Hace años, al calor de las protestas estudiantiles que dejaron a la educación como uno de los puntos centrales de la política chilena en la década de los 2010, se fraguaba la que hoy es una de sus fuerzas más potentes. Hoy, el Frente Amplio, una coalición de izquierda que ha apuntado a canalizar el descontento social que gatilló la inestabilidad política en el país, se prepara para disputar el palacio de La Moneda a los partidos tradicionales, cada vez más debilitados de cara a la ciudadanía.
Debajo de la frase “¿Quiénes somos?”, la página web del bloque se describe a sí mismo de la siguiente forma: “Somos las familias chilenas, mujeres y hombres de distintas edades y orígenes que compartimos un mismo sueño: cambiar Chile. Trabajamos para recuperar nuestras vidas, nuestra educación, salud, vejez, vivienda y los recursos naturales de quienes hoy lucran con nuestros derechos”.
En concreto, el Frente Amplios es una coalición de partidos y movimientos políticos de izquierda, con cinco “orgánicas” como eje: Comunes –resultante de la fusión de los movimientos Izquierda Autónoma y Poder Ciudadano–, Revolución Democrática, Convergencia Social –resultante de la fusión de los grupos Movimiento Autonomista, Izquierda Libertaria, Nueva Democracia y Socialismo y Libertad–, Fuerza Común y Unir.
Considerado como un símil al movimiento español Podemos, el bloque chileno se ha convertido en un crítico del sistema económico neoliberal implementado en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet y han estado ganando terreno en los últimos años.
El último hito fueron las elecciones primarias presidenciales de julio de este año, donde el abanderado del bloque, el diputado Gabriel Boric, militante de Convergencia Social, consiguió entrar en la papeleta de noviembre. Esto, en una sorpresiva votación en la que superó al precandidato del Partido Comunista, el alcalde Daniel Jadue, quien era considerado como la carta más fuerte de la izquierda.
Boric, representante de la austral región de Magallanes, ganó la nominación con más de un millón de votos, dándole un impulso adicional al bloque y dejándolos muy bien posicionados para los próximos comicios.
Su historia
Las protestas estudiantiles de 2011 –continuadoras de las manifestaciones similares de 2006, en la llamada “Revolución pingüina– en Chile le dieron un impulso a figuras de incipientes movimientos de izquierda, como Boric y Giorgio Jackson, quienes lideraron las confederaciones políticas de las dos principales universidades del país, la Universidad de Chile y la Universidad Católica de Chile, respectivamente.
Así, algunos partidos de corte más universitario fueron migrando hacia la formalidad de la política, estructurándose en un mosaico de movimientos de izquierda, con el Movimiento Autonomista (actual Convergencia Social) y Revolución Democrática –el primero en conformarse como partido legalmente– a la cabeza.
El nacimiento del Frente Amplio como bloque vino en 2016, con un distanciamiento del bloque de centro-izquierda tradicional del momento, la Nueva Mayoría, que en ese entonces controlaba el gobierno con Michelle Bachelet en el timón. En ese momento, Revolución Democrática indicó tener la intensión de empezar “un Frente Amplio democrático” en el país replicando el modelo de la coalición uruguaya del mismo nombre, buscando convertirse en una alternativa de izquierda al Partido Comunista.
En 2017, decidieron lanzarse con fuerza a la piscina electoral, anunciando la candidatura presidencial de la periodista Beatriz Sánchez y una serie de candidaturas parlamentarias. Esos comicios le dieron el primer golpe de prominencia al naciente bloque, obteniendo 20 escaños en la Cámara de Diputados y un senador, además de 21 consejeros regionales.
En el caso de Sánchez, si bien no consiguió pasar a la segunda vuelta –que vio como ganador al derechista Sebastián Piñera–, consiguió un 20% de los votos, con 1,3 millones de preferencias.
Eso sí, el crecimiento no vino exento de desafíos. A diferencia de las protestas estudiantiles de 2011, el estallido social de 2019 –una ola de protestas que se extendió por el cuarto trimestre de ese año, motivado por el descontento social ante el alza del costo de vida en Chile– los hizo trastabillar.
Después de transar con el gobierno y firmar el llamado Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución, un acuerdo político transversal que derivó en el proceso constitucional que actualmente vive el país andino, se levantaron acusaciones de traición desde algunos movimientos de izquierda y se iniciaron una seguidilla de conflictos internos. Algunas agrupaciones, como el Partido Ecologista Verde y el Partido Humanista, decidieron abandonar la coalición.
Un dorado 2021
Si bien el conflicto interno provocó cierto nivel de turbulencia, las elecciones de 2021 le otorgaron un segundo aire.
Se aliaron con el Partido Comunista, Partido Regionalista Verde Social (FRVS) y Acción Humanista para formar la lista única Lista Apruebo Dignidad y tuvieron un buen desempeño en la elección de constituyentes, pese a la alta preponderancia de preferencias por opciones independientes.
Además, el bloque logró ganar las elecciones de alcaldes en 11 comunas del país, incluyendo Viña del Mar, donde rompieron un control de 16 años de la coalición de derecha, Chile Vamos; Maipú, una de las comunas más pobladas del país; y Ñuñoa, una emblemática comuna de clase media en la capital, Santiago.
Ahora el país se encuentra mirando las presidenciales de noviembre de 2021, que determinarán quién tomará el mando de un Chile golpeado por la pandemia pese a una alta tasa de vacunación, en recuperación económica y en los primeros pasos del proceso de redactar una nueva Constitución.
La reacción inicial de los inversionistas a la victoria de Boric fue de optimismo, ya que lo consideran más moderado que a su contrincante comunista, Jadue. Sin embargo, de cara a los comicios de fin de año, en el mercado anticipan posibles accesos de volatilidad en los activos locales en la medida en que los candidatos –particularmente el del Frente Amplio– vayan delineando sus proyectos.