un ritmo todavía superior a la tendencia en 2022.
“Al evaluar las perspectivas de lo que queda de año, encontramos que el repunte de los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. ha sido exagerado y prevemos rendimientos nominales moderadamente más altos. Las perspectivas para la renta variable siguen siendo buenas gracias al sólido crecimiento económico y de los beneficios. Sin embargo, habrá diferencia de rentabilidad según el estilo y el tamaño”, añaden desde BNP Paribas AM.
Por su parte, Ibrahima Kobar, CIO de Ostrum AM (firma afiliada a Natixis IM), mantiene una actitud aún más prudente y “de espera”, y señala que, a la hora de analizar la situación actual de los mercados, “nos encontramos en una encrucijada en tres aspectos fundamentales”: crecimiento, inflación y la variante delta del COVID-19.
En opinión de Chris Iggo, CIO Core Investments en AXA IM, los precios de los activos se verán respaldados por una liquidez abundante, los cambios a corto plazo en el sentimiento serán impulsados por las noticias sobre el COVID-19 y las reflexiones de los bancos centrales, las rentabilidades seguirán siendo bajas y las bolsas seguirán al alza. Por eso, vaticina: «La segunda mitad del 2021 será muy parecida a la primera».
Posicionando las carteras: renta variable
En opinión de Geraldine Sundstrom y Erin Browne, gestoras de fondos de PIMCO, los activos orientados al crecimiento, como la renta variable y el crédito, tienden a funcionar bien en un entorno de ciclo medio, pero con una diferenciación significativa, pero advierten que la selección de sectores y valores seguirá siendo crucial.
“Con la expansión económica probablemente en la mitad del ciclo, en general favorecemos la renta variable y el crédito, que históricamente han tendido a ir bien en este entorno. En cuanto a la renta variable, nos centramos en empresas posicionadas para beneficiarse de las alteraciones seculares en tecnología, la geopolítica y la sostenibilidad. En cuanto al crédito, somos selectivos y nos centramos en los sectores relacionados con la vivienda. La dispersión de la rentabilidad entre los activos es típica durante los entornos de mitad de ciclo, y cada ciclo es diferente. La incertidumbre que rodea a la desigual recuperación de una recesión impulsada por la pandemia exige flexibilidad y una cuidadosa atención a la selección de sectores y valores. Nuestro énfasis en las carteras multiactivas se centra en las oportunidades ascendentes dentro de las clases de activos que pueden obtener mejores resultados como beneficiarios de la recuperación en curso, así como de las perturbaciones a largo plazo”, explican ambas gestoras de PIMCO.
Desde BlackRock también consideran que la renta variable puede dar grandes alegrías a los inversores. Según explica, la narrativa del mercado en torno a la inflación y a la política de los bancos centrales este año ha provocado un rendimiento inferior en algunas empresas. “Consideramos que esto es una oportunidad para aumentar selectivamente las posiciones en los posibles beneficiarios a largo plazo de las tendencias estructurales. La oferta se mueve más lentamente que la demanda, por lo que los costes de las materias primas se han disparado este año. Las empresas fuertes pueden repercutir estos costes hasta que se restablezca el equilibrio. Ahora, el aumento de los salarios significa que el periodo transitorio de presiones inflacionistas podría prolongarse hasta 2022”, afirma Nigel Bolton, co-director de inversiones de BlackRock Fundamental Equities.
Posicionando las carteras: renta fija
Respecto al crédito, Kevin Thozet, miembro del Comité de Inversión de Carmignac, añade: “Se pueden encontrar oportunidades en los mercados de crédito, pero con las rentabilidades de los bonos tan bajas, tenemos que cambiar de forma de pensar y buscarlas en los llamados países emergentes o en sectores de actividad algo más expuestos o con temas de inversión más complejos de analizar”.
Por ejemplo, Elisabeth Colleran, gestor de carteras de deuda de mercados emergentes de Loomis Sayles (firma afiliada a Natixis IM), considera que la deuda corporativa de estos mercados ofrece una oportunidad de inversión para una variedad de objetivos, incluyendo retorno total, ingresos y compatibilidad de obligaciones.
“Con el tiempo, el universo de deuda corporativa de mercados emergentes se ha vuelto más robusto con una expansión de sectores y emisores. Con cinco veces el volumen del segmento soberano, este universo de deuda corporativa consiste en aproximadamente 1.000 emisores corporativos y cuasi soberanos. Además, las calificaciones del crédito corporativo de mercados emergentes, con frecuencia, son engañosas en cuanto a las métricas subyacentes de los negocios porque, de acuerdo con la metodología de las agencias calificadoras, las empresas en general no pueden ser calificadas por encima de su calificación soberana. Por tanto, con base en los fundamentales, pueden tener una calidad significativamente más elevada de lo que indica su calificación crediticia”, argumenta Colleran a favor de esta clase de activo.
Por su parte, Robert Sharps, responsable de inversiones de T. Rowe Price, considera que la subida de los rendimientos de la deuda podría brindar oportunidades de rentabilidad en algunos sectores de crédito. “La fuerte demanda institucional por los bonos del Tesoro de EE.UU. mantiene los rendimientos bajos. Los inversores en renta fija podrían considerar los sectores de crédito en busca de oportunidades”, señala Sharps.
También encontramos valoraciones más prudentes, como la de Kober, quien recuerda: “En este contexto, y con unos mercados que están perdiendo profundidad durante los meses de verano, es aconsejable no asumir un riesgo desmedido antes de tener un poco más de visibilidad”.