La administración Biden ha propuesto enormes planes de gasto con el fin de sostener la recuperación y aumentar radicalmente el tamaño del estado ante la crisis que ha dejado el COVID-19, que ha sido más repentina, de mayor alcance y dramática por generaciones.
En ese sentido, Jack Janasiewicz, estratega de portafolio de Natixis IM, se pregunta si las políticas económicas de Joe Biden marcaron el fin de cuarenta años de ortodoxia posterior a Reagan. Por otro lado, también surge la interrogante sobre si podrían significar para las estrategias a largo plazo de los inversores.
¿Se está entrando en una nueva era en la forma en la intervención del gobierno de EE.UU. en los mercados?
“El gran punto de inflexión ha sido darnos cuenta de que la política monetaria tiene un ámbito de acción limitado. Desde hace algunos años, confiamos en la Fed para estimular el crecimiento, ya sea mediante la flexibilización cuantitativa o el recorte a las tasas. El problema siempre ha sido que los efectos multiplicadores se atenúan cuando inviertes todo este dinero y nadie lo gasta, y los sucesos recientes han magnificado esto. Entonces, en dichos términos, el giro de la administración de Biden para gastar a una escala tan grande parece trascendente”, dice Janasiewicz.
Además, es también parte de una tendencia a largo plazo: las tasas han registrado una tendencia a la baja por tanto tiempo que nos hemos convertido en una economía mucho más apalancada que hace 15 años. Esto reduce los beneficios incrementales del recorte a las tasas, por lo que nuevamente el efecto multiplicador se atenúa.
Durante mucho tiempo, la inflación fue la prioridad: “ahora vemos la estabilidad de precios como una prioridad secundaria ante el empleo, lo cual es un cambio de énfasis con enormes consecuencias en el mundo real”, dice el análisis de Natixis IM.
Sin embargo, aún está por verse que tan permanente es esto. El Covid fue obviamente una emergencia, pero a medida que avancemos y el panorama general vuelva a ser algo parecido a la normalidad, qué tan cómodos se sentirán los legisladores con este nivel de agresividad fiscal sigue siendo una pregunta abierta.
¿Pero esto representa una ruptura decisiva con la ortodoxia económica de los últimos 40 años?
“No quiero meterme demasiado en cuestiones como el malestar social, pero uno de los mayores desafíos que enfrenta Estados Unidos es la brecha entre los que tienen y los que no tienen, y ese ha sido sin duda un factor en la turbulencia que hemos visto en años recientes. No creo que vaya a haber una revolución en el corto plazo, pero con el COVID-19 hemos constatado lo que pasa cuando un gran riesgo que solamente suele aparecer en las películas de ciencia ficción se vuelve realidad. No hay duda de que esto cambia la forma de pensar de la gente”, reflexiona Janasiewicz.
Según el experto, hay un panorama mixto en el que el COVID-19 ha abierto todas las posibilidades, pero también tenemos una mentalidad en la que los responsables de la formulación de políticas ahora están tomando en serio los riesgos que alguna vez consideraron impensables. “Todo se reduce a no abordar la creciente brecha de la riqueza y arriesgarse a la inestabilidad social en el futuro, o bien a que Biden logre crear la economía más incluyente de la que ha hablado. Podemos analizar estas o aquellas políticas, pero ciertamente creo que lo mejor es que esto funcione”, agregó.
La sabiduría convencional es que las tasas de interés permanezcan muy bajas en un futuro inmediato: ¿cómo conforma esto el escenario a medida que anticipamos el futuro?
Está muy subestimado que no hay suficientes activos en el mundo. Se puede ver si se analiza a los compradores que son insensibles al precio como las aseguradoras y los fondos de pensiones –su demanda está creciendo todo el tiempo, especialmente en momentos en que la generación de los Baby Boomers se está jubilando en grandes números, lo cual a su vez impulsa la demanda de activos de renta fija.
“Deberíamos posicionar esto en el panorama de la acción actual por los bancos centrales, donde estos están sacando a los bonos del sistema, impulsando las tasas hacia abajo y tratando de incentivar a la gente hacia el espectro de riesgo”, explica el experto y agrega que es probable que los bancos centrales vayan a conservar la tenencia de estos bonos hasta su vencimiento, dejándolos fuera del mercado secundario y creando más demanda por los activos de renta fija de calidad. Esto conduce a estos compradores de bonos a recurrir a los mercados emergentes, donde el entorno demográfico es positivo para los activos de largo plazo.
“Creo que, si bien las tasas no van a quedarse tan bajas por siempre, estos factores deberán mantener un límite en ellas en cualquier futuro que podamos anticipar fidedignamente”, reflexiona.
Un impacto de las tasas de interés bajas han sido los precios de los activos sostenidos en niveles máximos consistentes. Esto promovió la conversación acerca de una burbuja a principios del 2021, pero esto se ha desvanecido de cierta forma por ahora.
No se puede negar que la renta variable estadounidense se ha desempeñado muy bien, pero solo porque algo sucede con frecuencia, no significa que se está en una burbuja.
¿Se puede hablar de una burbuja?
Sin duda, estos espacios están en exceso en el mercado y en cierta medida se han distorsionado los mercados de modo tal por la enorme cantidad de ahorros que los hogares con recursos pudieron acumular durante el 2020.
Para Janasiewicz, “si soy un millennial que ahorra para su retiro, casi me veo obligado a recurrir a la renta variable gracias a los bajos rendimientos de los bonos. Como ya lo hemos mencionado, tenemos más dinero que entra al sistema y que persigue al mismo número de activos –o menos, debido a que no hay tantas acciones listadas en EE.UU. como las había a finales de los noventas. La oferta y la demanda se manifiestan de nuevo: son la Economía 101”.
Si quisiéramos señales de una burbuja, se debería analizar más a los indicadores del sentimiento –de otro modo, en tanto sigamos en el entorno actual de tasas de interés, creo que habrá una continua confianza en la renta variable de EE.UU.